Todos los días entre cuatro y cinco de la mañana, los vecinos de la avenida 68 nos hemos deleitado con el canto de los pájaros, animales libres que han reposado en los árboles mientras nos deleitan con su silbido.
Pero entonces viene la planificación de TransMilenio por la Avenida 68, y los habitantes del sector Andes-Floresta, expectantes y quejosos, vemos cómo se ha organizado esta construcción acompañada de un puente vehicular, que la mayoría de nosotros nos enteramos de su ideación en época de pandemia.
Es así como los pájaros, inocentes del problema que está llegando, siguen cantando día tras día sin sospechar la tragedia que los amenaza.
Pronto, la construcción de TransMilenio arranca, a pesar de las quejas de los vecinos a las entidades planeadoras, constructoras y de control, pues ya es un hecho sin marcha atrás.
Los contratistas encerraron con malla azul muchos árboles a lo largo de la avenida 68 como un aviso de lo que iba a pasar, y lo inevitable ocurrió de noche, cuando todos dormíamos, y durante varios días seguidos: “La tala de los árboles”.
La tala de árboles es uno de los requisitos indispensables para la adecuación de la avenida 68 con el fin de empezar la construcción de TransMilenio, pero eliminar la vegetación que por muchos años ha generado bienestar tanto a los animales como a los seres humanos residentes del sitio no es una buena noticia.
¿Dónde van a fabricar sus nidos las aves? ... ¿A dónde van a ir a comer los pajaritos? ¿Quién defiende a los animales?... ¡Y a los vecinos del sector!
Se construye una selva de cemento, donde no hay lugar para las aves ni para el aire que los árboles transforman en puro.
¿Será la construcción de TransMilenio por la avenida 68 un cambio para una mejor calidad de vida?