La desafortunada calificación que el canciller Leyva le dio al exembajador Benedetti de drogadicto, es igual a la de señalar a alguien como “borracho” para desvalorizarle, estigmatizándole, por el solo hecho de ofrecer una visión diferente de la realidad aceptada por otros.
El antiguo embajador en Caracas tiene un lenguaje procaz. Puede haber admitido que estaba borracho y quizás hasta que haya recaído en las recias batallas para alejarse de los alucinógenos. Pero como las verdades de puño no se desvirtúan vociferando las debilidades de quien las diga, todo lo que dijo Benedetti no puede ser borrado por un adjetivo condenatorio. Lo conveniente, para el país y el gobierno de izquierda, es rebatir o aclarar la sarta de denuncias de Benedetti que fueron publicadas.
Benedetti logró que al presidente lo visitara un” HP de Prisa”, la poderosa dueña de ´El País´ de Madrid y de Caracol Radio en Colombia, socia con el estdo español de Indra. la contabilizadora de las elecciones presidenciales
De ellas hay curiosamente dos que tienen que ver con el manejo de los asuntos de la cancillería. La primera es la referencia a que 15.000 millones de la campaña presidencial pueden haber llegado allende las fronteras, directamente o en una triangulación que se estila en estos días. La segunda, que Benedetti logró que al presidente Petro lo visitara un” HP de Prisa”, la poderosa dueña de El País de Madrid y de Caracol Radio en Colombia, y socia con el estado Español de Indra. la empresa contabilizadora de las elecciones presidenciales, pero a la que nunca le cuestionaron si contaba mocos o votos.
De allí podría desenvolverse un ovillo porque efectivamente Joseph Oughourlian, el armenio dueño del Fondo Amber, mayoritario en Prisa, estuvo con Benedetti en Casa de Nariño y el realineamiento ideológico de Caracol Radio frente al gobierno Petro se produce en todos los órdenes después de esa interesante visita. Y como su gestión ha sido definitiva para el manejo de opinión, Benedetti tiene todo derecho, así sea drogadicto o borracho, de rememorar las veraces y grandes influencias o ayudas que tuvo para con el presidente. El resto es comer mocos.