Colombia es un país donde se ha vuelto una costumbre no pedirle explicaciones a nadie, especialmente si tiene algún grado de poder. Esta es una de las cosas que deben cambiar si queremos construir un país sin privilegios, una sociedad más transparente. Con el fin de iniciar esa sana práctica de rendir cuentas de verdad cuando se trata de temas que afectan a todos los habitantes de este país, es bueno y sano traer a colación las actuaciones del Partido Liberal frente al hoy bien ido, exprocurador Ordóñez. Ahora se habla de sus claras posiciones en contra de los principios que han inspirado al Partido Liberal pero en su momento, y es bueno recordarlo, esos valores no se tomaron en cuenta para llevar a semejante posición a uno de los funcionarios más retardatarios que ha tenido este país. Es decir, de liberal, nada.
Como dice la canción, "parece que fue ayer" cuando todos los senadores del Partido Liberal con dos excepciones conocidas, apoyaron decididamente su primera elección como Procurador General de la Nación. La razón para ese sorpresivo apoyo tan contundente a una persona que jamás ocultó su godarria —porque es respetable ser conservador, pero no hombre del medioevo—, nunca fue ni ha sido explícita. Se habló en su momento que esos votos liberales eran tomados como una especie de seguro para evitar caer en manos de la Procuraduría. Eran momentos en los cuales poco a poco se completaba el 30 % de paramilitares en el Congreso, como afirmó en su momento Mancuso, que terminaron en la cárcel.
Es hora de que se conozcan las razones que justificaron
que los senadores liberales hicieran caso omiso
de diferencias ideológicas tan grandes entre Ordóñez y el Partido Liberal
Para los verdaderos liberales, sin rabo de paja, ese comportamiento resultaba incomprensible, injustificable. La sola idea de que Ordóñez había quemado las obras de García Márquez, seguramente porque le parecían subversivas, era suficiente para conocer elementos importantes de su ideología. Ya es hora de que se conozcan las razones que justificaron que los senadores liberales hicieran caso omiso de esas diferencias ideológicas tan grandes entre Ordóñez y el Partido Liberal, y por consiguiente es hora de pedirle explicaciones a ese Partido.
Ahora bien, si esta elección de Ordóñez es una mancha negra para los senadores supuestamente progresistas que votaron por él, lo que sí ya raya en el absurdo, es por qué lo reeligieron. Ya se sabía que tenía del poder una interpretación de omnipotencia, que actuaba en contra de aquellos sectores de población que al menos en teoría siempre habían defendido los liberales; que estaba haciendo descaradamente no solo política, sino ejerciendo esa actividad para su beneficio personal. Sin embargo, los senadores liberales, cuando ya no estaban en el Congreso las dos mujeres que no votaron por él la primera vez, corrieron a reelegirlo sin el menor beneficio de inventario. Esa reelección hoy cuestionada por la Corte que finalmente le costó el puesto a Ordoñez, sí que necesita una buena explicación del Partido Liberal.
Es evidente lo poco que queda de las ideas liberales y esa realidad no puede pasar desapercibida porque es parte del deterioro de esa colectividad en cuanto a ideología se refiere. Ahora que se cayó Ordóñez para tranquilidad de las mujeres, de la población LGBTI, de esa sociedad que vive en el Siglo XXI y no en medio de ideas ya revaluadas, que nos cuenten al país cómo hicieron los liberales para olvidarse de su doctrina, archivarla por razones que nadie les ha preguntado pero que tienen la obligación de aclarar. Porque Ordóñez y liberalismo siempre debieron ser como el agua y el aceite. Solo intereses individuales y mezquinos explican su infinito su apoyo con voto a este personaje, no una sino dos veces. Que nos cuenten la verdad de esa extraña simbiosis porque llegó la hora de pedir cuentas y obtener respuestas.
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