A mí me preocupa esa necesidad que tiene el técnico portugués de agradarle a todo el mundo. No me cabe duda que es un genio del fútbol, que hasta en sus fracasos, como le ocurrió con el Real Madrid en la única temporada que lo dirigió, 2003-2004, ha mostrado grandeza: ese año el Madrid presentó la banca más pobre de su historia, algo que termina resintiendo a cualquier equipo así en el campo de juego estén Roberto Carlos, Zidane o Ronaldo. En Portugal, su país, es considerado un prócer del fútbol y en Irán, país al que clasificó a dos mundiales consecutivos, es un ídolo.
Pero me resulta sospechoso que haya pedido la mitad del salario de Pékerman y, a diferencia del argentino, esté empecinado en hacerles invitaciones a los periodistas, y a dejar entrar a la concentración a Carlos Antonio Vélez y sus hombres. Si yo fuera técnico de fútbol la única cábala que tendría sería mantener a raya ese veneno para rating. Desde que llegó al país el portugués ha hecho todavía más ridículo a Óscar Rentería Jiménez. Hola, por cierto, uno ya escucha el Pulso por automatismo pero es impresentable que el reemplazo del sabio Mejía sea este señor anacrónico, un barra brava regionalista que solo está dateado y le interesa el fútbol del Valle del Cauca, un tipo que no ve fútbol europeo, tan ignorante que hace ver dateado al siempre irritante César Augusto Londoño. Bueno, Rentería, lambón profesional, no hace sino decir que esas ruedas de prensa de Queiroz son una maravilla, a diferencia del aburrimiento que sentían cuando Pékerman estaba al frente de la Selección, algo que el inefable Bocha Jiménez y sus consortes repiten a diario.
La victoria contra Perú en Lima fue celebrada con la alegría de un partido oficial. El triunfalismo es absoluto y hay algo que Antonio Casale, repite alborozado como cualquier periodista radial acomplejado: Queiroz es europeo y por tanto no vamos a tener ningún problema en ganarle el sábado a Argentina. De un solo plumazo fue borrado el legado de Pékerman, el mejor técnico que ha pasado por acá en 81 años de historia de la Selección.
El pasado 1 de junio, en la Final de la Champions habían ocho jugadores que se enfrentaron con Colombia en el Mundial de Rusia: Dele Alí, Kane, Danny Rose. Ese equipo no pudo ganarle a la Selección de José Néstor Pékerman. Era infame ver como Carlos Antonio Vélez vociferaba porque no se le pudo ganar a esos pataduras ingleses. En medio de la debacle del fútbol suramericano Pékerman convirtió a Colombia en la única selección de la región, junto con Brasil, Argentina y Uruguay, en pasar de segunda ronda en los dos últimos mundiales. Su registro en esta cita es de potencia absoluta del fútbol: jugó 9 partidos, ganó 6, empató 1, perdió 2. Impresionante. Sin embargo, para los periodistas nuestros era más importante que cumpliera el argentino, que pusiera cara de torta en las ruedas de prensa y que filtrara chismes de peleas en el vestuario, en los entrenamientos, que dejara entrar a los agentes como en la época de Maturana. Ahora, con Queiroz, los medios tendremos tela para cortar. Ojalá eso no pase.
Con esa elegancia digna de un malo de James Bond, con su trayectoria,
caerá muy bien en el grupo.
El partido en Lima llenó de esperanza a los hinchas
A Queiroz le queda fácil caer bien. Con esa elegancia digna de un malo de James Bond, con su trayectoria, caerá muy bien en el grupo. El partido en Lima llenó de esperanza a los hinchas. Ojalá pueda llegar a semifinales que, a lo bien, es lo máximo que se le puede pedir a un equipo que no es Brasil, Argentina y Uruguay, pero borrar el legado de Pékerman a punta de comentarios de radio, de titulares de prensa, es una traición absoluta al mejor técnico de la historia de la Selección. José, te queremos tanto.