Hace 11 años Julio Mario Santodomingo, en el ocaso de su vida, sufrió un golpe tremendo: su hijo Julio Mario Santodomingo Braga, moría de cáncer a los 54 años. Había tenido una vida intensa. Se codeó con los más grandes del rock y se obsesionó con la contracultura hasta el punto de que dejó un legado impresionante de estos objetos, desde discos hasta pipas indias para fumar marihuana.
Era un rebelde que se quedaba dormido en juntas directivas. Sus dos hijos Julio Mario Jr y Tatiana, con la ex modelo brasileña Vera Rechulski, seguido sus pasos libertarios, protegidos por una fortuna inagotable.
Julio Mario Santo Domingo III creció viendo en su casa a Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, tirado en el suelo inconsciente después de una fiesta de tres días, a Yoko Ono intentando infructuosamente vender sus instalaciones imposibles, a Lenny Kravitz mostrando, por primera vez, su disco más famoso: Are You Gonna Go My Way. Su padre, Julio Mario Santodomingo Braga era un referente de la contracultura y el hipismo. Entre sus amistades se contaron galeristas tan famosos como el británico Robert Fraser, pintores como Andy Warhol, escritores de la altura de William Burroughs y Victor Bockris y, por supuesto, Mick Jagger. Hasta que murió de un cáncer de páncreas, en el 2009, Santodomingo Braga asistió cada año a los cumpleaños del líder de los Rolling Stones sin importar a donde fuera la fiesta.
Allí creció Julio Mariohasta que viajó a estudiar a Suiza, la segunda patria de su padre, donde tenía otro lugar de encuentros en Ginebra. Concluido el bachillerato en el Ecole Internacionale regresó a Estados Unidos a estudiar arte en la Universidad de Boston. Con el cartón decidió, como su padre, darle rienda suelta a sus pasiones.
Con una fortuna de USD 2.000 millones de dólares, que lo coloca entre los jóvenes más ricos del mundo según Forbes, Julio Mario III, se instaló en un apartamento de 250 metros cuadrados por el que pagó USD 4 millones en el renovado distrito de Meatpacking, y soltó su gusto por la música, también heredado de su padre. Ni intérprete ni compositor decidió convertirse en DJ y convenció a su amigo, el empresario Hervé Larren, de montar una industria para el entretenimiento que les diera nombre como los mejores animadores de fiestas de Nueva York. Nació entonces en el 2007, las Sheik’n’ Beik.
Las mezclas de Dance psicodélico que lograba Santo Domingo III desde sus consolas le partían la cabeza al más cuerdo. En un par de años Julio Mario se cotizó como un influyente DJ con clientes como el millonario ruso Roman Abramovic, dueño del Chelsea. La fama trascendió fronteras para animar discotecas en Beirut, Londres, Rio de Janeiro y Bogotá. A veces, cada vez que puede, se escapa a Mónaco a saludar a su hermana Tatiana quien ya forma parte de la casa real de Mónaco.
Tatiana es otra rebelde no solo en la manera como viste sino en sus actitudes con las que ha roto con la tradiciones de la realeza europea.
Tatiana nació en Nueva York en 1983, ciudad en donde su abuelo se había establecido definitivamente desde 1977 , pero se trasladó a vivir con su mamá Vera Rechulski,-separada de su papá- a Europa y siempre se ha movido entre Ginebra y Paris. En el 2002, mientras estudiaba en L’Ecole Active Bilingüe Jeannine-Manuel de París se hizo íntima de Charlotte Casiraghi. De allí resultó su matrimonio con Andrea, con quien se conoció en el 2004. Fue un flechazo a primera vista. Él la siguió un año después cuando Tatiana se fue a estudiar Historia del Arte en la New School for Liberal Arts.
Quedó embarazada cuando convivia con su novio Andres Casiraghi y no lo escondió. Se le veía embarazada en las fotos con la familia monaquesa y se casó ya siendo mamá en 2013, y a su manera, acompañada por su amigas Eugenia Niarchos, nieta del armador griego Stavros Niarchos y con acciones en la cerveza Guinnes, Marguerita Missoni, heredera de la dinastía textil del mismo apellido fundada en 1953, Francesca Versace, hija de Donatella, y la princesa alemana Elisabeth von Thurn .
Veranos en Ibiza, bodas en Cartagena, fiestas electrónicas en Nueva York, temporadas larguísimas en Londres, Andrea y Tatiana fueron inseparables desde que se conocieron. Ella, lejos de ser una socialité cualquiera, se esmeró por estudiar y cultivarse en las artes. Nunca le impresionó demasiado que Andrea fuera el segundo en el orden de sucesión al trono de Mónaco después de su madre Carolina, ella es bastante más rica que los Cashigari. Tatiana habla cinco idiomas y sus autores favoritos son Dickens y Alejandro Dumas, sobre los que ha escrito varios ensayos.
Trabajó durante un año con el director de arte italiano Giavanni Bianco en varios comerciales de las marcas Prada, Zegna, o Versace. Ha hecho artículos para Vanity Fair, toma fotos que se han publicado en las revistas Europeas y, desde el 2012, un año después de la muerte de su abuelo Julio Mario, se dedica junto a su amiga la chipriota Dana Alikhani a impulsar Muzungu Sister, una de las marcas de ropa étnica reconocidas que se ganó en 2017 el MCFW Fashion Awards.
Gracias a la marca, Tatiana Casiraghi ha tenido contacto con Colombia mas allá de las bodas de sus tios Alejandro y Andrés en Cartagena. En su marca ha implementado accesorios de las mujeres de la tribu Kankuamo, pueblo Chibcha que se ubica en las inmediaciones del Guatapurí en Valledupar. También supo adaptar las mochilas arhuacas y wauyúu a sus prendas. En realidad, Tatiana ha recorrido todo el mundo investigando y por eso su estilo étnico y boho-chic ha causado furor en el principado. Su sueño era llegar a los cuarenta años llena de hijos y perros, perdida en un chalet en Ginebra, pero ahora la pasión se la tiene puesta en su marca Muzungu Sister, un estilo de moda perfecto para los hípsters millonarias del mundo, como ella.
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