Siria por su ubicación geográfica es uno de los países más estratégicos de Asia y, desde luego del Medio Oriente. De allí que se ha convertido en el centro de una de las guerras más sangrientas del siglo XXI por el control de la producción, el comercio y el transporte del gas en el Medio Oriente. Su territorio es paso obligado de los estratégicos gasoductos que en el futuro cercano transportarán el gas de los centros de producción de los países de la órbita rusa y de los aliados norteamericanos en el Oriente Medio hacia los mercados de Europa. Lo que está en disputa en la guerra en Siria entre las potenciases un nuevo orden mundial en materia de energía, un tema poco trasciende cuando se habla de la devastadora guerra en Damasco.
En la cuenca oriental del Mediterráneo que forman Siria, Israel y Líbano, posee una de las mayores reservas de gas natural de la región y Siria es la joya de la corona. De hecho, el territorio sirio es un enclave vital en la geopolítica energética del Oriente Medio por ser uno de los países más estratégicos de la región. Por un lado, es la entrada de Asia a Europa y de acceso a las rutas del Cáucaso y a los mares Negro y Caspio, territorios que tienen grandes reservas de gas.
Por el otro, el territorio sirio es la bisagra del paso del gas del Mediterráneo, el Caspio, el Mar Negro y el Golfo Pérsico. Por eso en la guerra de Siria se vive una encarnizada lucha de las potencias europeas, Estados Unidos, Rusia y China por definir sus intereses estratégicos, entorno a la geopolítica del gas, dado que gran parte de los gasoductos que se proyectan para las exportaciones de gas de las principales reservas mundiales que están en Rusia, Irán, Qatar, tienen que pasar por Siria.
De allí que la guerra se ha convertido en un pulso entre los intereses de Estados Unidos y las potencias europeas contra los interes estratégicos de Rusia y China. Lo que están en juego son los dominios en los negocios del gas del Medio Oriente hacia el mercado internacional. Rusia desarrolla su política gasíferos hacia Europa sobre la base de dos grandes gasoductos. Uno que conecta Rusia-Alemania a través del Mar Báltico sin pasar por Bielorrusia, Ucrania y Polonia. El segundo de Rusia a Bulgaria y tendrá dos ramales, uno que pasa por Grecia y el sur de Italia y el otro por Hungría y Austria.
En cambio, Estados Unidos y la UE impulsan un gasoducto que parte Irak-Siria, Turquía, Mar Negro- Rumania, Hungría y Austria con conexión con Croacia, Eslovenia e Italia. Gasoducto que está en veremos por la oposición del régimen sirio.
Ni Alemania ni Francia como potencias europeas se han quedado atrás. Alemania con se ha casado con todas las sanciones económicas que ha proferido la UE contra Rusia por que tiene acuerdos comerciales claves con los rusos que inquietan al resto de Europa.
Por su parte, Francia no se ha quedado atrás en este pulso, en virtud que considera la región como su zona de influencia histórica y por eso ha buscado tener injerencia directa en la definición del mapa geoestratégico del gas en la región. En la guerra en Siria se esconde es un entramado oscuro de disputas entre las potencias por reglar un nuevo orden en la política energética mundial.
Eso explica las coincidencias de los gobiernos de Irak y Siria con los intereses estratégicos de Arabia Saudita y las potencias en combatir al Estado Islámico, porque el Estado Islámico, significa una gran amenaza para de todos en la geopolítica del gas en el Medio Oriente.
El régimen sirio de Bashar al-Asad se ha convertido en el palo en la rueda de los planes gasíferos de Estados Unidos y la Unión Europea en el Medio Oriente. Hace siete años Qatar y Turquía firmaron un acuerdo para la construcción de un gasoducto para transportar el gas de Qatar a Turquía pasando por Siria para surtir a Europa, pero el régimen sirio se opone. De allí obedece en parte la participación de Turquía y Qatar en la coalición que apoyan las fuerzas rebeldes que busca deponer al régimen de Bashar al-Asad.
El régimen de Bashar al-Asad hace tres años firmó un acuerdo con Irán e Irak para la construcción de un gasoducto Irán- Irak- Siria y que tendrá una línea submarina que se conectará con Grecia. Proyecto que convierte a Siria en un gran centro de almacenamiento y distribución de gas en el Medio Oriente, un plan que favorece los intereses económicos, políticos y estratégicos de Rusia y China, pero que no es bien visto por Estados Unidos y la Europea, porque significa un revés para sus planes estratégicos de tener menos de pendencia del gas ruso e incrementar las importaciones de Qatar, un negocio redondo para las petroleras estadounidenses, franceses e ingleses que controlan los principales yacimientos.
Más de la mitad del gas que consume Europa proviene de Rusia. La apuesta de Estados Unidos y sus aliados europeos es la de reconfigurar un nuevo mapa en la seguridad energética de Europa para sacudirse de la dependencia de Rusia. En conclusión: lo que pretenden Estados Unidos y la UE en la guerra del gas en Siria es asegurar el tránsito de las importaciones de gas de Qatar.
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