Los ninis de la política colombiana: una generación de ciudadanos líquidos

Los ninis de la política colombiana: una generación de ciudadanos líquidos

“El voto en blanco es una opción constitucional, pero no la mejor en este momento de crisis, ad portas del abismo institucional que implicaría una dictadura de ultraderecha”

Por: Edilson Silva Liévano
mayo 29, 2018
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Los ninis de la política colombiana: una generación de ciudadanos líquidos

Tras los recientes resultados de la primera vuelta en Colombia, una buena parte de los votantes de la Alianza Verde han declarado en redes sociales que no votarán “ni por Duque ni por Petro”. El propio candidato de los verdes, Sergio Fajardo, declaró: “me pareció ser consistente: ni Petro ni Duque”. En realidad es una lástima que la coalición de los verdes no haya logrado pasar a la segunda vuelta, sobre todo porque tenían de base a grandes políticos como Antanas Mockus, Jorge Robledo o Claudia López de los que conocemos su talante o prestigio ético. Representan aquellas buenas prácticas que vale la pena conservar en la política: cero corrupción, renegociación de los TLC con Estados Unidos, lucha contra la desigualdad, educación, entre otras. Creemos que en un eventual gobierno progresista las puertas estarán abiertas porque representan lo que tanto uno como otros queremos para el país: el bien común.

La denominación de los ninis comenzó siendo un apelativo para señalar a casi 20 millones de latinoamericanos que en el año 2016 “ni estudiaban ni trabajaban”. En este informe del Banco Mundial elaborado por De Hoyos, Halsey Rogers y Miguel Székely se mostraba que esa gran masa de jóvenes en edad productiva que no hacía nada terminaba afectando el crecimiento económico y favoreciendo el crimen. Pues bien, estos ninis constituyen una gran masa paralizante de la sociedad. Los ninis ocupan la terrible posición de no hacer nada, pero reclaman de sus estados o sus familias manutención, asistencia médica, vivienda, entretenimiento, etc. Alguien puede argumentar que son la expresión posmoderna (revisión crítica del proyecto moderno) de una sociedad que creyó excesivamente en las bondades de la educación y del trabajo. Eso puede ser cierto, hasta cierto punto, pero no es menos cierto que se convierten en un foco fácil de organizaciones criminales que los captan para delinquir o prostituirlos.

¿Qué tenemos entonces? Dos opciones políticas ante los cuales los electores deberán inclinar su péndulo: el uribismo versus los progresistas. Uno se pregunta si es que el programa de los verdes era tan diametralmente opuesto a la campaña de los Progresistas como para que valga la pena considerar en este momento tan crítico para la institucionalidad, el territorio, los derechos humanos, permitir que la sombra del uribismo se devore el país. Los que dicen ni Petro ni Duque se comportan como esos otros ninis, como una posición paralizante, pero peor aún, que devuelve al país a las fauces de la guerra. El voto en blanco no parece ser la mejor opción. Como lo ha dicho el Centro Democrático, su prioridad es hacer trizas los Acuerdos de la Habana. Qué lamentable que desde nuestro egoísmo político terminemos por no respaldar una política de la vida, de la paz, de la economía alternativa, de las energías limpias, de la educación para los pobres, de la anticorrupción, animalista. Si algo demostró la campaña de los Progresistas es que fue la única que fue marcando un discurso coherente para construir un país con justicia social. Así que hasta Duque terminó prometiendo paneles solares y educación gratuita para los pobres.

A la larga, estos ciudadanos del nini encajan a la perfección en lo que Zygmunt Bauman denominó la “modernidad líquida”. Es decir, ya no existen posiciones sólidas, solo adaptativas, flexibles. Sandra Borda usó una expresión que me parece muy válida, muchos (no todos) de los verdes son solo apenas una clase social e derecha “enclosetada”. Si tanto querían el cambio, si tanto buscaban la educación, si tanto aclamaban la justica social, si tanto luchaban contra la corrupción, si tanto embanderan las causas de la comunidad LGBTI, yo no encuentro mayores diferencias con los progresistas, creemos, muchos ciudadanos como yo, que es tiempo de no emitir juicios paralizantes, de no portarnos como los ninis. Claro, el voto en blanco es una opción constitucional, pero no la mejor en este momento de crisis, ad portas del abismo institucional que implicaría una dictadura de ultraderecha.

Seamos conscientes, tenemos una crisis, sin embargo, los ciudadanos que nos son líquidos no son endosables por las declaraciones de sus líderes. El verdadero ciudadano es crítico, decide por su cuenta no por lo que digan sus líderes, ese tiempo de las maquinarias, quedó demostrado con los resultados de Vargas Lleras, están quedando atrás. El ciudadano no líquido tiene que pensar en una democracia que nos convoque a todos, pluralista y liberal, que proteja la vida antes que lastimarla con la guerra, humana. No le hagamos el juego a la política de Seguridad Democrática que incorporó una única forma de solucionar el conflicto: la muerte. Construyamos un frente nacional ciudadano por el diálogo y la paz, por la anticorrupción, la justicia social, la educación de los pobres, la vida digna, las energías limpias, la economía agrícola. Es decir, es hora de ser más sólidos en nuestras posiciones políticas, y no volubles a los caprichos de los líderes. ¿Qué es lo que usted quiere para el país? ¿Busca el bien común o el de unos pocos? No sea tan nini.

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