Hace tiempo escucho en la calle una frase que me llama mucho la atención: “los invidentes ven con los ojos del alma”. Si partimos de una experiencia metafísica tal vez tengan razón, las personas ciegas vemos con los ojos del alma, ya que los ojos físicos no sirven para nada. O bueno, tal vez las personas sueñan con que algún día podamos ver y por ello le ponen ojos al alma.
No obstante, me pregunto: ¿si las personas ciegas tenemos la capacidad de ver con los ojos del alma, entonces las personas videntes son ciegas del alma? Tal vez sí, por tener los ojos físicos, los del alma les quedan vedados, pues esos ojos mundanos hacen pecar a los pobres mortales al ver en la calle mujeres con faldas cortas y en las propagandas de televisión modelos en biquinis, o al ver hombres apuestos y musculosos que invitan a las mujeres al deseo.
Bueno, afortunadamente los ciegos tenemos la facultad de ver con los ojos del alma por lo que no vemos cosas banales y mundanas, vemos ángeles pululando por todos lados, de ahí que tenemos experiencias místicas todo el tiempo y reflejamos eso a los demás. Por eso nos ven como santos y nos atribuyen tan maravillosas cualidades metafísicas.
Ahora les contaré mis habilidades con los ojos del alma. Gracias a ellos tuve la posibilidad de aprender a leer y escribir en el sistema Braille, finalizar mis estudios universitarios, conseguir amigos y tener una esposa, y aprender a desplazarme por la ciudad de manera autónoma. Aunque no niego que en ocasiones estos me fallan, porque me golpeo con vehículos que buenos ciudadanos, que no tuvieron la fortuna de tener los ojos del alma, dejan mal parqueados en los andenes, o los venteros ambulantes que ponen sus ventas sobre la loseta táctil puesto que piensan que esta es para adornar las aceras. Sin embargo, gracias a los ojos del alma me lleno de paciencia y comprendo a los pobres mortales que ponen a prueba mis bellos ojos.
En cuanto la comunidad invidente, también tienen qué agradecerle a los ojos del alma. Gracias a ellos algunos son poseídos por las musas y tocan instrumentos musicales como los dioses, otros tienen la facultad de cantar y ver a su público con los ojos del alma, lo que hace que cada persona vibre con emoción por esa mirada mística que lanza el artista. Y otros tantos que gracias a este don han podido terminar sus carreras, tener hijos y llevar una vida “normal”.
En conclusión, tengo sentimientos ambivalentes hacia los videntes, por un lado compadezco a las personas que tienen sus ojos físicos ya que nunca podrán hacer las cosas con los ojos del alma. Por el otro, les agradezco la posibilidad que me dieron de saber que poseo tal habilidad metafísica y que no había hecho consciente. Por eso digo con orgullo: con los ojos del alma me hago dueño del mundo.