Los laberintos de la paz total

Los laberintos de la paz total

Hay que estar preparados para unas negociaciones llenas de tropiezos y desafíos. Se trata de evitar la repetición de los errores de la paz de Santos

Por: Horacio Duque
enero 20, 2023
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Los laberintos de la paz total

La crisis suscitada en la mesa de diálogos y negociaciones entre el gobierno del presidente Gustavo Petro y el ELN en Caracas, a raíz de la expedición del Decreto 2657 del 31 de diciembre del 2022 (por el cual se decreta el cese al fuego bilateral y temporal de carácter nacional en el marco del diálogo político entre el gobierno nacional y el Ejercito de Liberación Nacional), la unilateralidad en su adopción y su anuncio precipitado a la opinión pública (alterando las reglas acordadas en el primer ciclo de las conversaciones, adelantadas en el mes de noviembre del año anterior), nos está indicando las complejidades y desafíos del nuevo modelo de paz.

La paz total, nombrada así por el gobierno y el Pacto Histórico, busca superar el fenómeno de la violencia mediante la remoción de sus profundas e históricas causas estructurales. Estas ahora también se quieren solventar con un reformismo de nuevo cuño, el cual está pegado a las prácticas del clientelismo y la componenda con el viejo y desueto bipartidismo liberal-conservador. Lo anterior en un descabellado trance oportunista que contamina y altera la emergencia de una nueva hegemonía política y un nuevo bloque histórico. Todo en la mirada gramsciana de la instalación de las nuevas formas de poder popular y democráticas asociadas con el “ciclo rebelde” protagonizado desde el 2019 por el movimiento social y popular colombiano que apalancó el triunfo parlamentario y presidencial del Pacto Histórico en el 2022 (que algunos quieren borrar de la memoria comunitaria para bloquear la inevitable transición a un nuevo régimen político democrático y progresista).

Entender e interpretar la paz total que se adelanta con el ELN, FARC-EP y la Segunda Marquetalia desde el paradigma neoliberal y colonial de la ONU y su adopción en los acuerdos de paz entre el gobierno del señor Santos y las FARC de Timochenko implica un grave desfase y un quiebre epistemológico sin atenuantes.

La paz total gestionada con el principio de que “se aplica lo que se acuerda” se anuncia de manera colaborativa. Lo que se consensúa y se gestiona con una gobernanza colectiva en el proceso en todos los ámbitos (estatales, militares y sociales) supone otros manejos de las temporalidades y las espacialidades.

Negociar pacientemente y llevar a la práctica los acuerdos demanda tiempos y cautelas para garantizar la efectividad de cada uno de los puntos concertados. Cito el caso de la participación ciudadana, que imagino supondrá superar el viejo esquema neoliberal de la “participación democrática” del bipartidismo liberal conservador y del uribismo neonazi.

Construir un nuevo paradigma popular de la participación democrática del pueblo llevará tiempo, igualmente su implementación. Parecido deberá suceder con los otros temas de la agenda. En esos términos, la mesa con el ELN va a requerir más de los 4 años del actual gobierno. Cito el caso de las reformas militares para desmantelar la vieja y violenta maquinaria bélica de la oligarquía terrateniente, financiera y burocrática. Esta seguramente opondrá una descomunal resistencia a los cambios, tal como lo estamos viendo en la actualidad en el Brasil con las agresiones fascistas del militarismo al gobierno del presidente Lula.

Del mismo nivel será el tratamiento al tema de la reforma agraria popular y a las reformas sociales para garantizar los derechos fundamentales de millones de colombianos que aún no ven la luz en una coyuntura cargada de graves problemas inflacionarios y de carestía de la vida. Igual deberá suceder con las negociaciones con las FARC-EP y la Segunda Marquetalia.

Rotar las negociaciones en distintos estados tiene la ventaja de evitar trampas desde la inercia gubernamental comprometida con el esquema de la ONU de obligar, sí o sí, a la insurgencia revolucionaria a firmar un documento que después será desconocido olímpicamente por cualquier gobierno con cualquier pretexto como ocurrió con el acuerdo de paz de La Habana en puntos tan importantes como la reforma agraria y la ampliación de la democracia.

Así que para los próximos años hay que estar preparados para unos diálogos y unas negociaciones de paz llenas de tropiezos y desafíos, con muchos laberintos, pues se trata de evitar la repetición de los errores de la paz neoliberal de Santos, con sus vacíos y trampas. También, de no caer en las ilusiones de un reformismo plagado de clientelismo, de corrupción, de trucos y de manipulaciones politiqueras en complicidad con los barones electorales del viejo país, que lastran las ilusiones y sueños del pueblo con una paz que implique democracia, justicia social, soberanía, respeto por la naturaleza y los recursos ambientales.

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