Comprar una compañía en 44.000 millones de dólares para desaparecer la tercera parte de su valor en pocos meses es un logro de Elon Musk. Más logro todavía es que no tenga accionistas, ciudadanos o reguladores que le reclamen la pérdida de 18.000 millones de dólares que generó en pocas semanas. Fue una destrucción de valor notable. El daño social que pueden hacer los supermillonarios cuando toman ventaja frente al resto de la ciudadanía y el estado es enorme como este mesías lo demostrará.
Musk tomó Twitter (X ahora) con 190 millones de usuarios en el mundo -4 millones en Colombia-. La usan sobre todo para información e intercambios alrededor de los asuntos políticos. Entre sus primeros anuncios fue el de acabar los controles para impedir la circulación de contenidos falsos de los discursos de odio, y su intención de reabrir la cuenta a Trump. El rompecabezas empezó a tomar forma. Ante las protestas y presiones, Musk anunció la creación de un Consejo que estudiaría el tema y establecer una política de contenidos. Pero nunca lo creó.
Muchas empresas cancelaron la publicidad en la red en vista de la asociación negativa que implica poner sus marcas con valores y principios en una red que no los tiene. Twitter perdió más de la mitad de sus ingresos, lo que parecía un merecido castigo. Pero Musk actuó rápido para compensar el daño: despidió a la mitad de sus empleados, 3.700 personas (a las patadas). Luego siguieron centenares de despidos en las oficinas globales de la red. Los trabajadores intuían que eran tuercas sin derechos. Ahora lo saben. Los gobiernos no se han enterado.
Musk en su carrera mesiánica le puso la etiqueta de fuentes de información no confiables, a las organizaciones de medios que reciben dineros públicos. Como la BBC o NPR o nuestra RTVE. Por supuesto el propósito es excluir informaciones que no encajan en su ideograma, desprestigiándolas como si por contar con fondos públicos la calidad de la información se deteriorara necesariamente. Aunque Musk sabe (tal vez) que es una obligación de los estados mantener a sus ciudadanos bien informados y un derecho ciudadano recibir buena información, él, sin debate alguno, limita la oferta informativa a millones de usuarios que no podrán escoger las fuente de noticias que prefieran.
El sudafricano va más allá de ser un poder económico. Es un factor de poder militar y de control social
El sudafricano va más allá de ser un poder económico. Es un factor de poder militar y de control social. Para desarrollar su proyecto de transporte espacial Space X gastó una fortuna pero recibió de premio un contrato de 1.6 billones de la Nasa para abastecer la Estación Espacial Internacional. Space X ha lanzado 4.519 satélites que tiene en órbita ocupando gran parte del espacio disponible para este propósito. Dentro de poco nadie podrá competirle porque el área disponible es poca y podrá hacer lo que quiera con la red de comunicación más grande que ha tenido el planeta.
Ucrania pagó los costos de esa dependencia de Musk. Space X es la proveedora del servicio de internet en toda Ucrania. La fuerzas de este país pueden planear sus ataques y defensas gracias a este servicio. La capacidad de comunicarse en tiempo real entre las distintas unidades en el campo de acción es vital. Pero, hace unos meses, al entrar en territorio controlado por los rusos, los militares ucranianos se encontraron con el servicio de comunicación suspendido. Las operaciones fracasaron. Musk le dio poco después un ultimátum al Pentágono: si no asume el costo de mantener este servicio en Ucrania que él estima en USD 400 millones anuales-lo cortará. (Ver artículo “Elon Musk´s Shadow Rule, en New Yorker) ¿Tiene derecho un ciudadano a censurar lo que circula en la red social que afecta de manera directa a 190 millones de personas e indirecta a mil millones? ¿Ser supermillonario le da ese derecho? ¿Por qué los millones de afectados por su decisión no tienen voz? ¿Por qué pocos estados actúan para proteger los derechos humanos de segunda generación? Por una razón: “Musk se considera a sí mismo el máster del universo y las reglas terrenales no le aplican.” Los nuevos dioses terrenales.