Escapar de Medellín era la meta principal de esos personajes tan ciertos, tan bonitos y tan en blanco y negro de Los Nadie de Juan Sebastián Mesa. Malabaristas de comunas, punkeros y saltimbanquis. Cuando en Rodrigo D No había futuro, con Los Nadie de Juan Sebastián Mesa hay un presente sin afanes, sin grandes ambiciones más allá del día a día, una quizás, la de viajar por Suramérica, como con los Diarios de Motocicleta de Walter Salles. Sigue siendo la Medellín en la que se confunde pólvora con plomo, pero una menos fatalista que los retratos del maravilloso Víctor Gaviria, vista también con la gracia del humo de la marihuana, con la pasión del primer amor sin embarazos no deseados – sus hijos más queridos eran esas maticas felices – y con esa burla hermosa que va a escandalizar a las viejitas malosas o de buen corazón rezanderas de Colombia.
Ver Los Nadie es vivir emparrandado y borrachito en el Guanábano, ese paraíso de la bohemia paisa, o por las Torres de Bombona. Es huir a las maliciosas buenas costumbres que siguen escuchando Olímpica Estéreo a todo timbal en los barrios populares de Medellín, entre el olor a sancocho de calle, o marranos muertos en una constante fiesta. Es vivir sin un peso y gozar con botellitas de cerveza compartidas entre 3 o 4, entre la coquetería y las decisiones de vivir inmediatamente. Finalmente es andar entusado entre heladerías que tocan Leo Dan con ¿Qué te pasa corazón, qué cosas tiene el amor? y eufórico entre los pogos, el smog y la chucha.
Hace poco estos Nadie obtuvieron el Premio de la Audiencia de la Semana de la Crítica (Circolo del Cinema di Verona) y se ganaron 5.000 euros. Seguirán siendo Los Nadie pese a la fortuna, su naturaleza es tan cierta que seguro chirriaron en las fiestas de la alta alcurnia cinematográfica europea. Estoy seguro que uno de ellos metió encaletado un porro y un vino barato. A su llegada a Bogotá, fijo se gastaron parte de la fortuna donde Doña Ceci en La Candelaria y siguieron parrandeando, pintando paredes, siendo felices y contagiando felicidad.
Juan Sebastián Mesa, director de Los Nadie nos contó algunas cosas.
¿Cómo lograste paladear las fronteras invisibles en las comunas. En cuales comunas filmaste y cómo lo lograste?
¨Para poder grabar una película como Los Nadie es necesario entender las dinámicas de una ciudad como Medellín, que está fragmentada y que sus estructuras de poder están desdibujadas; nos tocó en algunos casos evidenciar cómo es el funcionamiento interno de los barrios en términos de seguridad y de orden territorial para poder entrar a grabar a muchos lugares. Era la única forma, no puedes llegar con la Policía a todos lados, las únicas que hacen eso son las producciones gringas que llegan a rodar a la ciudad, cierran todas las calles, las llenan de extras y luego se van. Esa no era nuestra intención, nosotros queríamos retratar una ciudad viva, queríamos poder mimetizarnos, respetar sus dinámicas y robarnos momentos únicos e irrepetibles¨. La película fue rodada en la Comuna 7 en el Barrio Robledo, en la Comuna 10 en el Centro de Medellín, en la Comuna 3 de Manrique y en la Comuna 11 de Laureles – Estadio.
Chistes como: paso que se metan marihuana pero no que se droguen por los ojos, o, si su tía le quiere sacar el diablo...yo se lo quiero meter, ¿pasaron en la realidad?
Muchos de los chistes de la película parten de conversaciones con mis amigos, en medio de la cotinianidad de lo que es ser un joven que vive en Medellín, que aprende a quererla, a odiarla y a burlarse de ella y de sus contradicciones. Otros chistes surgieron durante los ensayos, que fue una de las partes que más disfruté de todo el proceso, en los ensayos comenzamos a trabajar cada uno de los personajes, hicimos muchos ejercicios de escritura, de invisibilización de cámara y de improvisación, salían cosas que nunca se me hubiera ocurrido escribir.
Podría decirte, sin miedo, que parecemos viviendo en el siglo XIX. No dejo de pensar en las escenas de las mujeres cristianas en tu película. Medellín de hecho es una ciudad tremendamente religiosa. Háblanos de la libertad real de los jóvenes en su diario vivir y cómo su libertad de expresión tiende a mutilarse por las creencias cerradas de una generación pasada: padres, abuelos.
Yo creo que la libertad empieza por uno mismo, y si no eres capaz de vivirla es porque has asumido una postura cómoda frente al mundo. La religiosidad está ahí, hemos crecido con ella, muchas veces presente como un espejo en el que no queremos vernos reflejados. Es evidente que el mundo está cambiando y ese es precisamente su miedo, los valores en los que se fundamentan sus creencias se están empezando a debatir y a contrastar con otras formas de ver el mundo, formas más libres, en algunos casos más humanas, estos debates son importantes, que en un país tan “camandulero” y con triple moral como Colombia ya se hable de esto es un gran paso, es evidencia de que así nos cueste y tome tiempo, estamos cambiando.
¿Qué hay de Los Nadie hoy en día?
¿Los Nadie actores? ¿Los Nadie productores? ¿Los Nadie sonidistas?...la película hizo que todos los que trabajamos en ella nos convirtiéramos en una gran familia, nos ha cambiado mucho como personas, fue una gran escuela para todos, sin embargo nuestras dinámicas de vida siguen siendo las mismas, cuando empezamos la película teníamos muy claro que ninguno de nosotros se convertiría en un actor famoso y que nada aseguraba que pudiéramos volver a actuar o a dirigir; Los Nadie se hizo por la felicidad que significaba hacer una película con un grupo de amigos, hicimos la película que nos hubiera gustado ver en la pantalla y ese es nuestro mayor logro como equipo.