Sin lugar a dudas, los grandes personajes del año, los del alto podio-trono-solio, los ganadores de la Tierra a la Luna, los del primerísimo lugar 2023, son los niños Lesly, Soleiny, Tien Noriel y la nena Cristin. Los hermanos Mucutuy. Jacobombaire, los dos primeros, y Ranoque, el par restante, en cuanto a primer apellido. Mucutuy es apellido materno. Pertenecen a la etnia uitoto de la Amazonia colombiana.
Unas notas al margen. Como jits beisboleros que pican y se extienden.
Acatemos la directriz plasmada en el libro Gazaperas del maestro Argos, Roberto Cadavid, en el sentido de escribir «Amazonia», con acento en la sílaba ZO. Nadie dice “Colombía” ―tilde por hiato en la vocal I, en este caso y subsiguientes―, “Bolivía”, “Francía”, “Italía”, “Alemanía”, “Grecía”, “Rusía”, “Australía”, “Californía” o “Galía”. En cuanto a Turquía, va volviéndose arcaísmo porque ya decimos Turquiye. De ese modo se oye en lengua turca. Así, pues, amigas y amigos, ¡nada de “Amazonía”!
En la historia inmediata, los ancestros uitotos más cercanos fueron sobrevivientes del genocidio del caucho. A efectos de conocer algo del tema, léase La Vorágine, de José Eustasio Rivera; Canaima, de Rómulo Gallegos; De los vientos o la muerte, de Lucy Fernández, o Toá, de César Uribe.
Lesly Mucutuy, a sus escasos 13 años, es la cara de la mujer colombiana
Los antepasados más antiguos llegaron a nuestros paradisiacos parajes de Asiateura. Eran descendientes de cazadores nómadas siberianos. Cruzaron el terraplén de tierra que, por ese entonces, era el actual Estrecho de Bering. Arribaron en las últimas décadas de la Edad de Hielo, hace más o menos 15.000 años.
Asiateura es el continente Asia+Europa. Es el más extenso del mundo. Estuvo unido a nuestro “nuevo” continente Aviayala por un puente natural en la era señalada. Como África a Asia, antes de la construcción del Canal de Suez.
De acuerdo a una definición literal de continente, este es una gran masa de tierra rodeada por océanos o mares. Se debe decir Asiateura, puesto que decir “Euroasia” sería darle prelación indebida al eurocentrismo de Josep Borrell y otros neonazis.
Resulta que Asia y Europa están pegadas como uña y mugre, y no por metros lineales de un puentecito de tierra, un estrecho o un canal, sino por ¡más de 3.700 kilómetros de piedra compacta y arena polvorienta!
Los límites entre Asia y Europa arrancan, por el panorama suroeste, en el mar Egeo. Luego nos metemos por el mar de Mármara. Viene el inmediato mar Negro. Seguimos tierra firme, por la cuenca del Gran Cáucaso. Otra vez tomamos aguas por el noroeste del mar Caspio. Por último, monte corrido arriba por las montañas Urales.
Por tanto, Europa es un subcontinente, así les duela aceptarlo a geógrafos retrecheros del Viejo Subcontinente. Ojo, dije subcontinente. Guardando proporciones, es como el descenso de categoría de Plutón, que hoy día no es un planeta a secas y con todas las de la ley, sino uno enano, equiparable a Ceres, en el Cinturón de Asteroides entre Marte y Júpiter. Son cinco los planetas enanos del Sistema Solar. Los otros tres son Eris, Makemake y Haumea.
Hechas estas aclaraciones, vamos a lo que venimos.
Antes de los grandes titulares, los Mucutuy eran cuatro niños anónimos que, a menudo, se refugiaban selva adentro huyendo de las crueles palizas que el padre-padrastro les propinaba. A ellos y a su madre, según acusación que reposa en la Fiscalía.
La avioneta que los trasportaba iba de Solano, municipio del departamento del Caquetá, hacia San José del Guaviare. Se estrelló en un enmarañado sector del Caquetá el día Primero de Mayo. Es el día de los trabajadores y debe ir en iniciales mayúsculas según reglas de nuestro colomboñol. Los restos de la nave fueron encontrados dos semanas después del accidente, sin los niños y sin mayores pistas de la ruta que tomaron.
Conocida la situación, la presidencia de la República ordenó la búsqueda a un batallón de militares liderados por el general Pedro Sánchez, comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales. Con toda pertinencia, se le llamó Operación Esperanza a la misión. Luego se aumentaría el número de personas en labores de rastreo, añadiéndose un contingente de habitantes aborígenes del territorio cercano al lugar del siniestro.
Día, tarde y noche, los exploradores rastreaban los terrenos y nada que aparecía el cuarteto de infantes.
Según se supo después, los niños habían eludido los equipos de buscadores que se les acercaban. Se escondían porque que les daba terror volver a las torturas que les daba el padre-padrastro.
Trascurrieron soles y lunas. Medios tremebundos que sabemos, y también medio mundo, se mostraban cada vez más pesimistas del buen resultado de la búsqueda.
Al día cuarenta, 9 de junio, fueron encontrados. Desnutridos por la mala alimentación. De urgencia fueron llevados a Bogotá, donde se han recuperado de forma satisfactoria, bajo protección del ICBF.
Libros: Operación Esperanza, obra institucional de la Fuerzas Militares de Colombia. Los niños del Amazonas. 40 días perdidos en la selva, de Daniel Coronell. También está el relato La selva madre, cuatro niños y cuarenta días después, de José Castaño.
¡Es realmente increíble que estos niños hayan sobrevivido cuarenta días perdidos en la selva!
