¿Los medios de comunicación son cómplices de la injusticia en Colombia?

¿Los medios de comunicación son cómplices de la injusticia en Colombia?

"Los medios fueron y siguen siendo cómplices de la guerra política, siempre buscando el lado del que más los favorecerá, aquel que está a favor neoliberalismo depredador"

Por: Oscar Prada Espinel
marzo 26, 2020
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¿Los medios de comunicación son cómplices de la injusticia en Colombia?

Desde la concepción de la república y posteriormente la adopción de un funesto modelo democrático, Colombia se ha sumergido en un sinfín de batallas culturales y sociales, de las cuales siempre han sacado provecho los mismos de siempre; aquellos que generacionalmente han encontrado sustento en el bipartidismo, el clientelismo, el gamonalismo, la corrupción, el paramilitarismo e incluso en las guerrillas; una mixtura que se traduce en el temor de la población a la represión violenta usada como medio de control y dominio de la población; cuyos cómplices fueron, son y serán, los medios informativos.

Existen dos teorías con las cuales el ciudadano promedio no está familiarizado, a menos que hayan indagado o estudiado algo que ver con comunicación, una rama del conocimiento que para muchos es objeto de burla porque la asocian con la farándula o sencillamente piensan que no sirve para nada; estos términos son la agenda setting, el establecimiento de la parrilla informativa por parte de los medios de comunicación y la agenda building que se puede definir como aquel proceso con el que se establecen los temas a discutir por las instituciones, regido por factores e intereses externos, casi nunca favoreciendo a la población.

La manera en cómo se gestan estas agendas ha evolucionado desde que la web se convirtió en 2.0, pues aparecieron los blogs y las redes sociales digitales con su multimodalidad de contenidos, que van desde videos, podcast, texto, hasta, los amados y odiados, influencers y memes, que no solo son una forma burlesca de expresarse, pues poseen en su esencia una acción densa de estudiar, ya que se estructuran por medio de los diferentes significados y significantes atribuidos a la colectividad propios de un contexto o que son universalmente aceptados, unificando atributos simplistas para su fácil reproducción y difusión de un mensaje conciso.

Lo expresado sugiere, siendo conscientes de los cambios estructurales en la manera cómo nos informamos, que los modos de control encontraron su espacio en el entramado digital que ofrece el ciberespacio; sobre todo, si tenemos en cuenta lo mencionado por Manuel Castells en su artículo Comunicación, poder y Contrapoder en la sociedad red. Los medios y la política: “la información ha constituido fuentes fundamentales de poder y contrapoder, de dominación y de cambio social. Esto se debe a que la batalla más importante que hoy se libra en la sociedad es la batalla por la opinión pública”.

La humanidad se sitúa en la era del panoptismo digital, donde la mayoría de personas se vinitrizan, volviéndose presos de sus pensamientos, gustos y argumentos; en otras palabras, en como quieren mostrarse ante un mundo globalizado a través de las redes sociales; siendo los datos suministrados a través cualquier aparatillo tecnológico el sustento del que los oligopolios económicos, informativos y políticos se nutren.

Por ello, dichos oligopolios han buscado un gran número de estrategias basadas en el marketing, que sin tanto tecnicismo simplemente buscan conocer el comportamiento de la audiencia, público o séquito y tratar de persuadirlos; pero en materia política, la estrategia predominante es la movilización de los sentimientos, sobre todo ahora que los canales digitales ofrecen incontables herramientas de fácil uso que se mezclan con prácticas condenables como perfiles falsos, noticias falsas, inflación de likes y seguidores, entre otras cosas, con el fin de popularizarse con el mayor número de incautos posibles que no dudarán sobre lo expuesto y odiarán a quien no piense como ellos, atribuyéndoles todo fracaso social por el simple hecho de no ser participe de su ideología; Van Dijk (no el futbolista, el lingüista) lo explicó muy bien cuando se refirió al in-group y al out-group.

Por ello no está demás decir: quien controla la información tiene total incidencia sobre la opinión pública, grosso modo, la percepción de un determinado contexto a través de vivencias propias o de terceros por un individuo o grupo; y en consecuencia, tendrá un séquito que consumirá cualquier tipo de contenido por muy inverosímil que parezca, incluyendo a aquellos que no compartirán su argumento; y son estos últimos los que inocentemente juegan el papel más importante para la preservación del estatus quo polarizado como lo es el de Colombia, pues se convierten en entes de choque que, por los sentimientos, refutarán sin respeto, aunque estén en los correcto, desencadenando discusiones sin lógica aparente, buscando convencer a los que “se equivocan” con insultos, improperios y demonizando su opinión, del que los únicos que sacan provecho son los que lanzan el anzuelo a través de los medios que determinarán, en base a dichas disputas, cual será la agenda a seguir.

En Colombia, los medios fueron y siguen siendo cómplices de la guerra política, siempre buscando el lado del que más los favorecerá, aquel que está a favor neoliberalismo depredador, invisibilizando problemáticas sumamente graves como, el asesinato de líderes sociales, la corrupción de sus contribuyentes cercanos de igual manera, se pusieron a disposición del frackincidio e informaron que el dólar subía su valor por causas externas, no quiere decir que no agudizaron, pero resulta que el peso era el que devaluaba su valor, y ahora lo único en que se centra la atención es en el coronavirus -sin restarle preocupación, ojala y acabe rápido la pandemia- como excusa para tapar la ineptitud de un gobierno arrodillado, y de un pueblo que presuntamente lo eligió.

Pero no todo es fúnebre, la evolución de la web además de favorecer a los conglomerados políticos, económicos e informativos, -y ojo, no quiero decir que todos sean malos-, también le confirió el papel a la sociedad civil - a lo que Ignacio Ramonet le atribuye el calificativo de quinto poder- de ser un ente de control o por lo menos, de visualización de los abusos del poder político y poner en jaque la omnisapiencia informacional y argumentativa de los medios de comunicación, tratando de hacerle frente. Por lo cual no hay que decantarse por un lado del espectro político (izquierda o derecha), ya que utilizan los mismos modos y medios, más bien se debe ser consciente de lo que en realidad le conviene al país y no ser egoístas.

El poder de la comunicación se hace evidente a gran escala para construcción de un mundo mejor, pero en Colombia muchos buenos comunicadores siguen regalando su trabajo y otros muchos se convierten en lagartos que solo desinforman, polarizan y desestabilizan a conveniencia de sus patrones.

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