Hace cuatro años, el español resultó condecorado por el Congreso de Colombia con la orden de Caballero. Le premiaron la recién inaugurada escuela infantil de fútbol. Su viaje en el 2013 a Colombia fue un buen pretexto, más cuando Florentino Pérez estaba cocinando un negocio de 700 millones de euros para su empresa ACS (Actividades de Construcción y Servicios): la doble calzada Conexión Pacífico Medellín y Bolombolo, una obra 49 kilómetros, 42 puentes y dos túneles con la que se pretende reducir a 7 horas la ruta Medellín – Buenaventura. Logró esta concesión por 25 años tras derrotar a sus coterráneos Sacyr y OHL, y a la brasilera Odebrecht. Menos de dos meses después tendrían entre su portafolio de negocios la conexión Mulató-Loboguerrero-Cali a través de su filial Acciona. Quiso quedarle con la concesión por 945 millones de euros para la recuperación del río Magdalena pero el músculo financiero y político de la llave Luis Carlos Sarmiento-Gerlein-Odebrecht, lo derrotó.
Colombia no era una tierra extraña para Florentino. Desde finales del gobierno de Ernesto Samper había entrado a la tómbola de la construcción de carreteras, incumplimientos y reclamaciones de la construcción de carreteras en el país. En 1997, un grupo colombo-español conformó COMSA (Concesionaria del Magdalena Medio), por la ACS de Florentino, Sacyr y cuatro firmas colombianas ganaron por K.O. el concurso para construir una autopista de 625 kms, el triángulo que unía Bogotá, Medellín y la Costa Atlántica. La oferta que había deslizado sobre la mesa Florentino Pérez era la más atractiva de todas: costaba 425 millones de dólares, 70 millones más barata que la de sus competidores, a pesar de los 15 túneles que tenía que construir para consolidar la llamada Ruta del sol.
Aplicaron la fórmula conocida para multiplicar la rentabilidad de las obras publicas a costa del Estado colombiano: ganar con un precio bajo y compensar con las reclamaciones. Esta vez fueron más abusivos. COMSA decidió cambiar la propuesta ganadora y suprimir los costosos túneles para ahorrarse 100 millones de dólares. Invías rechazó la propuesta. Los españoles se embolsillaron los 77 millones de dólares del anticipo, frenaron la obra y comenzó un pleito que involucró hasta el rey Juan Carlos de España.
Cuando los abogados en cabeza de Jaime Granados en representación del gobierno de Andrés Pastrana intentó recuperar el anticipo vía la póliza cumplimiento, descubrieron que esta no existía y que el contrato estaba completamente desprotegido. La pretensión era poder recuperar 137 millones de dólares, pero los reclamos y las demandas penales chocaron contra una muralla penal. Después de ocho años, en el 2007, en una reunión a puerta cerrada con representantes de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Uribe Vélez, recuperaron el anticipo a manera de una indemnización. Colombia volvía a perder y la frustrada vía entró al paquete de las 4G donde Florentino Pérez volvió a jugar, pero con nuevo uniforme y cambio de equipo.
A Andrés Pastrana se le olvidó pronto la timada y el pleito que tuvo como Presidente. Se volvió asiduo del palco del Santiago Bernabéu con Florentino Pérez como anfitrión; lazos de amistad que curiosamente terminaron fortalecidos gracias a la permanencia del expresidente en su apartamento en Madrid.
Uribe tampoco apuntó incumplimiento y la desfachatez del español. En el ocaso de su segundo gobierno Florentino logró para la ACS, la construcción de una obra en un campo petrolero en Casanare. Juan Manuel Santos también hizo borrón cuando le abrió las puertas de la Casa de Nariño y el español se presentó con una camiseta del equipo madrileño firmada por toda la plantilla. “Nuestro equipo siempre lleva a Colombia en el corazón”. Provechoso encuentro en el que logró encarrilar del todo sus relaciones con el país. Un año después tenía en sus manos dos grandes concesiones: la Conexión Pacífico y la Vía Mulató-Loboguerrero por un valor que supera 1.000 millones de dólares.
Pero la verdadera coronación del emperador ocurriría en el 2014 y por la vía complementaria que suele resultarle ganadora: el fútbol. James Rodríguez entró a su radar. Después del espectacular mundial del Brasil donde salió goleador del torneo, convertido en uno de los jugadores más cotizados del mundo, el Real Madrid se lo llevó por 85 millones de dólares. Una apuesta personal de Florentino Pérez a un futbolista proveniente de un país donde tenía 1000 millones de dólares en juego, a quien la afición madridista no identificaba claramente.
El cóctel de fútbol e inversiones ya lo había probado con éxito en otras geografías. En el 2004, la gira del Real Madrid por Asia coincidió con un negocio de ACS en el puerto de Jingtang en China. Cuando diez años después le compró al Atlético de Bilbao a Asier Illaramendi consiguió ese mismo año, como por arte de magia, un contrato para renovar el estadio de Anoeta. Lo mismo sucedió cuando en el 2014 compró al mexicano Javier “Chicharito” Hernández” y, casi instantáneamente consiguió un contrato en México con la petrolera estatal Pemex por un valor de 2.100 millones de dólares. En el 2009, meses después de contratar al chileno Manuel Pellegrini, ACS expandió sus tentáculos en Chile.
ACS, un imperio que factura 110 millones de dólares diarios y que tiene más de 200.000 empleados es lo suficientemente poderoso como para doblegar a cualquier gobierno. No importan los incumplimientos del pasado, Florentino va detrás de la navegabilidad del río Magdalena y piensa terminar otro proyecto que dejaron inconcluso: la vía entre Villeta y Puerto Salgar. Entre tanto, James Rodríguez sigue en la banca pero no se vende.