El acuerdo final para la terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz estable y duradera anunciado el pasado 24 de agosto es, sin duda, uno de los momentos más trascendentales para la historia de nuestro país. De ahí que la educación y el rol de los maestros acojan con mayor fuerza la construcción de la paz.
Desde las aulas maestros y maestras deben posibilitar la conversación, el debate, la reflexión y por supuesto fomentar iniciativas que vayan encaminadas a la construcción colectiva de la paz en todos los contextos de acción que sea posible. La educación tendrá la tarea fuerte de transformar todos esos imaginarios que se han construido en el escenario de la guerra, guerra que no ha sido ajena en los espacios educativos.
El fin de la guerra deberá implementar prácticas pedagógicas diferentes, donde haya un verdadero reconocimiento del otro real y diferente. La educación a través de una pedagogía social, vivencial y crítica tiene el deber de incidir en los sujetos que transitan por esa escuela en la que la guerra también ha estado presente. La discusión de la escuela a favor de la transformación de realidades debe ser permanente, y ahora más que nunca, en que la esperanza está viva en favor de la paz.
Los maestros, entonces apropiados de la esencia y la magnitud que implica el acuerdo final entre el gobierno nacional y las FARC – EP para el futuro de Colombia, tendrán que asumir su papel protagónico de la mano del conjunto de la sociedad en el nuevo escenario de posacuerdo que se viene, necesitamos una escuela creativa, incluyente, propositiva, que estimule sujetos críticos y activos participando en el debate amplio de la construcción de ese nuevo país que se sueñan.
Son muchas las esperanzas en la educación como el camino para construir un futuro nuevo donde puedan cumplir sus sueños, aquellas personas que por múltiples razones han hecho o hacen parte de la guerra, por eso la paz que se vislumbra entonces, tiene que ir más allá del fin de la guerra y entenderse que en los escenarios educativos se puede construir y fomentar la paz como parte de la cultura.
La paz es un trabajo de todos pero indudablemente la educación y los maestros deben jugársela con procesos pedagógicos que brinden herramientas para reconocer y comprender que la paz es un asunto demasiado serio, que es responsabilidad de todos construirla y que se vuelva realidad.