La sociedad en general y particularmente la sociedad colombiana vive inmersa en una cultura violenta, se han naturalizado situaciones desagradables dentro de los vínculos sociales donde la unión del grupo se fortalece a través de “la recocha”, de esta manera, se aceptan violencias que pasan inadvertidas o que incluso están bien vistas porque se convierten en lo socialmente correcto. Es así como nuestros niños crecen expuestos a estos tipos de ambientes, e incluso sufren violencias por parte de sus padres con la excusa de que le están forjando el carácter.
En el transcurso del 2022 se han conocido muchos casos de acoso escolar al interior de muchas instituciones educativas del país, y un caso en particular, donde un menor de 12 años decide quitarse la vida, en Estados Unidos, debido al Bullying que sufría en su escuela, prendió las alarmas de los expertos, quienes aseguran que el aumento de los casos de acoso se deben, principalmente, a la presencialidad, después de que los menores estuvieran dos años recibiendo clases virtuales.
Si bien es cierto que el acoso escolar, el Bullying o matoneo siempre ha existido, volver a la presencialidad después de interactuar dos años a través de medios digitales, está siendo un gran reto para estudiantes, profesores y padres de familia.
Por una parte, según expertos como María Paula Aguilera, Psicóloga de la Universidad del Bosque, los estudiantes durante el tiempo que estuvieron de manera virtual perdieron las habilidades sociales para interactuar, adicionalmente muchos pasaron a la preadolescencia o adolescencia, teniendo muchos cambios físicos, y sumado a ello, durante la pandemia hubo un incremento en los conflictos intrafamiliares, por lo cual los menores están descargando todo esto al interior de las aulas.
Por otra parte, se hace necesario pensar en toda la carga que ejercen las redes sociales en los niños, pues además de todos los cambios a los cuales se han tenido que adaptar, se le suma la gran presión que ejercen figuras como influenciadores, artistas y demás referentes que han ido surgiendo con el crecimiento de estas herramientas de comunicación, quienes a través de sus contenidos imponen estilos de vida, canones de belleza e incluso dinámicas de consumo. Dichas realidades se convierten en fuentes de inseguridades y dan pie para ejercer otro tipo de acoso, el cibernético.
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De acuerdo con el panorama anterior, se hace urgente pensar en la forma de prevenir el acoso escolar, ya que las heridas que deja ser victima de este tipo de violencias causan una serie de afectaciones difíciles de superar, pues las escuelas deben ser lugares para ser felices, aprender, crecer y divertirse y no deben ser espacios para tratar de sobrevivir, de ahí que se haga necesaria toda una deconstrucción de la manera en que nos vinculamos, pues de nada sirven rutas para la prevención del acoso si al interior de las familias, o incluso los mismos profesores ejercen violencia a través de la inocente “recocha”.
Si bien es cierto que el acoso va escalando, que es un abuso físico y psicológico que se ejerce de manera sistemática y que tiene diferentes causas desde la violencia intrafamiliar, la falta de satisfacción de las necesidades básicas, etc., una manera asertiva de comenzar a prevenirlo es cuestionando la forma en que estamos acostumbrados a relacionarnos, empezar a pensar en el lenguaje que utilizan nuestros grupos de amigos cuando nos reunimos.
La manera en que nos comunicamos al interior de nuestro núcleo familiar, e incluso la manera en que nos hablamos a nosotros mismos, pues el lenguaje es el primer paso para crear nuestra realidad y si nosotros mismos constantemente nos estamos hablando mal, nos irrespetamos en nuestra propia mente, nos hacemos daño con nuestros pensamientos e incluso con acciones, cómo esperamos llegar a educar a un niño que apenas está aprendiendo a relacionarse.
Es el momento de cuestionarnos y dejar de permitir que dentro de nuestros vínculos se “recoche” con temas que tengan que ver con el sexo, el género, la etnia, la clase social o la preferencia sexual de las demás personas, este es el primer paso para la prevención del acoso escolar en los colegios, pues si seguimos reproduciendo las mismas formas de comunicación desde este tipo de violencias, los menores también lo harán, así que la tarea es aprender a relacionarnos desde el amor y el respeto.