La razón por la cual el gran Juan Manuel Polo Cervantes regresa, una vez más, como invitado a este espacio inmaterial, obedece a esa rara combinación de coincidencias y casualidades que se presentan en la vida diaria – muchas de las cuales en su mayoría resultan inexplicables a ojo de buen cubero -, pero que se dan sus mañas para decirle a uno: Aquí estoy, no me evites que no me iré hasta que me descifres.- En otras palabras, es ver cumplir en toda su extensión aquel adagio lleno de gran sabiduría popular cuando señala: “Si la flecha va para donde ti, ni aunque te quites; y si no, aunque la busques”.- De manera que no había otra excusa para evitar la flecha que esculcar el pasado y echarle una mirada a ese extraño augurio, ya que cuando vi en las redes el facsímil que nos sirve de ilustración a manera de prólogo, y que en primera instancia no me movió la cuerda de la nostalgia, bastó que un amigo de esos que aparecen muy de vez en cuando me lo hiciera llegar con el argumento de que al verlo se acordó de mí, entonces no había duda que detrás de todo esto había un cuento para contar.-
Y así fue como tomé la decisión de confesarle el episodio a la Bella para que me ayudara a desentrañar el misterio - porque estas cosas hay que asumirlas con la debida seriedad –, y ella se acordó que dentro de uno de los cajones de abajo del escaparate, amarradas con una cinta roja que terminaba en un nudo ciego, había un rollo completo de unas hojas amarillentas en donde alguna vez nos ocupamos de la vida de este acordeonero y compositor andariego y ambulante, de manera que no hubo otra alternativa que desempolvar el pasado y darle sentido a lo que aquel amigo intentó decir en su mensaje.-
Resulta que Juan Manuel Polo Cervantes, como fue bautizado, era oriundo del corregimiento Candelaria, jurisdicción del Cerro de San Antonio, departamento del Magdalena, en donde nació el miércoles 18 de septiembre de 1918, para morir, sesenta años después, el sábado 22 de julio de 1978, en el municipio de Fundación en el mismo departamento.- Sin embargo, por razones que a veces son muy confusas porque las fuentes no han logrado ponerse de acuerdo, este hombre pasó a la historia como Juancho Polo Valencia, el mismo que, “sin dientes ni muelas y sin ningún grado de escuela” tuvo toda la capacidad intelectual, si se me permite la expresión, de componer una canción cuya letra es digna de presentarla ante cualquier escenario de nuestra literatura y que responde al título de “Alicia adorada”; la que siempre ha estado por encima de otras de similar corte de nostalgia del mismo compositor como “El sombrero blanco”, “El duende”, “Lucero espiritual”, “Marleny” y “Sí, sí, sí”, entre otras.-
La historia comenzó cuando el entonces desconocido compositor tenía 24 años de edad y le dio la ventolera de cambiarse su segundo apellido y de esta manera rendirle un homenaje a su poeta favorito, el popayanejo Guillermo Valencia Castillo, que por aquellos años estaba en la cúspide y que además le coqueteaba a la política, al punto que su partido, el conservador, lo acompañó en las dos candidaturas presidenciales en las que participó.- La primera en 1918 y la segunda en 1930, y el resultado fue que en el 18 lo venció su copartidario Marco Fidel Suárez, el mismo de Bello, Antioquia, y en las del 30 perdió frente al liberal Enrique Olaya Herrera.- Sin embargo, la vida le dio revancha con su hijo del mismo nombre, quien sí alcanzó la primera magistratura en 1962.- Es decir, como político era mejor poeta.-
Entonces, con su nombre acortado y un segundo apellido con el que se identificaba gracias a su vena artística, el compositor saltó a la fama.- Si bien su atuendo era característico en las zonas donde se movía a sus anchas, no ocurría lo mismo con la forma en la que se ponía su sombrero, que lo hacía ver diferente a lo acostumbrado.- Eso tenía una elemental explicación, tanto que incluso hizo parte de los relatos que introdujo en muchas de sus canciones porque todo se debió a las consecuencias de una riña que protagonizó en la Semana Santa de 1959, cuando se fue a los golpes con un experto cortador de caña que quiso llevarse su acordeón, y el resultado fue que el músico perdió la mitad de su oreja, defecto que ocultaría con su manera de portar el sombrero siempre inclinado hacia el lado derecho.-
Su primera esposa, Calixta Alicia Cantillo Mendoza, la mujer que se volvió canción, murió de eclampsia en el momento más inesperado de la vida de Juancho.- Dicho en términos médicos, lo que se la llevó a la otra vida fue una complicación del embarazo que se caracteriza por una presión arterial elevada.- Ante el dolor que le causó la partida de su fiel compañera, el compositor no tuvo más alternativa que enfrentar esa profunda tristeza con el único pertrecho que le había entregado el Arquitecto del Universo: la música.- De aquel triste episodio nace la obra ‘Alicia Adorada’, que como muchos saben, es un canto de dolor donde el rapsoda expresa su tristeza por la muerte de su amada.-
Es más, cuentan que la primera estrofa la compuso llorando sobre el cadáver de Alicia, quien falleció el domingo siete de abril de 1940, el de Resurrección, en la hasta entonces desconocida población de Flores de María, que en esa época era corregimiento del municipio de Pivijay, Magdalena, y hoy corregimiento del municipio Sabanas de San Ángel, Magdalena, donde se había establecido con ella.-
Con apenas 18 años de edad y a tres meses de cumplir sus 19, Alicia, quien era dueña de una singular belleza, fue raptada una noche en un operativo de burros, trochas y connivencias de amores furtivos que vivió entre trojas, patios y rastrojeras por un “borracho maldito, feo e indigno de mi bella hija”, tal como lo describió en su momento Felicidad Mendoza, su mamá, que odiaba con todas sus fuerzas al personaje que tuvo la insolencia de llevársela en contra de la voluntad de sus padres.- Y partió al infinito sin poder tener su primer hijo o hija, la mujer que hoy se encuentra instalada en los más encumbrados altares del folclor vallenato desde cuando ella nació, el jueves 14 de diciembre de 1922.-
Sin embargo, para llegar a ese lamento lastimero como es considerada la primera estrofa de la inolvidable canción, se debe tener en cuenta un elemento que la hace memorable y es que a Valencia le llegó la noticia de que su esposa, con quien contrajo matrimonio en la parroquia del Cerro de San Antonio, necesitaba los medicamentos prescritos para superar sus malestares, como se lo hicieron saber mientras el compositor se encontraba en la Piñuela y como pudo retornó a Pivijay donde encontraría los remedios, pero a medio camino se le interpuso una parranda que lo mantuvo ocupado un par de días más, hasta cuando apareció en Flores de María en donde sus vecinos lo recibieron con la mala noticia de que su Alicia ya había muerto.-
Se dice que a eso de las cuatro y media de la tarde, Juancho Polo no tuvo más remedio que ir al cementerio del pueblo y frente a la tumba de su amada compañera, le dio rienda suelta a su inspiración y fue cuando le salió aquella frase que por sí sola es un tratado de filosofía, como de manera exagerada lo reseñara un periodista de aquellos tiempos: “Como Dios en la tierra no tiene amigos, como no tiene amigos anda en el aire, tanto le pido y le pido, ¡ay hombe! Siempre me manda mis males, ay pobre mi Alicia, Alicia adorada yo te recuerdo en todas mis parrandas; pobre mi Alicia, Alicia querida, yo te recordaré toda la vida”.-
Amigos cercanos al compositor coinciden cuando relatan que Juancho se inspiraba para componer a través de la bebida.- “En sus parrandas era normal verlo con una hoja y un lápiz listo para escribir”, según recordó su pariente César Meza Cervantes, de manera que tampoco resultó una novedad que luego de haber pasado tres días bebiendo ron de caña en Fundación, lo sorprendiera la muerte en su hamaca, el 22 de julio de 1978, que, como se dijo, tenía 60 años de vida, la misma que le brindó la oportunidad de conocer a otra mujer, cuyo nombre era Alicia María Hernández Páez, de cuya unión nació Sebastián Polo Hernández.-
Ahora bien y al volver al afiche de marras, ese que sirvió de presentación para esta nota, surge la pregunta: ¿En qué año fue la presentación y dónde carajo queda Mateo Gómez? Nos demoramos un buen rato para averiguar el primer dato, pero se sabe que lo segundo es que se trata de un pueblo de gentes laboriosas, ubicado sobre las riberas del legendario río Sinú, cuya fundación se remonta al 15 de agosto de 1775, por cuanto para esa época, tras llamarse "Hacienda Mateo Gómez", algunos pobladores libres, comenzaron a decir: "vamos al pueblo Mateo Gómez".-
A esto se le agrega que por allá en los tiempos coloniales, cuando el gaditano Mateo Gómez y su esposa Susana Martínez penetran a un sitio boscoso, al que explotan, apoderándose de algunas familias de la etnia de los zenúes, las que son aprovechadas y explotadas, para así enriquecerse, hasta constituir la llamada "Hacienda Mateo Gómez", que hoy es el corregimiento principal del municipio de Cereté, Córdoba, como bien lo narra en el portal Milenio su director Hugo Miguel Buelvas Posada.-
En cuanto al detalle sobre la fecha, no queda duda alguna que fue el sábado 3 de marzo de 1973, es decir, hace 50 años, cuando el salario mínimo establecido era la suma de $900,oo, cuya presentación del artista fue responsabilidad de los señores Edinson Pacheco y Alejandro Perneth, tal como lo informó Oscar Patiño que se encargó de divulgar el dichoso afiche que mantuvo guardado en algún baúl Alejandro Castro y que Alfredo Daniel Hoyos Torrente lo sacó del anonimato.-
Antes de concluir, recordemos lo que decía el facsímil o cartel que originó esta perorata.-
Que arranque la fiesta...con
Aguardiente antioqueño
LA CITA ES EN MATEO GÓMEZ
El 3 de marzo - Sábado de Carnaval
En su CASETA `EL PARAÍSO`
QUE PRESENTA AL LEGENDARIO
JUANCHO POLO VALENCIA
Alternando con una de las mejores Bandas del Departamento
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A punto de cumplirse la fecha de los 45 años de haber partido a la eternidad el gran Juancho Polo Valencia, que será el próximo sábado 22 de julio, y de los 55 años que han transcurrido desde aquel 1968 cuando ese otro grande del folclor, Gilberto Alejandro Durán Díaz le pusiera el sello personal a la versión que le ha dado más veces la vuelta al mundo que cualquier otro canto, es bueno contar quién fue la persona que mandó aquel afiche de marras al correo de quien esto escribe.-
Se llama Luis Gabriel Montero Rodríguez, un personaje público a quien conocí en El Bagre en su calidad de funcionario en la administración del alcalde Harold Alonso Echeverri Avendaño, y quien hasta hace poco revoloteó como alcalde encargado de Tarazá y ahora anda por los caminos de la política regional, por los que ya ha transitado sin mucho éxito que digamos, esta vez con ganas de hacerse a una curul en la Asamblea de Antioquia para llevar el mensaje de los olvidados bajocaucanos.-
Un detalle.- A sabiendas del gran éxito que Alejo logró con la versión de Juancho Polo Valencia y a manera de agradecimiento, el Negro grande también compuso una versión muy a su estilo en donde narra y se acompaña del acordeón, el mismo que alguna vez prometió partirlo en dos para darle un pedazo a una mujer que le pidió la separación y que a la larga lo convirtió en el primer Rey de la Leyenda Vallenata en la ciudad de Valledupar, cuando un Alejo inspirado le cantó al público y al gran jurado las canciones ‘Este pedazo de acordeón’, ‘Alicia adorada’ y ‘La cachucha bacana’ y lo demás es leyenda.- Eso fue en 1968.-
Me dijo alguna vez una mujer que qué era eso de que lo recordaran a uno en todas las parrandas y no atiné más que decirle algo que me salió de no sé dónde: “¿Qué pensarías tú de alguien que pasa de parranda en parranda y en cada una de ellas saque siempre un tiempo para acordarse de ti?”.-
Esta es la versión que Alejandro Durán hizo de Alicia:
Alicia no murió solita
porque sus amigos estaban presente en su despedida
Alicia fue noble y bonita
pero su destino estaba sellado con su partida
Una mañana de invierno el sol no salió,
estaba de luto el pueblo donde ella vivió
Las notas de Juancho Valencia
quedaron de luto cuando murió su Alicia adorada
el pueblo hoy todo comenta
toda la tristeza con que se canta aquella tonada
Allá en Flores de María junto a la quebrada
quedó la casa cerrada donde ella vivía
Alicia se volvió canción
pero mi acordeón no quiso tocarla con alegría
El pueblo, Flores de María,
donde está el recuerdo que todos cantan con gran dolor
Se murió Alicia adorada y el pueblo lloró
con mi nota pesarada, llora mi acordeón.