La vida es muy corta para andar escuchando mensajes de voz. Hace poco una persona que apenas conocía me mandó uno de 20 minutos. Para mí eso es igual de grosero a que me manden uno de 30 segundos. Si me van a hablar mejor me llaman. Igual no les voy a contestar. ¿Es tanta la pereza que no son capaces ni siquiera de escribir un párrafo? Obviamente los mensajes de voz se envían no para avisarnos que nos ganamos un premio o que una tía que nunca conocimos acaba de morir en Islandia y nos ha dejado 3 millones de dólares. No, el mensaje de voz se usa por lo general para pedir favores, para robarnos algo. Por favor, tengan en cuenta el tiempo de la gente. Hay personas que viven muy ocupadas. No necesariamente se debe estar trabajando para estar ocupado. Uno puede estar ocupado viendo una serie o leyendo un libro. Uno puede estar muy concentrado mirando el techo, las grietas de la luna. Ninguna paz merece ser perturbada por un mensaje de voz, por una llamada.
Ole, y se ponen bravos. Se emputan si uno no les contesta o si uno les dice que no me gusta que me manden notas de voz. Por cada vez que decimos, ¡Por favor, no me manden notas de voz! Hay siete notas de voz. Es como una pandemia de notas de voz. Es la mala costumbre de no escribir. Es la pereza, la incapacidad de redacción, de expresar una idea a través de la escritura. Es la sociedad post-literaria.
Con tantos podcast que hay para bucear esta gente pretende que uno se zambulla en sus océanos de basura. Como periodista los únicos mensajes de voz que estamos obligados a escuchar es el de las fuentes. Hay personas que recurren a nosotros por nuestro oficio a contar sus historias y son insumos para nuestros artículos. En este caso el mensaje de voz ayuda y mucho. Pero cuando es para pedir favores, Dios, y cuando el mensaje lo manda un rolo es el triple de insoportable.
Al rolo le cuesta trabajo entrar en calor en una conversación. Insuflado por aquello de creerse descendientes de los Borbones, los rolos se creen de la aristocracia porque saludan. Me pasa todo el tiempo, estoy aburrido, mojándome haciendo una fila para pagar algún impuesto, con ganas de matarme por vivir en este infierno frío y sucio, malsano, y llega un desgraciado a decir “Buenos días”, un tipo que ni siquiera conozco, me da lecciones de urbanidad que yo ni siquiera he pedido. Los maleducados son ellos que me hablan sin saber si tengo ganas de sostener una conversación. Bastante tengo con tener que salir a la calle a que me dé en la cara el viento frío del páramo.
Esa misma costumbre tienen para interactuar en wasap. Entonces mandan el saludo, ¿Hola, cómo vas? Y uno tiene que contestar, y son tan canallas que son capaces de no avanzar más porque uno no les responde. Amigo es el que no jode, el que jode no es amigo, es sólo un desgraciado. Entonces terminar un mensaje con un bogotano puede costar horas de mensajes de voz y al final no llegamos a ninguna parte porque los rolos simple y llanamente, empantanados en sus buenos modales, no pueden avanzar a ninguna parte.
Así que muchachos, si me conocen y alguna vez me mandan un mensaje de voz o me lo han mandado y no son mis amigos, ya saben lo que pienso. Se pueden quemar en el infierno pero jamás escucharé sus mensajes de voz.