A partir de muchas perspectivas, los medios de comunicación tienen impacto en el sector salud desde un ámbito colectivo e individual de la sociedad y son fundamentales para conformar creencias y conductas que nos hacen inmersos de un sistema que, evidentemente, no está atravesando un buen momento en Colombia. Este impacto está ligado a los intereses de grandes organizaciones, entidades, corporaciones y Gobierno, entre otros, los cuales ven en los medios diferentes herramientas para alcanzar sus objetivos y estimular la demanda de productos y servicios innecesarios que muchas veces son perjudiciales para la salud, sin dejar atrás el número incalculable de quejas por atención y fallas de este sistema en el país.
Distintos ejemplos dan cuenta del impacto que los medios de comunicación ejercen sobre la salud pública, pero todos en definitiva nos hablan de un vínculo indisoluble entre estos y el sistema. A través de ellos se imponen medicamentos, enfermedades, tratamientos, se maneja la opinión pública con respecto a las necesidades de los pacientes y hasta se fabrican epidemias. De esta manera, ejercen un efectivo método de poder y control social generando, en muchos casos, enormes ganancias para las organizaciones y alienando cada vez más al paciente final, quien busca que noticieros, periódicos, emisoras y redes sociales sean su ventana y única salida para poder lograr que el Gobierno los escuche y se entere de los padecimientos y las lamentables historias de vida que hay detrás de las personas, por culpa de la gran crisis que sufre hoy el sistema de salud en Colombia.
Desde los medios masivos de comunicación se proliferan mensajes que circulan libremente, vinculados a medicamentos, modos de vida, soluciones a enfermedades, dietas maravillosas, inclusive usos y costumbres que van en contra de una vida saludable para la población.
Hoy en día, los medios digitales se han vuelto los mejores médicos en casa, donde lo más valioso de todo es que se puede obtener respuesta de manera oportuna, pero en muchos casos poniendo en riesgo la salud y hasta la vida. Además de mentiras (por ejemplo: que una aspirineta hace el milagro de evitar un infarto, sin hacer referencia a los estilos de vida que lo propician), se instala el consumo de productos, alimentos y/o medicamentos, como mecanismo para generar ilusiones y falsas expectativas que solo a partir de la influencia del cuarto poder y sobre todo de las redes sociales se han convertido en el fenómeno digital más coercitivo de los últimos tiempos.
Construir una comunicación saludable es una responsabilidad que debemos plantearnos como sociedad. Generar un marco legal que controle con firmeza la veracidad y pertinencia de la comunicación digital publicitaria de alimentos, fármacos o sustancias cuyo consumo impacta directamente en la salud de la población.
¿Desde dónde asumimos ejercer el derecho a una comunicación saludable? ¿Cuál es el rol que deben asumir los médicos y los comunicadores? ¿Cómo articular proyectos sanitarios y comunicacionales? Son algunas de las preguntas a las que debemos dar respuesta. La decisión política de asumir la búsqueda de respuestas, más la discusión colectiva que generemos en ese camino, son el comienzo de una posible solución.
Los medios de comunicación son los censores morales y éticos de la sociedad, tienen como deber informar con responsabilidad y deben preservar el secreto y la dignidad de los pacientes, sirviéndoles como actores garantes de respaldo y ayuda a la hora de servirles como vitrina para hacer conocer sus problemáticas de salud al Gobierno y demás entes de control.
Adicionalmente, es un reto que los medios de comunicación contribuyan en el sector salud con propósito, no obstante páginas web, carteleras institucionales digitales y redes sociales sirven como vehículo entre las instituciones y los usuarios.
Como dato relevante, según estudios presentados en el Simposio Comunicación en Salud, realizado en el mes de octubre en la Universidad Javeriana de Bogotá, el 39% de los pacientes comparten información de salud en sus redes sociales, siendo Facebook el canal escogido para compartir sus experiencias. El 55% de los pacientes aseguran confiar en la información de salud que se difunde en redes sociales, además que aportan al acceso en información de salud más oportunamente y a menores costos.
