"Ay, los jóvenes no entienden las cosas que suceden, no saben de lo que hablan, no saben nada de lo que es ser responsable", dicen los adultos. Esta es, mis queridos amigos, una famosísima frase de algunas personas que creen que nosotros, los jóvenes, somos unos buenos para nada. Sin embargo, ese no es siempre el caso, basta ver a los líderes juveniles quienes expresan problemáticas con un dominio del tema como si adultos fueran, aunque de eso no vengo a hablar.
Hoy, un joven más del común dirá un par de cosas que no herirán la susceptibilidad de las personas, o eso se espera. "Colombia, patria mía: te llevo en el corazón, creo en tu destino y espero verte siempre grande, respetada y libre". (Fragmento de la oración a la Patria)
Colombia uno de los países con mayor riqueza hidrográfica a nivel mundial, sí, un título MUCHO más importante que haber sido "el país más feliz del mundo". Este es un país donde muchos sobreviven con un "salario" mínimo, si se le puede llamar así, y tiene altos índices de criminalidad y corrupción.
Nuestro país es un lugar donde muchos de los afluentes se ven día a día sumergidos en un vil villano conocido por muchos pero enfrentado por pocos, sí, la contaminación. Tranquilos que no pasa nada, solo es una mugrecita chiquita que está acabando con un recurso vital para la subsistencia del hombre. No hay de qué preocuparnos, son contaditos con los dedos de la mano los casos de afluentes con alto grado de contaminación en nuestro país, solo el río Bogotá, Chicamocha, Medellín, Suárez, Pasto, Chinchiná, Otún, Quindío, Oro y nada más y nada menos que el río Cauca, uno de los más importantes en el territorio.
Sin contar estos ríos, tenemos un sin número de quebradas, riachuelos, lagos, lagunas, humedales, entre otros más, que sufren de esta paupérrima situación, siendo los últimos y sin temor a decirlo, el grupito más del montón. Claro, como no son grandes afluentes ni el queridísimo petróleo, sino cosas diminutas que ni quitan ni ponen, no pasa nada. Tenemos agua que es lo importante.
¿Seremos nosotros, los colombianos, capaces algún día de ver una fuente hídrica y no quejarnos por su pestilencia y de la delicada pero escandalosa vista que nos genera? Estos casos no son únicos de la capital colombiana, sino, por el contrario son el pan de cada día en las "ciudades" de nuestro país. Es suficiente ver el estado del río del Oro en la capital bambuquera de América y su mísera situación. Tenemos nuestro panorama de la siguiente manera: contaminación aquí y allá, vertederos de químicos de norte a sur y de este a oeste, industrias mineras legales e ilegales a orillas de cuencas hidrográficas, unas por estos lares y las otras en donde el vecino. Además, no hay muchas plantas de tratamiento de aguas residuales, solo tratamos el 10% de ellas a nivel nacional, y así esperamos que los peces no se mueran y que los ríos nos sigan dando agua para el día a día.
¿Tendremos que esperar hasta que todas nuestras afluentes lleguen a su punto de quiebre máximo, que lleguen a estar como el río Bogotá en sus momentos más críticos para darnos cuenta que hay que actuar? Tranquilos, es Colombia, un país donde importa más hacer una protesta para poder mantener relaciones sexuales con la pareja, que luchar por nuestros derechos. Y si no lo hacemos por los nuestros, mucho menos por los del medio ambiente. Calma, es un joven de 17 años que se la pasa en internet, chateando a cada momento, que no sabe lo que dice, que no tiene conciencia de la vida y que le da malparidez existencial. Relajados, no le pongan cuidado.