A pesar de las adversidades que están sufriendo los quibdoseños por la ola de violencia que se ha desatado en la ciudad en los últimos meses y que ha dejado como saldo el asesinato de muchas personas inocentes, algunos chocoanos una vez más salieron a las calles para dar inicio a sus festividades en honor a San Francisco de Asís (San Pacho) como lo indica la tradición y la historia de un pueblo que por encima de sus dificultades es alegre y fervoroso de alma y corazón. En las calles de Quibdó en la aurora del tres de septiembre los chocoanos se juntaron en una alborada que al son de la chirimía marcó el inicio de las fiestas más alegres que existen en el país y unas fiestas que ya están declaradas por la Unesco como un patrimonio inmaterial y cultural de la humanidad.
Los jóvenes chocoanos esta vez aprovecharon la coyuntura de las fiestas y salieron con pancartas en las cuales denunciaban la situación que los está afectando en materia de inseguridad, violencia y desempleo. Los mensajes están expresando el inconformismo de una población que se está sintiendo desamparada ante esta situación que cada día se agudiza más, una coyuntura que ya se le salió de las manos a las autoridades competentes, que son las fuerza pública del Chocó, la Alcaldía de Quibdó, la Gobernación del Chocó y el Estado colombiano, que es el más responsable de esta situación y está obligado a garantizarle la seguridad a los ciudadanos en la nación.
Las actitudes de estos jóvenes chocoanos y lo que están denunciando en sus pancartas es el resultado de una crisis que llegó hasta lo más profundo, por eso causa mucha preocupación que los delincuentes aprovechen el espacio de las fiestas con la intención de hacer sus fechorías. Esto que estoy diciendo lo saben las autoridades policiales y militares en el Chocó, también que detrás del jolgorio están los antisociales que empañan unas festividades populares, sanas y pacíficas con sus actos delictivos y antisociales. Sin embargo, lo que más genera preocupación es el avanzado deterioro del tejido social que están sufriendo los jóvenes chocoanos, en su gran mayoría, debido a las circunstancias. Es sabido que en todas las sociedades las juventudes son la continuación de las generaciones pasadas y son un punto medio entre el pasado y el futuro de su pueblo en materia de realizaciones y en materia de producciones, es por esta razón que es lamentable que a la carencia de liderazgo que es evidente en la juventud en el Chocó se sumen unos elementos tan abominables como la delincuencia, los robos, las extorsiones, los raponazos, la violencia y los asesinatos de personas inocentes y conocidas en el seno de la comunidad.
El problema de la violencia en el Chocó y en Quibdó no es reciente, como algunos han pensado, tiene su origen en la llegada de la guerrilla y los paramilitares en la década del ochenta y noventa a las riberas y a los poblados chocoanos que antes de eso podían desarrollar sus actividades en una paz estable y duradera. El arribo de estos grupos al margen de la ley al territorio chocoano provocó el desplazamiento masivo de campesinos a la ciudad de Quibdó en el Chocó, los cuales se ubicaron en los barrios desprotegidos y desamparados de la ciudad. Hoy, luego de algunas décadas, los hijos de aquellas personas como han seguido viviendo en la informalidad y en la pobreza extrema se han dedicado a la delincuencia y al trabajo informal y mal remunerado como único medio de supervivencia. Aquella es la razón por la cual los que están involucrados en estos actos delictivos son en la mayoría de ocasiones los jóvenes que están viviendo en estos barrios populares a los cuales no llega el Estado colombiano con proyectos productivos y con oportunidades de empoderamiento y desarrollo autosostenible.
Esta situación que estamos viviendo se veía venir y no se había manifestado por cuestiones inexplicables. Ahora no es momento de generar discordias entre nosotros, sino de generar soluciones adecuadas que puedan contribuir al fortalecimiento de esos valores que se han perdido en la juventud y que no queremos se extiendan a nuestros niños. Los jóvenes son poseedores de los vacíos que las sociedades generan en sus procesos y en sus transformaciones, es por eso que es importante el ejemplo de los mayores y la educación que se les brinde en sus hogares en su niñez y en su etapa de adolescencia. Es muy importante entender que los jóvenes son los herederos de todas las obras inconclusas que la generación que los antecedió no pudo resolver en su apogeo. Aquí debemos concentrarnos en formar una juventud consciente y responsable de sus deberes y obligaciones con su pueblo, corraciales, familia y persona.
Aquí es muy urgente iniciar un trabajo mancomunado en donde participen las instituciones educativas (universidades y colegios), con el apoyo de las iglesias, la participación de las autoridades militares y de policía, el compromiso y la disposición de las familias, la contribución de los medios de comunicación a nivel local, regional y nacional, con la participación de las organizaciones sociales y culturales y con el apoyo de todos los estamentos que puedan aportar en la formación de un nuevo individuo chocoano debido a que estamos en frente de una ruptura del tejido social de la juventud que por la falta de oportunidades está navegando en los vicios y en la delincuencia.
