Desde hace meses me vengo preguntando si por ser negro pierdo mi derecho a la expresión libre y a la libertad de conciencia. La presión social que siento por parte de ONG, fundaciones y activistas negros —porque según ellos, como negro debo ser de izquierda— es inmensa y discriminadora. Siempre he defendido que ni el color de piel ni la orientación sexual de una persona determinan sus ideas. Colombia ha llegado al punto de polarización tan despiadada que se reciben ataques desmedido que van hasta las agresiones físicas, por el simple hecho de apoyar al presidente Iván Duque, al Centro Democrático y por defender ideas republicanas ¡Como debe ser!
Sigo muy de cerca las políticas de Donald Trump en Estados Unidos, desde un principio lo apoyé, él es republicano, como yo, ambos defendemos el capitalismo, lo que todo país necesita para avanzar. En EE.UU. los progresistas y demócratas (la izquierda) atacan a todo negro republicano, parten del mito que los negros no deben ser republicanos porque supuestamente es el partido de los racistas. Muchos ignoran que el Partido Demócrata defendió la esclavitud, la segregación racial y al Ku Klux Klan.
En Colombia también se subestima al capitalismo y se ignora su importancia en la historia de la abolición de la esclavitud: este garantiza competencia, acceso al mercado, ataca la discriminación y elimina el racismo. Recordemos que la manumisión republicana demostró cómo el capitalismo sirvió para abolir la esclavitud y convertir amos esclavistas en patrones que contrataban mano de obra en vez de esclavizarla.
Tengo muy claro que mi color de piel no me obliga ni a mí ni a nadie a ser de izquierda o de derecha, republicano o demócrata, mi color de piel es solo —según yo— una virtud. Todos somos libres de escoger a quién apoyar, por cuál partido votar y qué ideología política defender, sin temor a ser discriminados ni perseguidos por esto. Ojalá y quienes me amenazaron y me agredieron física y verbalmente en Cali el pasado viernes 13 de julio por ser negro, de derecha y apoyar a Duque lo entiendan.
En muchas ocasiones a través de mis redes sociales, en debates de compañeros de universidad, en radio, en chats, etc., me degradan por defender en lo que creo, me tildan de “blanquito” o de negro que aparenta ser de raza blanca, me han dicho que es una vergüenza que un negro defienda a Trump o a la derecha, que es contradictorio ser “latino” y republicano, además de insultos y falacias. Irónico ver el racismo de los “antirracistas”, sus prejuicios, sus mitos y su inmadurez para entender que somos una sociedad que no vive del pasado sino del presente, donde todo individuo tiene derecho a la libre expresión, a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa.
La existencia de negros republicanos es un motivo de pánico para la izquierda, porque su simple existencia refuta toda su narrativa que busca monopolizar las "minorías", se les acaba esa manía de usarlas como instrumentos de lástima. No pasa por la cabeza de esa gente que el negro pueda ser, efectivo y conscientemente un republicano que entiende que la defensa de la Constitución y de la libertad económica es el camino, que adoptar el paternalismo estatal genera solo dependencia y representa una forma moderna de esclavizar para las "minorías".
No se le puede exigir a los negros ni a los gais ni a nadie adoptar ciertas ideas solo por su color de piel, origen étnico, su religión o su orientación sexual, eso es racismo. Es necesario combatir desde ya ese racismo positivo al que tanto negros como mujeres y como miembros de la comunidad LGBTI están siendo sometidos por quienes arbitrariamente se creen dueños de la verdad y de las "minorías". Debemos luchar, además, contra esa táctica de la izquierda mamerta de humillar a toda persona que no apoye su marco ideológico.
Que la izquierda lo entienda de una vez por todas ¡Los negros no tenemos que ser de izquierda!