El chavismo en manos de Maduro está tan debilitado que fue capaz de convertir en mártires al matrimonio López-Tintori. Yo no sé si ustedes han escuchado alguna vez los berrinches de la señora Tintori, a mí en lo particular me dan pena ajena. Ella aprendió de política no en una universidad o leyendo a Norberto Bobbio sino de chiquita viendo Cristal, Topacio y demás novelones ochenteros. El histrionismo y cursilería que esta exconcursante de reality shows destila en cada declaración a mí en lo particular me eriza la piel. No le creo. Sinceramente no le creo a la señora Tintori. No le creo ni siquiera que extrañe tanto a su marido como ella no se cansa de repetir. Yo creo que ella sabe, en el fondo, que Leopoldo, el exintegrante de Menudo, es un corrupto. Ella debe saber que Leopoldo en los años 1996-1999, mientras fue asesor económico de Pdvsa, se robó 100.000 dólares para crear el partido político Primero Justicia. Ella sabe que mientras su marido fue alcalde de la localidad caraqueña del Chacao malversó los fondos que puntualmente le entregaba el gobierno. Lo peor es que la triatlonista también sabe que a su marido no lo puso preso el chavismo sino la exconcejal Rosario Salazar y las pruebas que presentó dejaban claro que Leopoldito no solo es un ladrón sino que le gusta poner en riesgo la vida de sus seguidores y era un incitador del magnicidio. En eso se parece a Lilian y a la oposición entera: son incendiarios que nunca ponen la cara.
Lilian Tintori representa los valores
de la vieja Venezuela:
hija de extranjeros, altiva, frívola y hermosa
Lilian Tintori representa los valores de la vieja Venezuela: hija de extranjeros, altiva, frívola y hermosa. Su discurso es precario, tendencioso y abiertamente clasista. Ella, como el resto de la oposición, no solo quiere que termine el régimen de Maduro sino que lo quiere ver, con el resto de chavistas, arrastrado por las calles de Caracas. El de Tintori es un precario discurso del odio que apela siempre a la desinformación. Maduro es un burro, eso está claro, pero nadie es tan bruto como para bajarse, en plenas elecciones, a su principal enemigo. Si ustedes quieren comprobar que nadie quiere matar a Lilian Tintori escúchenla, véanla; a leguas se le nota la sobreactuación, las mañas que aprendió mientras fue concursante, a principios de la década pasada, de la Expedición Robinson.
Maduro es un burro, eso está claro,
pero nadie es tan bruto como para bajarse,
en plenas elecciones, a su principal enemigo
Yo también quiero que se termine el chavismo y no soy tan mamerto como para creerle a un régimen que alienta a grupos extremistas islámicos y que cambió el imperialismo yanqui por el protectorado cubano. Pero viendo al matrimonio Tintori-López, sus fotos, su carrera política y escuchando su discurso, me acuerdo por qué alguna vez estuve de acuerdo con el cambio que intentó darle a Venezuela Hugo Chávez. Tintori se refiere a sus enemigos naturales, los chavistas, como gentuza ignorante, vándalos y guerrilleros. Ella sabe que esos negros de los cerros jamás debieron pisar Miraflores y que, una vez la revolución se venga abajo, pondrán un muro en Petare y ningún zambo volverá a salir de ese gueto. Cuando López salga de la cárcel y se abrace con su esposa ante las cámaras de Venevisión, como en los ochenta solía hacerlo Carlos Mata con Tatiana Capote, no quedará duda quien será el próximo presidente de Venezuela.
Penoso que los medios colombianos quieran transformar a esta actriz de quinta categoría en una Juana de Arco. El único mérito de Lilian Tintori es que tiene al marido preso por corrupto y por incitar al magnicidio. Eso es un logro que se lo debe a Nicolás Maduro, el burro, el chabacano, el imbécil que, con sus salidas de tono y su infame política económica, hizo visibles todas las debilidades de la izquierda y transformó a un matrimonio de imbéciles en los nuevos adalides de la democracia y la libertad.