En los meses de agosto y septiembre, el Caribe es un escenario de tormentas tropicales y huracanes. Los resultados en perdidas de la primera y segunda semana del mes de septiembre por el paso del huracán Irma en las islas del Caribe y su golpe final en la Florida son incalculables. Este ha dejado centenas de victimas fatales, millones de dólares en perdidas materiales, además que se sumó esta segunda semana un terremoto con una magnitud de 8,2 en la zona costera del sur de México, dejando como consecuencia varias decenas de víctimas fatales.
El efecto de estas catástrofes, habituales en los países isleños en el mar Atlántico y costeros en el mar Pacífico, que han dejado millones de perdidas materiales, necesitará de algunos meses o unos años para ser subsanado; es decir, reconstruir y devolverle sus viviendas a las familias que lo perdieron todo, hacer que los hospitales, escuelas y universidades vuelvan a funcionar. Con la solidaridad de los pueblos vecinos, la vida de las personas de las patrias hermanas volverán a ser restablecidas.
El Caribe colombiano, más exactamente Cartagena, no es la excepción. Aunque por obra y gracia de la Pachamamá contamos con la Sierra Nevada de Santa Marta que funciona como pirámide antihuracanes, aun así llegan huracanes peores, huracanes de los que siempre hablamos, pero que llegan para no acabar jamas, dejando como resultado perdidas de miles de millones de pesos por la corrupción, miles de víctimas fatales, miseria, segregación, marginalidad, exclusión y hambre.
A diferencia de los primeros, estos no restablecen derechos a las víctimas, al contrario, profundizan más las problemáticas. En una ciudad ya acostumbrada a elegir alcaldes en elecciones atípicas, Manolo Duque, al igual que absolutamente todos los gobernantes anteriores desde la primera elección popular de alcaldes hace mas de 20 años, no han gobernado para la mayoría del pueblo cartagenero, sino para las casas de dirigentes como los García y Zucardi, y empresarios como los Hilsaca, entre otros.
El destino de una ciudad con memoria de gallina no puede ser que el huracán siga persistiendo: el desempleo, el sub-empleo, la inseguridad, la intolerancia, pero sobre todo el escepticismo político de sus habitantes, que no son capaces de castigar en las urnas a quienes los perjudican. Es imposible pensar que el fin de la historia será ese, debemos recordar la historia y su definición, ya que esta tiene como principio la esperanza y un final abierto.
Quiere decir esto, que cuando estemos dispuestos a dar ese giro que todos queremos en el fondo, por ese bien común, estaremos pensando en unirnos para trabajar por la Cartagena que nos merecemos todos. Este pueblo, con memoria de gallina, ha elegido su destino y lo seguirá eligiendo, es ese el fin, ya que el final es inacabado. Ojalá la represión sea la que conduzca por fin, ya sea en las urnas o de manera sublevada, a castigar a esos que tanto han saqueado las tierras de nuestro pueblo, pueblo que es igual de trabajador y echado pa' lante con todas las adversidades. Un pueblo guerrero y heredero de Benkos Biojó.