Es casi espectacular llegar a saber que los antioqueños te aman hasta que empieces a decir algo que los aminore. Alguna vez lo viví en carne propia en medio de un partido que se jugaba entre las novenas de Sucre y de Antioquia, en nuestro estadio de beisbol.
Los paisas estaban perdiendo, incluso recurriendo en ese entonces a la estrella cartagenera José Miguel Corpas quien se había mudado a Medellín y jugaba hasta de pitcher. Ese man era un genio. Perder con Sucre no podía parecer algo anómalo habida cuenta de la escasa tradición besibolística de los antioqueños, incluso con Corpas y otras fortalezas foráneas a bordo.
Y yo gritaba desde las tribunas para darles coba con el mayor acento beisbolístico:
-¡Denles palo y pónchenlos, que no son sino paisas!
Había gritado cual tres o cuatro veces tal consigna cuando se me acercó alguien con su acento inconfundible y su sesgo lingüístico.
-Y es que a vos te parece poco, ¿o qué?
Por semiótica yo sabía que ese, ¿o qué?, es invitación a pelear. Es claro que yo no estaba para eso. Disfrutaba simplemente del juego. Aquel tipo no. Estaba considerándolo una ofensa. Le pedí disculpas.
Traigo esta anécdota personal pues he alquilado balcón para mirar la paliza que al grupo Empresarial Antioqueño, GEA, lo más conspicuo del orgullo paisa, les está propinando el Grupo Gilinski y sus asociados del pull de ricachones petrodolarizados de Abu Dhabi.
Una reciente y muy informada columna de Ramón Jimeno da cuenta de ello aquí mismo en Las Dos Orillas.
Al parecer, que los paisas dominantes se crean imbatibles, meollo del malestar de mi opositor beisbolista, va en contra y ataca incluso a los detentadores minoristas de acciones del grupo Nutresa. Y hubo alguien que no les comió cuento. Detectó esa debilidad de gozar con andar montados y, solazados en ello, ahora andan en calzas prietas.
Jimeno demuestra que los han puesto a jugar con un palito sucio: por donde lo cojan, la cagan. Están a punto de perder, hacha, calabazo y miel.
Supone Jimeno: “El triunfo de la llave Gilinski-Abu Dhabi tendría consecuencias para el resto de las empresas que consolidaron las élites antioqueñas: Argos, Sura, Celsia, Bancolombia, Protección -entre otras.”
Y como es a punta de billete no pueden evitar desmoronarse. Aquella sabiduría paisa de: haga plata, mijo, y si no, haga plata, azuza la ambición del grupo minoritario de accionistas.
Y Jimeno suelta unas golosinas, podrían ser chocolatinas, para degustar. Leo esta: “Pero los estrategas de la OPA detectaron -sin grandes esfuerzos por cierto- que el valor de la acción de Nutresa estaba por debajo de lo que realmente vale”. Al parecer los del grupo minoritario estuvieron llevando del bulto un largo rato.
¿Será eso lo que más duele? Jimeno aproxima ají picante y restriega: “Llegarían en poco tiempo nuevas caras a los sillones directivos y sería el fin del sistema del sistema de defensa empresarial que ideó Nicanor Restrepo (…)”. ¡Ay!
Creo que algo de esa dimensión ocurrió cuando recientemente Uribe invitó al padre De Roux a su finca supuestamente ubérrima y lo sentó al borde de un flamante mantel soplado de moscas ávidas de leche derramada, a cuadros rojos y blancos como si estuvieran en la República de Ucrania.
Uribe lucía superior. Haría sus propias deposiciones a la JEP. En su propio territorio. Impuso sus propias condiciones. ¡Y qué mal le salió! Nunca supo de dónde provenía la dignidad heroica de De Roux, quien soportó incólume todo lo que le endilgaron!
Entonces ahora el GEA parece bajado de su pedestal. ¿Y todo aquel engreimiento fatuo en qué quedará cuando les toque pedir empleo?
Qué pasará cuando, si gana Petro, le pasen la cuenta a Uribe quien recientemente ha sostenido que el negocio ganadero es apenas un embeleco romántico que no soporta la factibilidad.
Cabe imaginarse: si Uribe no gana plata con su negocio ganadero, ¿entonces quién en Colombia? Si eso no es mentira hay que recoger por inútiles a toda la carrandanga de románticos ganaderos del país. Entonces preguntaría yo, ¿porqué caben hasta tres o cuatro intermediarios en la cadena ganadera en Colombia?
Uno no entiende cómo una persona con semejante criterio pudo haber sido presidente de Colombia. Será que para ayudarlos en su desazón romántica, que siempre concluye dramáticamente según la literatura, se ideó el falaz programa Agro Ingreso Seguro. ¡Ay!
Esto es de una terrible gravedad si se argumenta: si los mayores negocios de los Gilinski y del grupo de Abu Dhabi se siguen tasando en dólares seguirán comprando ad infiniutum en Colombia, cuya riqueza se tasa en devaluados y devaluables pesos.
Por eso la economía cafetera pasó a dominar, desde aquella célebre reforma de Carlos Lleras y Don Manuel Mejía la antaño floreciente economía ganadera colombiana, centrada en la Costa principalmente; floreciente hasta cuando se tasó en dólares exportando por Panamá. Hoy los dólares del café compran el ganado en Colombia. No hay subasta donde no imperen. Compran ganado barato en pesos, exportan, y cobran en dólares. Y eso no tiene nada de romanticismo.
Así, de esa forma perdió su mayor peso específico la economía de la Costa Atlántica colombiana y miren que no se ha vuelto a parar. Los paisas ya están en ese hueco. Les rechinan los dientes montados de tigre. Claro, todavía este análisis se queda corto.