Con gran entusiasmo y animo altruista de colaboración con el medio ambiente, los habitantes de Bogotá y otras ciudades procuran contribuir cada día más con las campañas de recuperación y reciclaje de basuras. En la otra esquina del reciclaje y con mayor entusiasmo, pero con ánimo exclusivamente codicioso aparecen los empresarios de la basura, en sus diferentes roles: los Intermediarios que acopian y revenden, y los grandes industriales que reprocesan los residuos, que por lo que se ve hasta ahora, son los dos grupos que finalmente sacan partido del altruismo y conciencia ambiental de los ciudadanos, quienes no ganan nada y más bien pierden con los impactos negativos que resultan del proceso. En el centro están los recogedores y transportadores callejeros que por miserables pagos se ocupan de abastecer a los empresarios quienes en muchas ocasiones les pagan en especie o en servicios y establecen relaciones de dependencia o padrinazgo, según lo afirma el estudio de reciclaje en Bogotá, elaborado por el Dane. ¿De qué pago en especie se tratará?, el estudio no lo dice.
Inicialmente el reciclaje per se debería tener impacto ambiental positivo, pero en Colombia esto no es cierto. El rompimiento de bolsas y el reguero de basuras por andenes y calles que se acrecienta cada dos o tres días cuando pasa el camión, el viento nutrido de papeles y de otros desechos livianos que se cuelan por puertas y garajes, la proliferación de vectores, el taponamiento de las alcantarillas, el merodeo en búsqueda de oportunidades y el marchitamiento de los barrios donde los empresarios localizan los sitios de acopio, es lo que reciben de vuelta los ciudadanos de su contribución al reciclaje.
Los centros de acopio o bodegas de basura reciclable se caracterizan por ser instalaciones sin las adecuaciones pertinentes: son precarios, sucios, ruinosas y peligrosos, sobre todo, en lo relacionado con incendios, y peores aún son las que se encuentran emplazadas en la mitad de los barrios residenciales. Su impacto ambiental, patrimonial y de seguridad en el barrio o territorio de influencia es absolutamente negativo.
Me preguntó para donde miran las autoridades ambientales y urbanísticas ante la inocultable realidad ruinosa que representan los puntos de acopio de basuras, que han permitido operar en medio de las zonas residenciales y comerciales y que se han constituido sin duda en los motores del deterioro ambiental, del empobrecimiento y desvalorización de las propiedades y en el imán propicio para la inseguridad y la venta y consumo de drogas. Me imagino que están pensando en lo bonito que es presentar en los congresos internacionales los asombrosos datos de volúmenes reciclados y saber que los grandes reprocesadores cada día se encuentran más satisfechos, máximo beneficio, mínimo costo. Lo que se destruya en el camino no importa, incluidos barrios completos.
El reciclaje, tal como está diseñado actualmente, es en realidad un enemigo del vecindario que marchita barrios y empobrece y perjudica a propietarios, comercio y vecinos. Me gustaría conocer los criterios que han tenido las secretarías de ambiente, seguridad y los bomberos para que se expidan licencias de funcionamiento y los que aplican las Alcaldías para permitir la continuidad del funcionamiento de estos depredadores urbanos.
Creo que los vecinos tienen todo el derecho de recuperar su hábitat sano y seguro y los propietarios de pedir que se les reparé económicamente por la pérdida de valor de sus propiedades. Reciclaje así, no. Peor el remedio que la enfermedad.
