En la galería NC-arte se presenta una obra de enorme envergadura porque muestra otro objetivo en las nuevas expresiones del arte, busca otras consecuencias estéticas. Del grupo Troika —que en ruso significa un grupo de tres— hacen parte tres europeos: los alemanes Eva Rucki (1976), Conny Freyer (1976) y el francés Sebastien Noel (1977). La exposición titulada Límites de un territorio conocido muestra que buscan todo lo contrario. Sus instalaciones, y en general, su obra busca desestabilizar el orden espacial conocido por el espectador. Aparece, por ejemplo, la duda del sentido del equilibrio.
Con la aparición de Drácula, como una criatura que creó el ser humano, a través de un acto con electricidad puso en duda el soplo de Dios.
El grupo Troika agnóstico utiliza un lenguaje tecnológico donde buscan desafiar la percepción real de las cosas mientras cambian las reglas de los límites del “confort” visual e introducen la dualidad y el caos como argumentos de una lenguaje objetivo mientras nos muestran un arco construido de un mundo inmaterial de reflexiones de luz. O, un dibujo sobre papel que fue realizado con descargas eléctricas que dejan las huellas de unas formas abstractas. Rompen el papel de una grieta controlada y al final de la forma, podemos ver sus terminaciones nerviosas en un fino dibujo.
Un gran espacio de la galería se encuentra invadido en agua. Aparecen unas piedras por un camino inestable donde el espectador puede caminar en penumbra mientras oye un ruido sutil de la caída de unas columnas de gotas de agua que iluminadas cambian la percepción de la dirección pero donde lo importante es la coherencia sonora.
Es difícil de explicar cuando se trata de describir la dualidad inherente de cada una de la piezas: una escultura flotante en medio del espacio que tiene una insospechada forma indefinida o unos objetos construidos como impulsos magnéticos realizados con dados en blanco y negro donde el azar y la matemática tienen resultados estéticos.
Son muchos los territorios, el paisaje inundado, la forma inmaterial de luz, el dibujo electrónico, los dados bidimensionales o la escultura negra severa sin forma, muestra el interés del grupo Troika en obligar al espectador a cumplir un ejercicio de control mientras en las obras existen intenciones aleatorias donde la dualidad y su duda, comprometen al caos que subyace a cada propuesta.
Una forma legible pero intangible, otra sonora acuática, otra visual eléctrica, la escultura sin espacio o los dados que se parecen a las entrañas de los sistemas electrónicos.
Vale la pena vivir la experiencia que va hasta el 6 de septiembre.