Lamentablemente el título no se refiere a los pájaros que encarnó León María Lozano, protegió Rojas Pinilla, narró Alvarez Gardeazábal, como preludio a su más reciente manifestación: los paramilitares, los pájaros de la muerte.
No, ahora mismo los que se mueren son los pájaros vivos, que por centurias habitaron los humedales (pantanos, para muchos) que servían como reguladores del cauce del río Cauca.
Otras aguas cantarán en esta sequía atroz, si se hubieran conservado las madre-viejas, donde se acumulaban los excesos de agua de los inviernos tropicales. El agua de ellas, en los veranos, volvía al cauce del río, mitigando los bajos caudales que hoy nos asustan.
El último de estos reservorios naturales, el último ¡la Laguna de Sonso!, en el corazón del Valle, a la orilla de la carretera Buga–Buenaventura, a la vista de todos, está siendo secada, arada, ASESINADA sin pudor, de frente, tal como mataban los pájaros en Tuluá, Buga, Roldanillo, El Dovio y un largo etcétera.
¿Y las autoridades? La CVC, su Junta Directiva, la Procuraduría, la Gobernación, los comités empresariales, los fondos mixtos, las fundaciones ecológicas, las universidades, Parques Nacionales, el Ministerio del Medio Ambiente… ¿Atortolados y callados por los pájaros?
¿Quién puede creer que el Director de la CVC, le manifieste a los medios : “No me había dado cuenta”? ¿Un canal de dos kilómetros y varios metros de profundo, que pasa al lado de las instalaciones de esa institución en la Laguna de Sonso y su director, ciego, sordo y mudo, no se había dado cuenta?
Los funcionarios, que todos los días van a la ruina de instalaciones que la CVC mantiene en el área (como muestra de su desinterés por los recursos de todos), no podían entrar sin ver las obras. Desde Noviembre empezaron.
No sé qué podrá pensar un pato canadiense, guiado por su radar genético, después de aletear sin descanso por miles de kilómetros, con la gana de acuatizar en la Laguna de Sonso y echarse al pico una rana, un caracol o un alevino, que al llegar no encuentre para desencanto divino más que caña o mierda de una vacas.
Si sé qué pensarán las instituciones ambientales internacionales de nuestro grado de civilización: vergüenza.
¡A los pájaros del Valle, los están matando!