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El martes, 18 de mayo, se registraron 482 muertos por covid, y continúan 104.196 casos activos de la peste, lo que indica que no hemos llegado todavía al pico de esta nueva tanda de la pandemia.
El 19 de mayo, cuando se inicia un nuevo resurgir de las oleadas del paro nacional de protesta contra el señor Duque y su cada vez más débil gobierno, faltaban 24 días para el 13 de junio, el día señalado con ímpetus y apasionamientos para dizque comenzar la Copa América en territorio nacional. Como el crecimiento de los casos de covid por estos días son una consecuencia de las aglomeraciones y marchas propiciadas por el paro que se inició el 28 de abril, es muy probable que para ese 13 de junio, cuando insistan infantilmente en inaugurar la Copa América, el número de muertes haya crecido desorbitadamente y la cantidad de infectados esté sobrepasando todos los límites calculados.
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Desespero emocional sentimos hervir en el país entero al estar bloqueados y sabernos incapaces de poder reaccionar ante la terquedad y la soberbia de quienes lo gobiernan
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Es contundente que los grandes movimientos de masas que deben presentarse hoy en las calles de casi todas las ciudades colombianas propiciarán el aumento de casos para dentro de otros 21 días. Pero, en especial, es el desespero emocional que sentimos hervir en el país entero al estar bloqueados y sabernos incapaces de poder reaccionar ante la terquedad y la soberbia de quienes lo gobiernan y de quienes se oponen llevándolo al despeñadero, lo que vuelven estos días el caldo de cultivo para que se cometan de un lado o del otro cualesquier barrabasada.
Ya no estamos jugando con candela. Nos estamos quemando mientras idolatran aculillados a la nueva secta del respeto por los derechos humanos. Es muy significativo que no veamos ni oigamos una sola voz de apoyo a la gestión gubernamental del señor Duque y su tambaleante gobierno por parte de algún gobierno de algún otro país. Nos estamos achicharrando en nuestra propia incapacidad, contagiándonos al máximo del covid, viendo desfallecer a los médicos y paramédicos cansados y agotados de batallar contra el fantasma de la peste, pero sobre todo presenciando como la tenue llama de la esperanza se nos va apagando porque ni el presidente Duque renuncia ni ninguno de sus ministros o de los empresarios y políticos que todavía lo apoyan se atreve a reemplazarlo al mando de la nación.