En Colombia se calcula que existen 1.7 millones de indígenas, equivalente a 3.5% de la población. Además, cuentan con un poco más de 30 millones de hectáreas (25% de la totalidad de las tierras).
Los constantes encuentros entre los indígenas y la población no han terminado de la mejor forma. En 2022, lincharon a Hildebrando Rivera, un conductor de camión recolector de basura que atropelló a una mujer embarazada y su bebé de 18 meses, miembros de la comunidad Emberá.
La exposición de los indígenas pone en el ojo público la grave crisis que se vive al interior de estos resguardos. Las muertes de los menores de edad evidencian el descuido dentro de estas comunidades. Los constantes atropellos hacia la fuerza pública han generado una polarización que hace pocos días terminó en un enfrentamiento entre campesinos e indígenas en el Chocó. Los agricultores aseguran estar cansados de los abusos de los nativos en ese territorio.
¿Un reto para la capital?
Bogotá ha sido una de las ciudades más damnificadas con estas movilizaciones. En el Parque Nacional y La Florida, afrontar el retorno de estas comunidades a sus territorios no ha sido nada fácil. Llegar a un acuerdo con los líderes indígenas se ha convertido en una tarea casi imposible.
La articulación entre la Unidad de Víctimas, el Departamento de Prosperidad Social, el ministerio del Interior y la alcaldía es casi nula. Pero si cuentan recursos aprobados desde el Plan Nacional de Desarrollo, poseen terrenos propios y prioridad sobre los subsidios, ¿por qué aseguran que están totalmente abandonados?
Funcionarios que han trabajado con comunidades indígenas –y prefieren guardar su nombre en reserva – afirman que la corrupción interna dentro de los resguardos es muy latente. Muchas de las ayudas del gobierno nunca llegan a la población. Se quedan entre funcionarios y líderes indígenas, que se reparten esos apoyos.
Otro problema que enfrenta la comunidad indígena es que está cada vez más acostumbrada a un asistencialismo por parte del estado. “Dale un pez a un hombre y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”, dice un conocido proverbio chino en el mundo de la cooperación al desarrollo. Y eso les sucede a los indígenas, que se están alejando del trabajo de campo que puedan realizar en sus territorios.
¿Tantos subsidios son necesarios?
La gran mayoría de los colombianos tienen necesidades para subsistir. Pero, siguiendo con el proverbio chino de enseñarle al hombre a pescar – en lugar de darle pescado –, los excesos de subsidios enseñan a las comunidades a depender de ellos. Y no solo indígenas: afro, campesinos, y a todas las personas en condición de vulnerabilidad.
Las ayudas no se están enfocando en sacar a las personas de la pobreza, sino a mendigar apoyo. Construir una sociedad que sea equitativa se convierte en una bomba de tiempo. Cada vez son más los impuestos, subsidios y menos los contribuyentes. Eso es un saco roto sin fondo que lo único que genera es más pobreza.
Si bien es cierto que los indígenas estuvieron antes que los españoles, no significa que las generaciones actuales tengamos la obligación de asumir el costo de lo que sucedió hace más de 500 años.
Más del 95% de los colombianos somos mestizos – una mezcla entre indígenas, afro y españoles – y todos tenemos las mismas necesidades. Debemos ser conscientes de trabajar de la mano para salir de la pobreza, pero no para mantenernos en medio de un asistencialismo que lo único que nos está enseñando es a ser mentalmente pobres.