Los jóvenes del paro: entre la anarquía y la demagogia

Los jóvenes del paro: entre la anarquía y la demagogia

Aunque la primera línea se constituyó para defender a los participantes de la protesta, ahora ha sido llamada por las autoridades para negociar con al gobierno de Bogotá

Por: Alvaro Pacheco
julio 02, 2021
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Los jóvenes del paro: entre la anarquía y la demagogia
Foto: Mauricio Cárdenas.

En principio parece lógico que se negocie con quien proteste, pero la agenda es la del paro, no de las jóvenes, aunque es válido reconocer que estos mismos traen reivindicaciones propias.

La estrategia de desmovilización de los focos de protesta que persisten ha sido ambigua y sigue la línea de desconocer el carácter de interlocutor de los convocantes al paro. Primero, se intentó reprimir la protesta por la fuerza esperando que pasara lo de siempre, muchos muertos, heridos y desaparecidos, y después de unas extenuantes jornadas todo el mundo a su casa, a reiniciar actividades el día siguiente. Pero eso no sucedió.

Se intentó posicionar en la opinión pública la idea de que las reivindicaciones sociales se debían discutir en el congreso, y que el debate debía ser electoral y hacerse el año entrante. Tampoco. Se le echó la culpa a Petro, porque había tenido la idea de decir, cuando perdió las elecciones, que iba a hacer oposición desde la calle. Petro se bajó rápidamente del paro y nuevamente el gobierno quedó sin argumentos.

Después el gobierno trató de convencer a la opinión que los convocantes no eran representativos, y en una voltereta inverosímil se empezó a ceder sin negociar con sectores específicos como los transportadores. Sugirió militarizar ciudades y decretar la conmoción interior. Tampoco tuvo eco. Se encontró con una realidad que no había previsto, los alcaldes y gobernadores reclamaron la autonomía en el manejo del orden público, y algunos como los de Cali, Bogotá y Medellín se apartaron abiertamente de los enfoques y el manejo del conflicto del ejecutivo y prefirieron dialogar.

El gobierno acusa el desgaste político de la crisis y la pérdida de las bases sociales del uribismo. Maneja el congreso, pero los políticos están agazapados en sus regiones, esperando que se cumpla el año entrante la sentencia del eterno senador Víctor Renán Barco. “La gente habla mal de nosotros los políticos peros siempre nos reeligen”. El manejo de la pandemia y la crisis derivada de ella ha sido pésimo. Solo uno de cada cinco colombianos la aprueba a pesar del salvavidas de la vacuna.

En ese escenario de crisis aparecen los jóvenes de primera línea. Inicialmente son los escudos de los manifestantes, pero al abandonar la escena de las calles los convocantes al paro se quedaron solos en los puntos de resistencia.

El presidente desde un comienzo apostó por minimizar su presencia alegando que el problema se solucionaba eligiendo consejos, uno más, en todas las instancias políticas, alcaldías, gobernaciones y el propio gobierno nacional, como lo prevé la ley 1622 de 2013, llamada ampulosamente “Estatuto de Ciudadanía Juvenil”. Ni se ha convocado elecciones en ocho años, ni parece que los jóvenes conozcan esa ley, ni creo que les interese hacer un esfuerzo electoral de partidos, grupos y combos para elegir consejeros que no inciden directamente en las políticas públicas. Pero ese es su lavado de manos. Eso y bolillo. Pero para los jóvenes no es mas que demagogia.

La alcaldesa de Bogotá se queda con el problema. Propone que se les deje votar desde los 16 años, lo cual parece más una propuesta de construir una base electoral que una solución real. Sencillamente los jóvenes no parecen creer en el congreso. Más demagogia de los de siempre.

Reciben como una reivindicación necesaria la cascada de becas, cupos y empleos que les ofrecen, pero piden más, aunque no saben a ciencia cierta qué. Ellos no organizaron el paro, pero tampoco se fueron a la casa cuando los organizadores lo ordenaron. Tiene la experiencia de las barras bravas, combos, mesas y todas las expresiones juveniles que interactúan con instancias como las alcaldías locales, pero esos espacios nada tienen que ver con el alcance que los gobiernos quieren darles para graduarlos como interlocutores. Eso los pone en un dilema: no pueden abandonar sus barricadas, porque eso es lo que justifica el diálogo y no tiene una propuesta concreta para dialogar y avanzar en el diseño y ejecución de políticas públicas que los favorezcan.

Se reunirán en Bogotá delegaciones de todo el país para tratar de armar una plataforma única de negociación. Será en últimas en encuentro nacional de expresiones juveniles, cada una con sus líderes. Mientras tanto tienen que mantener sus puntos de resistencia, y debatirse entre la anarquía y la demagogia de los gobiernos nacional y distrital.

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