Los nuevos mamertos ya no son de izquierda, ni de derecha.
Los mamertos de ahora, son toda esa caterva de indignados con la grosería, pero quienes mansamente han soportado, convivido y padecido resignados, la rampante corrupción de nuestra Colombia en absoluto silencio.
En mis escritos jamás encontrarás palabras obscenas, ni en mis respuestas a las críticas recibida en ellos. Encontrarás mi reacción contundente y enérgica, pero jamás ofensas.
Cierta población actual es tan socialmente POLITE, que se aterran y condenan la inaceptable vulgaridad de una médico desesperada por la discriminación sufrida en la puerta de un supermercado, o la del alcalde de Cartagena, aburrido de un concejo corrupto e inoperante. Pero en cambio, reciben, aceptan y felices procuran tratar, con el empresario deshonesto, político avivato, o traqueto camuflado; y a estos sí, sin sonrojo alguno.
La corrupción tiene a esta ciudad humillada y empobrecida. Sin educación, sin oportunidades y sin salud. Esto lo ha mostrado el señor alcalde en su época de veedor; sin tapujos denunció como, en la administración de Dionisio Vélez, dilapidaron 100 millones de dólares en un empréstito dirigido a llevar centros de salud a los barrios marginados. Crédito aprobado por el concejo, y se supone, haciendo control y seguimiento ellos a dichas construcciones. Hoy en día, de los prometidos centros de salud, sólo hay obras inconclusas y en abandono.
¿Donde estaban los concejales en esa época? ¿Cuál fue el control ejercido? Dos años duró la administración del señor Vélez. Sanción y rechazo social es la única herramienta de nosotros los de bien, quienes no ejercemos control ni poder. Desprecio total a toda la clase política de los últimos tiempos, y a sus beneficiados también. Esta pandemia asesina debe servir para algo.
Pedirle cordura y temperancia a William Dau es un clamor inerte. Su personalidad es así, y el manejo del vocabulario es acorde a su inexistente inteligencia emocional.
Todo lo anterior es reprochable, pero que una suspensión de éste, incluso, su probable destitución al seguir cayendo en las provocaciones de quienes se ven afectados con su administración, no nos desanime a seguir votando a conciencia.
Los honestos somos mayoría, y los malandrines (como denominó William Dau a los corruptos de Cartagena) ya lo saben, ya lo comprobaron en las pasadas elecciones.
No permitiremos que los corruptos regresen al poder.