Cuatro bancarrotas no fueron suficientes para opacar la ambición del antioqueño Ramiro Agudelo, el empresarios que domina el negocios de los cascos en Colombia. Desde que tenía 15 años sabía que lo suyo eran los negocios pero floreció en forma cuando llegó a los treinta.
Empezó con la comercialización de gorras y, después de quebrarse por primera vez, se orientó hacia la ropa deportiva. Pero el éxito tocó su puerta en el año 1998 cuando inauguró Inducascos, una comercializadora y productora de cascos que, en ese entonces, operaba en una planta de 100 metros cuadrados y tenía una capacidad de producción promedio de 20 cascos al día. La creciente demanda de motos en Colombia los mantuvo a flote hasta que tuvo su primer golpe de suerte con el gobierno de Pastrana.
Agudelo vio la gran oportunidad de su negocio con la decisión del gobierno de imponer su uso obligatorio en las motos con el fin de evitar consecuencias graves en accidentes. El plan de seguridad vial ajustó los parámetros de seguridad en diseño y calidad que estos debían cumplir. Esta directriz disparó la demanda de cascos pero el envión empresarial llegaría con la llegada del gobierno de Álvaro Uribe en el 2004.
El ministro de Transporte de Álvaro Uribe, Andrés Gallego, sacó una resolución 1737 con nuevas especificaciones técnicas a los ya obligatorios cascos. Se le exigía a los motociclistas usar cascos con características para cada uno de sus componentes y diseños como visión periférica, ángulo de la coraza del casco, apertura del visor, resistencia a los rasguños, capacidad de absorción de impactos, rigidez, sumada a sus cualidades mecánicas y hasta valores de potencia refractiva. Y todas esas cualidades técnicas del producto tendrán que ser evaluadas y certificadas por un laboratorio acreditado para tales efectos. El negocio estaba bola bola y González la tuvo clara: debía ser el primero en montar un laboratorio para evaluar los estándares exigidos por el Ministerio.
Ramiro Agudelo se la jugó toda para convertir su pequeña fábrica y comercializadora de cascos, en el primer laboratorio acreditado para evaluar todos los cascos producidos y comercializados en Colombia y lo puso a funcionar en el año 2009. Una decisión que lo coronó como el zar de los cascos en una posición en el mercado que lo han vuelto imbatible.
Los competidores de Agudelo le adjudican su crecimiento no exactamente a golpes de suerte sino a sus buenas relaciones con el alto gobierno, especialmente el antioqueño, que le permitió acceder a una información oportuna para acoplarse pronto. Se sabe de su cercanía con el Ministro de transporte de Alvaro Uribe Velez, el fallecido Andrés Uriel Gallego. Lo cierto es que Inducascos obtuvo la certificación como laboratorio acreditado para la aplicación de la resolución 1737 de manera veloz. Y golpeó primero.
La respuesta con profesionalismo a las oportunidades se ha visto con creces e Inducascos se ha convertido en la mayor productora de cascos en el país: tiene más de 420 empleados, produce aproximadamente 45.000 cascos con todas las reglamentaciones técnicas en una planta de 7.000 m2 y, en el 2017, facturó un total de $76.806 millones.
Con el reciente anuncio de la Agencia de Seguridad Vial, adscrita al Ministerio del trabajo en cabeza de Ángela María Orozco, sobre el endurecimiento de las exigencias técnicas de los cascos para motos para disminuir las consecuencias en la alta accidentalidad, Agudelo vuelve a tener enfrente una variable que le pondrá su negocio a volar aún más alto.