Los italianos de San Egidio, el puente de Petro con el Papa y con un lugar en el corazón de Uribe

Los italianos de San Egidio, el puente de Petro con el Papa y con un lugar en el corazón de Uribe

La orden religiosa fundada por Andrea Riccardi mantiene relación con líderes de todas las tendencias y es más efectiva con Francisco que la diplomacia Vaticana

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marzo 02, 2022
Los italianos de San Egidio, el puente de Petro con el Papa y con un lugar en el corazón  de Uribe

El 14 de febrero del año 2000 Raúl Reyes se puso corbata. El frío azotaba con violencia dándole a la belleza de Roma un toque lúgubre, decadente que la hacía tan hermosa que hasta un ateo fanático como el Comandante de las FARC hacía estremecer. En ese momento el proceso de paz con las FARC vivía su mejor momento. En los meses previos a la visita de Reyes habían pasado por la zona de distensión de San Vicente del Caguán personalidades de la política y la economía mundial como Richard Grasso, presidente de la Bolsa de Nueva York, y expresidentes como Belisario Betancur que le daban credibilidad a las negociaciones entre el gobierno Pastrana y la guerrilla.

Reyes, que hacía parte de un grupo de diez negociadores de paz –seis de las Farc y cuatro del gobierno– que habían llegado a Europa en un tour político para amenizar los diálogos en el frente internacional, estaba en Roma para asistir a una reunión con un secretario personal de Juan Pablo II. El encuentro fue posible gracias a la intervención de Andrea Riccardi y la orden que había creado cuando tenía 18 años, la de San Egidio.

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Durante los diálogos del Caguan, una delegación de guerrilleros de las FARC viajo a Europa y Raúl Reyes se entrevisto con la comunidad de San Egidio.

En 1968 Riccardi ya era estudiante de Historia Contemporánea en la Universidad de Roma, obsesionado con el funcionamiento de la iglesia, y sentó las bases para crear una orden que se interesara como mediadora de conflictos internacionales, algo acorde con la visión progresista de la misma iglesia que había hecho gala durante el Concilio Vaticano II. Por esa labor Riccardi recibió en el 2001 el Premio Internacional Cataluña, o en el 2009 el Carlomagno. Su congregación ha sido varias veces candidata al Nobel de Paz y al Príncipe de Asturias por haber sido fundamentales para alcanzar la paz en 1992 en Mozambique y en 1996 en Guatemala.

Dos años después de la visita de Reyes otro colombiano llegaba al Vaticano. Tras arrasar con el 54% de los votos en primera vuelta a su rival directo, Horacio Serpa, el 12 de julio de 2002 Álvaro Uribe Vélez le daba la mano a Andrea Riccardi, quien fue su puente hasta el Papa. Uribe sabía de la dureza de Riccardi quien, en la visita que le hizo George W. Bush en Roma, le espetó una indirecta a la yugular: “La guerra es la madre de todas las pobrezas”.

Uribe sabía que en 1990 había arribado a Colombia la congregación de San Egidio, específicamente a Cali en donde un grupo de vallunos fue al Vaticano a convencerlos de que la gente del distrito de Aguablanca necesitaba de su misericordia. Colombia es uno de los setenta países en donde están desperdigados los 50 mil voluntarios por todo el mundo. Católico fervoroso, la historia que le contó Riccardi sobre la vida de San Egidio, uno de los primeros mártires cristianos, considerado el santo de los pobres, conmovió tanto al presidente electo que, según el periodista Nelson Freddy Padilla, se puso de rodillas frente al altar mayor de la iglesia donde estaban.

Uribe se prendó de la orden, hasta el punto de sacar unos minutos de su agenda para conocer su convento ubicado en el bohemio barrio de Trastevere, al lado de bares de jazz y cafés donde los poetas pregonan el apocalipsis. Poco tiempo después de su visita a Roma, Uribe, ya siendo presidente, conoció a Ricardo Canelli, historiador de la Universidad de Bari, que era el especialista de la orden en Colombia e incluso había participado en entrega y negociación de secuestrados en las selvas colombianas. Mientras fue presidente la confianza de Uribe en Canelli fue fundamental.

Otro de los colombianos cercanos a la orden es Álvaro Leyva. Poco después de su detención en España, en el 2003, el exministro conservador se quedó en el convento de Trastevere. Riccardi en persona, quien compartía con Ingrid Betancourt haber sido distinguido con la Legión de Honor por el gobierno, le pidió a Leyva interceder para la liberación de Ingrid Betancourt, la candidata presidencial que estaba secuestrada en ese momento por las FARC.

Gustavo Petro estuvo en el Vaticano en reunión con el papa Francisco. Desde el principio se acordó que no habría foto del encuentro para evitar ser usada en medio de la campaña electoral.

La orden volvió a tener protagonismo en el país en las últimas semanas. El uribismo y la derecha radical no podían creer que el Papa Francisco recibiera, antes que a ningún otro candidato, a Gustavo Petro. Organizaciones católicas alrededor del mundo criticaron el encuentro y al Papa Francisco. Este llegó por intermedio de Alberto Fernández, presidente de Argentina y Cristina Fernandez de Kirchner, quien representa la mayor fuerza política en el país del sur del continente. Ellos fueron el puente con Andrea Riccardi, quien convenció al Papa de recibir a Petro durante 15 minutos. Un logro que muestra el nivel de influencia que tiene, tanto la orden, como el candidato presidencial.

 

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