En la campaña presidencial de Biden, los seguidores de Trump esgrimieron el argumento de que el primero era un tipo guerrerista sin escrúpulos que estuvo en los gobiernos cuando se invadió a Irak, Siria y Afganistán, dejando en esas áreas tristeza y desolación.
Cuando se inició la campaña del virus, escribí que después vendrían los fuegos pirotécnicos en una especie de premonición de que había un interés acendrado de ciertos líderes occidentales de línea derechista y ultraderechista de fomentar una guerra ya sea civil o internacional.
Biden empezó a esparcir rumores mediante informaciones de prensa y prensa creada con el propósito de que Ucrania se uniría a la OTAN y sería algo así como el país pechiche de la camada, donde pondrían toda suerte de bases militares en la línea fronteriza con Rusia.
Obviamente que esto generó una reacción inmediata de parte de los rusos y sus líderes, quienes de pronto se vieron enfrentados a una encerrona: si se quedaban como si nada, se cumpliría la intención de fomentar en Ucrania una base militar fuerte de la OTAN, si reaccionaban como lo han hecho, entonces serían convertidos en los parias, en los abusadores que quieren imponer en Europa un régimen dictatorial invasivo.
Finalmente, esto último fue el camino escogido y hoy tenemos a miles, millones, indignados por lo que sucede entre el gigante ruso y el polluelo ucraniano, todos señalizando con rabia y el mundo occidental aislando a Rusia como es la propuesta. Biden logró los objetivos de una u otra forma.
Hasta podríamos casarnos con esa indignación popular si lo mismo hubiese ocurrido contra Irak, una cultura de miles de años destruida con el supuesto de armamento nuclear peligroso que nunca apareció.
Hoy ese país es una miseria y la incertidumbre y desolación es la constante, excepto en las áreas llenas de petróleo que EE. UU. explota como propietaria. Igual aconteció con Siria, Libia y el abandono contra los afganos es porque al parecer lo que tienen es un peladero y mucho fanatismo, nada agradable para invertir millones en una invasión y al final no sacar nada.
Un amigo me envió un escrito de Mike Whitney que dice textualmente:
“Aquí es donde Ucrania entra en escena. Ucrania es el ‘arma elegida’ por Washington para torpedear Nord Stream y abrir una brecha entre Alemania y Rusia. La estrategia está tomada de la primera página del Manual de Política Exterior de Estados Unidos bajo el epígrafe ‘Divide y vencerás’. Washington necesita crear la sensación de que Rusia supone una amenaza para la seguridad de Europa, ese es lo objetivo. Necesita mostrar que Putin es un agresor sediento de sangre y con un carácter muy irritable en el que no se puede confiar. Para lograrlo se ha encargado a los medios de comunicación la misión de repetir una y otra vez ‘Rusia planea invadir Ucrania’. Lo que no se dice es que Rusia no ha invadido ningún país desde que disolvió la Unión Soviética, mientras que en ese mismo periodo de tiempo Estados Unidos ha invadido países o ha derrocado sus regímenes en más de 50 países y que Estados Unidos mantiene más de 800 bases militares en países de todo el mundo. Los medios de comunicación no informan de nada de esto, sino que ponen el foco de atención en el “malvado Putin”, que ha concentrado a unos 100.000 soldados a lo largo de la frontera ucraniana, lo que amenaza con sumir a toda Europa en otra guerra sangrienta”.
Finalmente, el propósito seguirá, pues, para nadie es un secreto que Rusia tiene las mayores reservas de petróleo, gas y agua dulce en el mundo.
Si fracasa el asunto con Ucrania, no quiere decir que ya lo dejarán así, esto originará un enfrentamiento sin precedentes que EE. UU. nunca podría hacer solo; por eso la expansión de la OTAN, es decir, países aliados como en los cines de vaqueros, los facinerosos asolaban a las regiones en manadas hasta que exterminaron a la población indígena y animal que ponía en riesgo el principal interés, apropiarse de las riquezas naturales del área, así que por ahí va la vaina y solo falta la intervención del gigante asiático, China, para que el mundo se enfrente a algo nunca antes conocido, aunque dicen que está textualizado en la Biblia, llamado Armagedón, aunque Biden a eso no le teme.