Cali, una ciudad que arde en el infierno de Caronte, donde las políticas de juventudes no han funcionado, al igual que en el resto de las ciudades. Donde la gente casi a diario se ve obligada a dejar sus casas, han sido huyentes de una hecatombe territorial, de un problema que ya es mundial.
La crisis moderna al igual que la violencia se ha generalizado, en los últimos años ha producido desplazamientos rurales y urbanos, millones de campesinos migran constantemente porque el campo ha cerrado sus puertas. La pérdida de identidad es otro detonante que para los jóvenes es terrible.
Este horror de violencia que ocurre en Cali, donde jóvenes de un sitio no pueden pasar al barrio vecino, me recuerda a la hecatombe nazi en Alemania narrada por William en un libro titulado “El Señor de las Moscas”, ahí se muestra la pérdida de autoridad del estado y los adultos frente a los jóvenes.
Potrero Grande en el Distrito de Agua Blanca en Cali, es uno de los tantos volcanes que se reventaron, produciendo muros imaginados que arrasan comunidades enteras, las aísla; el que pasa estas barreras atenta contra su propia vida. Los jóvenes se vuelven víctimas que disputan el territorio, ejerciendo todo tipo de violencias: robo, extorción; manejados como títeres e imitando patrones violentos arraigados en nuestra sociedad, de los grupos armados que desangran al país desde las últimas décadas.
La policía no cuida, ahora maltrata a sus comunidades e incita a la tensión. En Potrero Grande con tanta población, con 11 sectores, solo hay un CAI. La policía conoce de las tensiones en el territorio, saben quiénes arman a los jóvenes y los ponen a matarse por unos pesos; pero existe un microtráfico de la ilegalidad al que hay que mantener seguro, protegido por un sistema corrupto en la institucionalidad pública, así como complicidad de sectores privados. Está tan bien diseñado este andamiaje de muerte, que hasta la policía se fe enfrentada a estos jóvenes armados en la ilegalidad, el saldo es el mismo: más muertos, principalmente jóvenes de uno u otro bando.
A los jóvenes se les ofrece capacitación, pero se necesita, más que una mirada militarista y asistencialista, proyectos que crean en sus capacidades, que los vuelva príncipes de sus comunidades, con Ingreso Social, que los ponga a pensarse así mismos en sus territorios, en sus sueños, que se les brinde confianza, que miren a otros ángulos distintos a los acostumbrados, que los lleven al perdón y la reconciliación con sus comunidades.
Por estas razones, además por la muerte del compañero Yoiner Mosquera, un joven como otros que creía en la no-violencia, en el cambio a favor de la paz negociada y el amor por la biodiversidad, quién fuera hace unas semanas abaleado por cruzar estas fronteras invisibles, otra víctima más de la burbuja medieval. El 13 de octubre de 2013 nos levantamos con la triste noticia que ese día a las ocho de la mañana un joven del Sector I, fue muerto con nueve tiros en el Sector IX, a pesar de esto y contra esto, comunidades en movimiento de varias partes de Cali, del Distrito de Agua Blanca: Quintas del Sol, Marroquín, Vergel, de Potrero Grande entre otras, marchamos por la no violencia, sacralizando y ritualizando todos estos sitios, callejones de Potrero.
La Actividad convocada por la Legión del Afecto, se realizó este 13 de octubre fue una marcha simbólica donde los jóvenes le mostraron al país otra forma de ver la vida. Nos reunimos con algunas familiares de estas víctimas, fuegueros, plañideras, abuelas niños jóvenes, con velas y antorchas para manifestarnos pacíficamente, con afecto, para que se cree a partir de ahí, del respeto, la tolerancia, para que no se repitan escenas trágicas como esta.