Se ha abierto paso en la maraña mediática a una nueva sentencia cuya pretensión es rememorar viejos fracasos, llevarnos a un estado de pánico frente a lo que se avecina, inclinarnos hacia el escepticismo en un escenario que promete esperanza. Algunos memoriosos aseguran que estamos tropezando con la misma piedra, que las frustraciones pasadas están a la vuelta de la esquina, y que como el que no tiene memoria, estamos a punto de repetir nuestra historia. Señalan que lo que acordó el Gobierno y las Farc recientemente se asemeja a las concesiones del mandato Pastrana a esta guerrilla, y que hay gran tensión por lo que sería una nueva zona de distensión. Nada más alejado de la realidad.
Aquella decepción que conocimos como los diálogos de paz en San Vicente del Caguán posee grandes diferencias con las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN), o “zonas de concentración guerrillera”. Por ejemplo, en la zona de distensión que pactó el gobierno nacional de turno con las Farc, se despejaban por completo 5 municipios, uno de ellos, San Vicente del Caguán, cuya extensión territorial es superior a la de muchos países, entre ellos, EL Salvador. Mientras que, las ZVTN están delimitadas a partir de zonas rurales muy concretas, suscritas a la extensión territorial veredal, que dista en gran medida de la municipal.
San Vicente del Caguán es un municipio que tiene un total de 250 veredas, si le sumamos las de Mesetas, La Uribe, La Macarena y Vista Hermosa, tenemos que la zona de distensión acordada en el 98, agrupaba aproximadamente 498 veredas, mientras que las ZVTN de las negociaciones en curso son un total de 23 (sin incluir los 8 campamentos).
En el Caguán, los guerrilleros portaban uniformes, estaban armados y tenían libertad de tránsito. Ahora habrá restricciones de movilidad, nadie portará ningún tipo de distintivo, y las armas estarán prohibidas tanto para los integrantes de las Farc, como para la población civil con presencia en las zonas. Además, hay una distinción que no es menor y es que la zona de despeje del Caguán se acordó como requisito para el inicio de las conversaciones, mientras que las zonas verdales están enmarcadas en la desmovilización y la dejación de armas, fases finales del actual proceso.
La presencia de una comisión liderada por la ONU encargada de la verificación en las ZVTN es otro asunto que difiere de lo que aconteció durante las conversaciones del 98, cuando Raúl Reyes se opuso decididamente a cualquier tipo de comprobación por parte de un organismo internacional. Incluso, el hecho de que una de las labores de esta comisión sea la vigilancia de los compartimientos en donde se almacenaran las armas que entreguen las Farc, no es una situación que nos remita al pasado, todo lo contrario, planta una separación de fondo con lo que ya vivimos.
Hay entonces una manada de memoriosos cuyos recuerdos están extraviados, cuya mirada al pasado no responde a la realidad e intentan trazar una analogía bastante desafortunada que lo único que demuestra es su deseo de enmarañar. La situación de nerviosismo por la “la nueva zona de distensión”- no es más que un deseo deliberado de desinformar, de generar resistencia (que no civil), de confundir, de generar ruido- y que aquellos “memoriosos” que propagan el mensaje, hacen quedar muy mal al gran Funes.