La víspera de que se conociera la posibilidad de que el gobierno de Venezuela rectificara su posición sobre un tema de límites con Colombia, en el Teatro Santo Domingo de Bogotá, los músicos de la Filarmónica de Bogotá y de la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela, terminaron un concierto conjunto abrazándose en el escenario. Esto sucedió el lunes pasado 6 de julio. El mundialmente conocido director venezolano Gustavo Dudamel, salió al escenario, subió al podio y casi de improviso subió su batuta y dio la señal de inicio del concierto. Me sorprendió que no tomara unos segundos como es costumbre, para tener la atención de todos los músicos, que esta noche sobrepasaban el centenar. Cuando sonaron las primeras notas del himno nacional de Colombia, entendí la actitud. Inmediatamente un golpe de tambor anuncia el himno de Venezuela, como prólogo del Concierto Binacional, con teatro lleno y asistencia de las autoridades del distrito capital.
Este comentario tocará someramente el tema musical propiamente dicho, que resultó variado, con buen resultado artístico. La razón, es que no puedo dejar de referirme a la transformación que está ocurriendo con la Filarmónica de Bogotá. Simplemente incluyo el inicio del folleto muy bien editado que incluye la programación de la orquesta para el segundo semestre. “La revolución filarmónica. El período de la Bogotá humana se puede describir como el de la consolidación de un complejo de orquestas y coros juveniles e infantiles y, con ello, el de la diversificación y multiplicación de la oferta cultural de la OFB... se crearon y consolidaron siete nuevas orquestas y coros ...”. Cuando en 2011 la agrupación realizó 86 conciertos, en 2014 la cifra aumentó a 425, con una proyección de casi 500 presentaciones al final de 2015. El plan tiene como una de sus finalidades “la creación de centros orquestales, con el propósito de cada localidad tenga su propia orquesta filarmónica antes de dos años”.
No creo que exista en Colombia un plan tan ambicioso como este, que ha permitido vincular a más de 600 músicos profesionales como maestros formadores y miembros de las nuevas agrupaciones. Esta si es una verdadera revolución cultural. Un lado positivo y desconocido de la Bogotá Humana y además, otro milagro cultural, para reforzar el título de esta columna.
Qué contraste con lo que sucede en Cali con nuestra orquesta que vive de limosnas y de ruegos. Con un presupuesto mínimo, no ha sido posible que ningún alcalde de la ciudad, destine una suma adecuada, bastante menor de tantos contratos inoficiosos que se firman, se reciben, se pagan y se guardan para que se los devore la polilla, famosa nacionalmente como la más activa. Para usar una frase de cajón, “no hay derecho”.
La parte musical, incluyó el estreno en Colombia de la suite El Libertador del propio Dudamel, compuesta para una película sobre la vida de Bolívar. La obra más importante de la velada, además de dos oberturas de Beethoven, la famosa Fantasía Coral opus 80 del mismo compositor, en la cual se distinguió la interpretación en el piano de otro venezolano Sergio Tiempo, producto del sistema nacional de orquestas de Venezuela, con interpretaciones en grandes teatros del mundo. Los aplausos obligaron al director a repetir la parte final de esta obra, cuyos temas sirvieron al compositor para que años después produjera la novedad de una sinfonía con coros incluidos. Su famosa Novena estrenada en 1824 o sea 16 años después de la Fantasía Coral.
Dudamel tendrá a su cargo la dirección de las nueve sinfonías del genio de Bonn entre el 8 y el 12 de julio en el mismo auditorio. Programa que envidiarían muchas capitales europeas.
