Los jóvenes siempre han luchado por una utopía

Los jóvenes siempre han luchado por una utopía

A propósito del estallido social juvenil en Colombia Ricardo Mosquera recuerda grandes cambios que han tenido como motor a la juventud, China, Cuba, Vietnam

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julio 03, 2021
Los jóvenes siempre han luchado por una utopía

“El mundo es tanto tuyo como nuestro. Pero en última instancia, es tuyo. Ustedes jóvenes están en el florecimiento de la vida, son como el sol a las ocho o nueve de la mañana, en ustedes ponemos nuestras esperanzas” (Mao Tse Tung,1966)

En plena Revolución Cultural Mao piensa que son los jóvenes los garantes de avanzar en ese proceso que en 70 años alcanzó lo que Europa y Estados Unidos hicieron en dos siglos: la revolución industrial, modernizar la economía, crear empleos e ingresos a millones de personas excluidas. Era una utopía.

El término Utopía se debe a Tomás Moro (1516), así tituló la obra más importante del género. Se trataba de una idílica isla ubicada cerca de las costas inexploradas de América del Sur, “cuyos habitantes habían logrado el Estado perfecto, caracterizado por la convivencia pacífica, el bienestar físico y moral de sus habitantes, y el disfrute común de los bienes”. La obra se basa en los valores del humanismo y de lo escrito por Américo Vespucio sobre el Nuevo Mundo.

La utopía describe una sociedad imaginaria y perfecta, para muchos pensadores una meta imposible de alcanzar, pues se precisan reformas económico sociales que orienten la tarea del político, así como señalar la dirección de las políticas de Estado. Se construye a partir de elementos del presente, bien sea para evitarlos (desigualdades, injusticias, exclusiones) o para potenciarlos (avances científicos y tecnológicos, libertades), generar esperanza, imaginarios por construir un mundo mejor: sueño que distintas generaciones han tenido del futuro.

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Fidel Castro y los barbudos de la Sierra entrando triunfantes a La Habana en 1959

La juventud de los años sesenta del siglo pasado acogió “la Revolución” como utopía: transformación radical de las estructuras para realizar la nueva democracia China prometida en 1948: En la plaza de Tiananmen Mao declara que se establecerá una revolución socialista guiada por el partido comunista. También fue el ideal de la revolución cubana, con Fidel Castro y los ‘barbudos de la sierra’ que por vía armada venció en 1959 al dictador Batista y asumió un proyecto socialista liderado por el Movimiento 26-Julio. El modelo vietnamita de Ho Chi Minh hizo célebre el “crear uno, dos, tres, muchos Vietnam” (1945) alentado por una perspectiva de cambio radical. Desde luego la revolución rusa de Vladimir Lenin de octubre de 1917 fue referente obligado del proyecto socialista en el mundo. Estos procesos pueden interpretarse como la utopía de la juventud por un cambio radical de la sociedad vía revolución. Vale la pena recordar también la “vía chilena al socialismo” impulsada por Salvador Allende a partir del triunfo electoral intentando conciliar socialismo y democracia en el país austral.

Eric Hobsbawn, notable historiador inglés, reconoce a Latinoamérica como el mejor laboratorio para la revolución social: “un continente hecho para desautorizar las verdades convencionales, se preciaba de conocerlo bien y sentirse como en casa (“Viva la Revolución”, 2018). Simpatizaba con las revoluciones y el comunismo, pero criticó a la ultraizquierda y el “sueño suicida” del Che Guevara.

Estas utopías fueron experiencias muy traumáticas para la juventud del 60-70 pues la revolución no se calca ni se exporta. Las simpatías por uno u otro modelo originaron el grupismo entre los jóvenes dividiéndolos en prochinos, prosoviéticos y procubanos, frustrando sus sueños.

Surge luego la utopía de la “reforma radical” que arrastra a la juventud a la posibilidad de cambiar la estructura económica a partir de reformas agrarias, reformas políticas con la participación de la mujer, minorías excluidas y avances en materia social como el derecho a la huelga, inspirados en la CEPAL. En algunos casos hubo avances(México). En otros, tímidas reformas que chocaron con los intereses dominantes apegados al capitalismo tradicional obstinado en mantener privilegios. Nueva frustración: ¡ni reforma ni revolución!

Existe un tercer momento de la utopía marcado por el narcotráfico y organizaciones criminales transnacionales que en Latinoamérica han diversificado su portafolio: tráfico de drogas, trata de blancas, armas, extorsión, secuestros, el delito cibernético y el blanqueo de dinero. “Estos grupos también han pasado de ser empresas criminales que funcionan con dinero en efectivo, a redes delictivas mundiales vinculadas a los sectores públicos y privados a lo largo y ancho de la región” (El Tiempo, 21-02-2001). La ambición del enriquecimiento rápido, agotando el ciclo de acumulación de capital, donde capos como Pablo Escobar, Rodríguez Orjuela que junto a carteles mexicanos (Chapo Guzmán), con inmensas fortunas lograron acceder al poder político financiando parlamentarios y hasta candidatos presidenciales, prostituyendo a las juventudes urbanas y rurales.

Un cuarto momento coincide con la juventud en la era de la globalización (millennials, zillennials): nuevas tecnologías, robótica, inteligencia artificial, informática hacen del mundo una aldea global conectada por autopistas de las comunicaciones. Se asume que la globalización elimina las asimetrías dentro y fuera de los países, ignora la concentración de la riqueza en un reducido grupo de multibillonarios dueños de multinacionales asociadas al sector financiero, comunicaciones, farmacéuticas y grandes petroleras.

Al profundizar las desigualdades, como advierten Stiglitz y Piketty, las mayorías excluidas sin empleos serán más pobres y vulnerables ya que el desarrollo tecnológico, la automatización, la nanotecnología sustituyen la mano de obra sin importar su calificación. Resultados: una juventud desempleada, un planeta sobregirado ambientalmente y una pandemia que genera frustración. Como señala Afzal Javed no solo se ve amenazada la salud física, sino que “la ansiedad y la depresión aumentan por la dificultad de interactuar y por la aprehensión sobre la mortalidad vinculada con esta pandemia”.

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El desempleo ha golpeado de manera significativa a los jóvenes especialmente en el último tiempo

Para las Naciones Unidas los jóvenes son personas entre 15 y 24 años. Pero varios países limitan la edad en función de la ‘mayoría de edad’ que para algunos es de 18. El concepto de juventud cambia por factores socioculturales, políticos o económicos. Se estima que existen 1.200 millones de jóvenes (16% de la población mundial) y que para 2030 aumentaría un 7%, 1.300 millones (23% de la población mundial). Los jóvenes serán protagonistas de nuevos desafíos derivados de la crisis sanitaria del Covid-19, los retos de la ciencia en la era virtual, pero en especial en el mercado del trabajo.

El mercado laboral, empleo, desempleo de la población en edad de trabajar (15 a 64 años), según la OCDE entre 2010-2019 en Europa, Norteamérica, Japón, China, y Colombia se desglosa así: Japón cuya población mayor de 65 años representa 28% de la población total, tiene el 73% en edad de trabajo, con tasa de participación del 76% y desempleo del 4%. Europa registra 64% en edad de trabajar, con participación del 71% y tasa de desempleo del 6%. En Norteamérica la población en edad de trabajar es del 67%, participación del 71% y desempleo del 6%. China registra 67% en edad laboral, 76% de participación y 4% de desempleados. Colombia cuenta con 66% de población en edad de trabajar, 74% de participación y desempleo del 10%. Estos eran promedios de la década anterior al Covid, donde salen mejor librados Japón, China, Norteamérica, luego Europa y muy lejos nuestro país.

Para el grupo de jóvenes entre 15 y 24 años, según la OIT, el desempleo total es de 15.5% en 2020, doble de la tasa general y tres veces mayor que la de adultos. Para los jóvenes la correlación empleo/población y tasa de participación es menor en todos los casos, respecto a la población de 15-64 años, lo que indica que la participación de los jóvenes en el mercado laboral se aproxima a la mitad de la oferta, algo preocupante puesto que el desempleo se duplica, con excepción de Japón, en todos los países como se puede observar en el cuadro.

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Según el informe sobre perspectivas de empleo de OCDE (2019), las condiciones del mercado laboral se deterioran para los jóvenes con educación inferior a la terciaria en muchos países, pauperizando sus salarios e incrementando la informalidad. Colombia cuenta con la mayor cantidad de jóvenes sin educación, empleo ni capacitación (22,3%), tan solo dos puntos porcentuales más que el desempleo juvenil, seguido de Norteamérica y Europa con 16, % y 11,9%. Solo Japón presenta una tasa inferior a su tasa de desempleo juvenil.

De acuerdo con el Informe Mundial sobre el Empleo Juvenil 2020 en América Latina hay 9,4 millones de jóvenes desempleados, 23 millones no estudian ni trabajan y en la informalidad 30 millones. Algunas oportunidades vinculan a la juventud con los avances de la cuarta revolución industrial, pero la sustitución de empleos, vía robots o inteligencia artificial limita la creación de nuevos puestos de trabajo tanto en países avanzados como en desarrollo lo cual justifica la renta básica.

¿Cuál sería entonces la nueva utopía para la juventud del Covid, del desplome de la economía mundial, de la crisis ambiental acelerada por los combustibles fósiles, la desigualdad y pobreza creciente, de los populismos tóxicos que polarizan en lugar de armonizar? La respuesta no puede ser la distopía sino aprovechar la pandemia como oportunidad para construir un nuevo mundo que respete el multilateralismo con responsabilidad compartida, acepte la ciencia y reconozca los límites de la naturaleza como señala Mary Robinson, expresidenta de Irlanda: “Mis recomendaciones serían simples: escuchar a los jóvenes, escuchar la ciencia y tomar medidas urgentes” (El Tiempo 28-02-2021).

Legitimando el derecho a la protesta el presidente del Comité de Reglas de la Cámara de Representantes del Congreso de USA, Mcgovern, quien ve con preocupación la venta de armas al ESMAD, usadas contra manifestantes: “El Gobierno no está prestando atención al hecho de que la pobreza está creciendo, el desempleo está creciendo, la pandemia de COVID-19 se ha manejado mal, los jóvenes no ven un futuro. Por eso los colombianos están saliendo a la calle, están diciendo que ya es suficiente. En los países democráticos la gente tiene derecho a protestar”.

* Ex rector- Profesor Asociado de la Universidad Nacional

 

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