Para mí un apóstata es una persona valiente que en virtud de su autonomía de pensamiento y libertad de consciencia ha elegido abandonar su fe, y como consecuencia de ello se ha apartado de la institución que representa esa fe y las creencias que durante un periodo de su vida conservó. El apóstata es una persona libre que está dispuesta a afrontar el estigma que representa el rechazo a una doctrina acogida por millones de personas entre las cuales puede estar su propia familia, amigos y seres queridos.
Pero no siempre pensé lo mismo. En mi infancia mi concepto sobre un apóstata era muy diferente y surgió a raíz de la primera biblia que tuve en mis manos, una traducción del presbítero católico y filólogo Félix Torres Amat, que en 1825 tradujo la biblia directamente desde la versión de la vulgata traducida previamente por el jesuita José Miguel Petisco.
“El hombre apóstata es un hombre perniciosísimo; no habla más que iniquidades. Guiña los ojos, hace señas con el pie, habla con los dedos, maquina el mal en su depravado corazón, y en todo tiempo siembra discordias. De repente le vendrá a éste su perdición, y súbitamente quedará hecho añicos, sin que tenga ya remedio”.
Ese fue mi concepto del apóstata que mantuve durante mi infancia, surgido a raíz de la biblia Torres Amat que leí en mi niñez. Luego con más información, supe que la apostasía, al lado del cisma y la herejía, son para la Iglesia católica delitos muy graves que acarrean la pena de excomunión.
En un momento de la historia, cuando la Iglesia católica era responsable del registro de nacimiento de los colombianos, el bautismo era una obligación y la excomunión era algo que no desearías sufrir, pero en la actualidad con un Estado laico en el cual un ciudadano puede ser registrado como ciudadano sin necesidad de ser bautizado en la Iglesia católica, el acto del bautismo es una falta de respeto y desprecio a la libertad de culto y conciencia del individuo a una edad en la que es incapaz de decidir de manera consciente y autónoma la adscripción a una institución religiosa.
Con el bautismo convertido en un atentado contra la libertad de culto y conciencia del individuo, la apostasía se convierte en un derecho y la excomunión en un anhelo de muchos jóvenes.
Santiago Pirazán Paipa es un joven que desde los 16 años no se identificaba con los dogmas de la Iglesia católica, y a sus 22 años después de un proceso personal derivado del ejercicio del librepensamiento, estaba dispuesto a solicitar la excomunión que merecen quienes incurren en apostasía. Fue bautizado sin su consentimiento en la Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá perteneciente actualmente a la arquidiócesis de Bogotá, y después de meditarlo de manera libre y consciente, el pasado 20 de abril del 2021, con asesoría de la Asociación de Ateos de Bogotá, presentó su memorial de agravios ante la Arquidiócesis de Bogotá, el cual fue tramitado de forma inmediata y sin dilaciones.
Mediante comunicado C.390/2021 la arquidiócesis de Bogotá se pronunció:
Respetado Señor Santiago
Reciba un cordial saludo. Acuso recibo su comunicación del 20 de abril de 2021, con relación a la solicitud de apostasía de la fe católica. Le manifiesto que he dado traslado de la misma a la Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, donde fue bautizado para que se reconozca su separación de la Iglesia Cristiana Católica.
Una vez surtido el procedimiento con la Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, le informo que se encuentra debidamente asentada en el libro de bautismo (L.68, F.172 N.344), con una nota, así: "Hizo abandono público de su fe el 20 de abril de 2021. C/389/2021 Razón por la cual queda en firme su decisión de renuncia a la Fe Católica”.
A pesar de la diligencia demostrada por la arquidiócesis de Bogotá, los apóstatas en Colombia no tienen el camino fácil. El año inmediatamente anterior, la Diócesis de Granada, identificada con NIT. 860530567-8, respondió una solicitud de apostasía de una manera que, aunque suene bonita, es una respuesta grosera.
Juan Francisco Peña Rojas, del municipio de Vista Hermosa, departamento del Meta, había desarrollado un elevado repudio a la Iglesia católica como producto de un largo tiempo de reflexión con su hermano Juan Leonardo, un proceso que lo llevó a dirigir a la diócesis de Granada una solicitud de apostasía el 17 de junio del 2020, en la cual enumeraba las razones de su rechazo a la fe cristiana y a la Iglesia católica como institución. Los hermanos Peña Rojas habían investigado sobre el proceso para renunciar a la iglesia debido a que Juan Francisco había sido bautizado sin su consentimiento, al igual que Santiago, el primer protagonista de este artículo.
Encontraron información sobre la apostasía a través de los registros en internet de campañas promovidas por la Asociación de Ateos de Bogotá, y una vez armados con los modelos de solicitud de apostasía, Juan Francisco Peña dirigió su misiva a la diócesis a la cual pertenece la parroquia donde fue bautizado. Pero la respuesta fue desalentadora:
Granada Meta, 26 de octubre de 2020
Señor Juan Francisco Peña Rojas
En respuesta a su comunicación fechada el 17 de junio de 2020, y recibida en este despacho el 15 de octubre de 2020, me permito manifestarle que en conformidad con su deseo y con nuestras obligaciones, comunico al Párroco de la Parroquia San Juan Bosco en el Municipio de Vista Hermosa, donde está asentada su partida de Bautismo, su decisión de apostatar de la fe católica.
Lamento su decisión, pero quiero hacerle presente que la Iglesia en ningún momento lo excluye. Sepa que cuando quiera regresar a la comunión de la Iglesia, siempre será bien recibido. De otra parte, le informo que su partida de Bautismo permanece en el archivo parroquial, pues nadie tiene potestad para suprimir la información de un documento público.
Juan Francisco Peña Rojas y Santiago Pirazán Paipa comparten un mismo sentimiento, no quieren que su nombre esté asociado a una institución religiosa supersticiosa y retrógrada, que ha estado históricamente en el frente de batalla contra los derechos individuales que hoy los ateos queremos reivindicar. No pedimos ni necesitamos el bautismo, y ahora de manera consciente y libre, mediante el uso de las herramientas otorgadas por la constitución política de Colombia, exigimos que la iglesia no nos cuente entre su rebaño y que algún día abandonen la tradición de matricular a personas cuando aún son incapaces de elegir o rechazar una doctrina religiosa.
En este momento muchas personas estarán pensando, ¿no se estará dando mucha importancia a la iglesia al solicitar la apostasía? ¿Cuál es el problema con el bautismo que solo fue un acto simbólico? ¿Necesito que la iglesia me dé un certificado para poder ser ateo? ¿No basta simplemente con dejar de creer y ya?
La respuesta es sencilla, si el bautismo fuera simplemente un acto simbólico como muchas personas creen, no existirían actas de bautismo en las parroquias donde cada persona fue bautizada, y la arquidiócesis de Bogotá no habría podido procesar la solicitud del joven Santiago Pirazán Paipa ni la de otras personas que han logrado exitosamente que la iglesia acceda a sus solicitudes, y no se necesita ser ateo para hacer una petición similar.
El bautismo es un hecho y un acto jurídico que la Iglesia católica aún guarda celosamente, como si estuviéramos en la época en la que dicha institución era responsable del registro oficial de nacimiento de los ciudadanos colombianos y la excomunión era un castigo temible que incluso te afectaba después de la muerte, dado que la iglesia alguna vez monopolizó la administración de los cementerios, razón por la cual ateos, librepensadores, homosexuales y excomulgados en general, tuvieron vetado el uso de los cementerios durante un periodo aciago de la historia del país.
Juan Esteban Hurtado es estudiante de último semestre de derecho de la Universidad Libre, criado en una familia profundamente religiosa, se inclinó por las ciencias sociales, y desde temprana edad cuestionó muchos estándares morales derivados del sistema religioso que le fue inculcado; a través de la literatura adquirió convicciones ateas con bases científicas. Actualmente colabora con la Asociación de Ateos de Bogotá y en su alma mater dirige una organización que reivindica los derechos de la comunidad LGBTI, y como opositor del relativismo cultural cuestiona la complacencia que personas históricamente discriminadas y vilipendiadas por su orientación sexual, asumen frente a instituciones como la Iglesia católica o congregaciones de corte cristiano que aún promueven la homofobia.
Juan Esteban apoya la apostasía como una acción jurídica con componentes simbólicos y políticos; la apostasía para él es una expresión del individuo en la sociedad que asume de forma responsable una autodeterminación que le fue negada, y que ahora le manifiesta a la comunidad, que la subyugación a un dogma no es el único camino que una persona puede tomar.
De manera similar piensa Sebastián Galvis Correa, también estudiante de derecho de la Universidad de Medellín, criado en una familia católica, actualmente es ateo y ciudadano LGBTI, lee he investiga sobre la religión y el fenómeno de las sectas porque es un convencido de que para criticar algo es necesario conocerlo. Sebastián sostiene que la apostasía es la materialización efectiva de derechos fundamentales contenidos en nuestra carta magna; cuestiona las trabas y dilaciones que con frecuencia la iglesia usa para entorpecer las solicitudes ciudadanas que, a su manera de ver, no tienen por qué estar justificadas o sometidas a procesos burocráticos máxime cuando el propio código de derecho canónico establece la apostasía y la herejía como delitos que acarrean la excomunión latae sententiae, pena prevista para apóstatas, herejes y cismáticos como Santiago Pirazán Paipa y Juan Francisco Peña Rojas.
Ante el éxito de la solicitud de apostasía del joven Santiago Pirazán Paipa radicada en la arquidiócesis de Bogotá, Juan Francisco Peña Rojas insistirá con su solicitud ante la Diócesis de Granada y esta vez espera que la Iglesia católica si lo excluya y lo excomulgue como supuestamente debe ocurrir con todas las personas que incurren en apostasía, herejía o cisma. La Asociación de Ateos de Bogotá estará vigilando dichos procesos y esperamos que más personas se atrevan a reclamar sus derechos.