Luego de las manifestaciones pacíficas en marzo del 2011 en la ciudad siria de Dara y la respuesta brutal del régimen de Bashar Al-Asad, ha pasado mucho trecho. El escalamiento (y lo que amenaza ser perpetuación) del conflicto ha resultado en más de 400,000 muertos a causa de una guerra que reporta tener más de 1500 grupos en contienda.
Además de los incontables muertos, el conflicto ha generado que alrededor de la mitad del país no esté viviendo en sus hogares y haya migrado a diferentes sitios del país (6.5 millones) o a distintas partes del mundo (4.8 millones). Aunque estas cifras hayan despertado las alarmas en el mundo, sea por solidaridad o por los efectos de los refugiados, ponerse de acuerdo para la paz en Siria se ve como algo bastante lejano.
A lo largo del conflicto se han evaluado varias posibilidades para la terminación del conflicto. Entre éstas, la ONU propuso un plan de 6 puntos encabezado por el ex Secretario General, Kofi Annan, así como la Liga Árabe intentó hacer lo mismo. En los dos casos, el gobierno sirio no se comprometió con la causa y no acató cuestiones como la entrada de observadores y asistencia humanitaria a las zonas afectadas.
A partir de estos fracasos, se promovieron iniciativas de paz en Ginebra que tampoco encontraron respuesta en el accionar de los grupos armados combatiendo en Siria, sino que se ha caído en el error de que actores ajenos a la guerra negocien asuntos que no le conciernen a los verdaderos actores del conflicto en suelo sirio.
Es así que existen cinco razones principales por las cuales las numerosas iniciativas de paz han sido fallidas y han estado lejos de dar una verdadera solución: se ha procurado imponer agendas de paz ajenas a las causas estructurales de la misma guerra y poco representativas; se ha ignorado a actores fundamentales en el desarrollo, escalamiento y perpetuación de la guerra; la aparición y existencia del terrorismo; el irrespeto a lo acordado y falta de confianza; y por último, no hay una verdadera voluntad de paz.
Debido a un sinnúmero de intereses geopolíticos y geoestratégicos, Siria podría ser la joya de la corona de Medio Oriente para las potencias. Principalmente, Estados Unidos y Rusia quieren enmarcar la guerra civil siria como si fuese un asunto de la ya acabada Guerra Fría, mientras que realmente es una situación saliente del contexto de las Revueltas Árabes del 2011, la apertura económica hacia al neoliberalismo y sus consecuencias, la persecución política, entre otras variables locales.
En ese sentido, no existe una verdadera representación de los ceses al fuego, los “procesos de paz” y las negociaciones impuestas para los actores que están peleando y están absortos en el terreno. Por ejemplo, Rusia no entiende que en su mayoría todos los grupos de la oposición no dejarán las armas, a menos de que Bashar Al-Asad salga del poder y Moscú mientras tanto continúa imponiéndolo como el presidente legítimo de los sirios.
Además, siguiendo la misma línea de la representación en las negociaciones, Moscú y Washington se quedan cortos al no incluir en cualquier iniciativa de paz a actores como las potencias regionales que son fundamentales en el conflicto. Irán, vasto patrocinador y aliado del régimen sirio, impulsor de milicias chiíes en las reyertas (iraquíes, afganas, pakistaníes, etc.) y Arabia Saudita, padrino de grupos islámicos e islamistas de oposición no están envueltos en dichas conversaciones. Mientras, en la guerra tienen responsabilidades y roles inmensos.
En ese orden de ideas, la paz que están intentando vender está influenciada más por intereses particulares, que el deseo de que el conflicto acabe; tanto así, que ni siquiera se respeta lo acordado: en el cese al fuego más reciente murieron más de 160 personas a causa de bombardeos de Estados Unidos y Rusia, sin contar que las partes en conflicto hacen caso omiso a lo que el Kremlin y la Casa Blanca ordenen. Es decir, que los discursos terminan por distar ampliamente de la realidad y se fomenta más la desconfianza que la construcción de confianza, que es vital para cualquier paz.
Ahora bien, no se puede tampoco negar que se hallan grupos terroristas en Siria como el Estado Islámico y Jabhat Fateh Al-Sham; pero su existencia es utilizada como pretexto para seguir la guerra en medio de los intentos de “paz”. Rusia aprovecha para bombardear a la oposición moderada argumentando que está atacando al terrorismo y Estados Unidos hace lo mismo pero con soldados del ejército sirio. Por tanto, si se ve a estos grupos como terroristas y no se ve por qué ganan y han ganado adeptos en la lucha, pues siempre continuará la guerra.
Por último y lo más importante del porqué de los amplios fracasos de paz, es que por ahora no existe una verdadera voluntad de paz. Bashar Al-Asad encasilla a todos sus opositores como grupos terroristas en busca de guerras sectarias, por lo tanto con esos extremistas no se podría negociar. Por tanto se niega la existencia de más de mil grupos, con los que se debería realmente negociar y se promulga el lema de ‘vencer o morir’ en la guerra.
La oposición por su lado, ha sufrido desgarradores ataques del régimen y de sus aliados, a tal punto de ser víctimas (sin ser a veces victimarios) de crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra; ergo, como se explicó anteriormente, la estadía de Al-Asad NO es negociable.
El problema en últimas está en que tiene más predominancia el ajedrez internacional-regional de los egos de las potencias y se ignora lo que realmente sucede en el terreno local de Siria, país que día tras día termina por ser más fragmentado, dividido y sentando que entre más se avance en la guerra, menos se podrá volver a la Siria de antes del 2011.
