La historia de La Catrina empieza durante el gobierno de Benito Juárez a principios del siglo pasado. Los escritos, redactados de manera burlona y acompañados de dibujos de cráneos y esqueletos, empezaron a reproducirse en los periódicos llamados de combate. Estas eran calaveras vestidas con ropas de gala, bebiendo pulque, montadas a caballo, en fiestas de la alta sociedad o de un barrio.
La palabra "catrín" definía a un hombre elegante y bien vestido, acompañado de alguna dama con las mismas características; este estilo fue una imagen clásica de la aristocracia mexicana de fines del siglo XIX y principios del XX.
La versión original (Ver imagen 1.) es un grabado con autoría del pintor, ilustrador y caricaturista Mexicano oriundo de la ciudad de Aguascalientes José Guadalupe Posada en el año 1910. El nombre original es Calavera Garbancera. “Garbancera” es la palabra con la que se conocía entonces a las personas que vendían garbanzo y que teniendo sangre indígena, pretendían ser europeos, ya fueran españoles o franceses y renegaban de su propia raza, herencia y cultura.
Esto se hace notable por el hecho de que la calavera no tiene ropa sino únicamente el sombrero.
“En los huesos pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz ”Jose G. Posada.
Diego Rivera fue quien le dio su atuendo característico, con su estola de plumas, al plasmarla en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, donde la calavera aparece con su creador, José Guadalupe Posada, una versión infantil de Rivera con Frida Kahlo. El mural fue pintado en el año 1947.
En la actualidad La Catrina es una figura central en las festividades del Día de los Muertos, una de las celebraciones más emblemáticas de México. Este día, que tiene lugar el 1 y 2 de noviembre, es una oportunidad para rendir homenaje a los seres queridos que han fallecido.
En las ofrendas de Día de los Muertos, La Catrina a menudo se representa en forma de calaveras de azúcar y papel maché. Estas ofrendas son un tributo lleno de amor y respeto hacia los difuntos, con la creencia de que sus espíritus regresan para disfrutar de las festividades junto a sus seres queridos. La imagen de La Catrina ha trascendido las fronteras de México y se ha convertido en un ícono de su cultura en todo el mundo. Su elegancia y su mensaje de celebración de la vida y la muerte la han convertido en un símbolo universalmente reconocido.
La capital mexicana de las catrinas es Capula en Morelia, Estado de Michoacán. Este pueblo de tradición alfarera en barro ha sido en los últimos años el fortín que ha catapultado esta expresión cultural de México al mundo.
El Tlacuache nuestro segundo protagonista en esta crónica, y como se le conoce a la Zarigüeya en México, al igual que la Catrina está muy ligado a la identidad cultural de Mesoamérica.
Aunque el mito del Tlacuache (del náhuatl tlacuatzin) tiene muchas versiones, en casi todas ellas el tlacuache aparece como jefe del mundo, el astuto que enfrenta el poder de los jaguares para regalarle el fuego al hombre, quien lo saca del marsupio con su cola (por eso se le conoce como rabipelao) se lo entrega al hombre para que salga de la oscuridad. Pero esto tiene una explicación histórica y morfológica. Ya que el Tlacuache es el único marsupial que existe en el territorio americano, es de los pocos animales que se conserva sin variaciones desde que apareció en nuestro planeta, hace más o menos 64 millones de años, es un animal omnívoro y cuando se encuentra con algún depredador su estrategia es "hacerse el muerto". El tlacuache tiene su representación en varios restos arqueológicos por todo México. En la región zapoteca se han encontrado representaciones del periodo clásico que permiten afirmar su divinidad. En un taller ubicado al norte de la Ciudadela, en Teotihuacán, aparecieron algunos moldes de pequeñas figuras del Tlacuache que posiblemente eran adheridas a figuras de culto.
Sin embargo, la Zarigüeya o Tlacuache, está lejos de ser apreciado como una divinidad, el desconocimiento generalizado, la ignorancia creada y dispersada por el conocimiento popular las constantes agresiones de parte de los humanos, y sus depredadores naturales, lo hacen un individuo de la fauna silvestre americana muy amenazado.
La idea de representar la primera Catrina Zarigüeya (Tlacuache) del mundo (Ver imagen 2.), surge entre artesanos de Capula de la dinastía T. de la Cruz, tercera generación y la Fundación zarigüeya de Colombia. Esta pieza creada y moldeada en barro, pintada con tintes naturales, horneada con leña, es la representación del cuerpo de la Catrina, con calavera y cola de Tlacuache (Ver imagen 3), con Zarigüeyas en su falda y en una pose candorosa carga dos ellas en sus brazos. Adornada con atavíos, flores con diferentes matices y tonalidades en su falda y blusa, que asemejan un festival y carnaval de explosión de colores, con qué pompa, con que boato, con qué suntuosidad se busca de esta manera representar la feminidad de la Catrina en una silvestre Zarigüeya o Tlacuache.
Las estrategias de educación ambiental, toman fuerza, las representaciones y manifestaciones culturales son utilizadas para hacer más visibles a individuos de la fauna silvestre, como es el caso de las Zarigüeyas. La fusión de una catrina convertida en Tlacuache puede hacer más visible este animalito, de paso crear conciencia en el arraigo cultural de los pueblos de América, propendiendo de esta manera por la conservación de este importante recurso natural de nuestro continente.
