La indiferencia de muchos para sacar del fango actual en que nos ha sumido el país Juan Manuel Santos y sus amigos, es aterrador. No solo lo digo por quienes desde las curules se empeñan en votarle todo buscando alguna prebenda, sino al saber que sobrepasan el 30 % los colombianos que no piensan votar en las elecciones de marzo 2018 para elegir el Congreso del próximo cuatrienio y qué decir, la cifra es mucho mayor para las de mayo, cuando se elija al nuevo presidente de Colombia.
Los indiferentes tienen un ego superior al de Petro y superan sin mayor dificultad la arrogancia de Roy Barreras. Para ellos Montesquieu fue un aparecido en la historia, y la política una “cosa” ajena y jarta, exclusiva de los aburridos. Los indiferentes son “machos”, las indiferentes las más “astutas”.
Eso de la democracia lo miran de reojo, con desprecio y desinterés. A los electores, a los que nos inquieta eso de elegir gobernantes, nos tildan de ridículos y desocupados. Cuando votan lo hacen por una valla bonita, y cuando no votan, por guayabo o por pereza. Son rebeldes de raca mandaca, de tiempo completo, de día y de noche. Para ellos el país, y eso de ser colombianos, fue casi un accidente. De vez en cuando les interesa la Selección Colombia o la “última” de Shakira, lo demás, lo del Estado Social de Derecho, lo de la participación ciudadana, lo de la Constitución del 91, hablar de los Acuerdos Santos - Farc, les parece de lo más out. El 11 de marzo del 2018, para ellos, es solo otro día para dormir más. No les preocupa lo que ofrece el tarjetón, pero sí la oferta de destinos para rumbiar.
Con una inentendible prepotencia
creen que Angelino es senador, Noemí es candidata a algo, Gina es ministra aún,
y el Código Caracol el programa de análisis más profundo del país
Los indiferentes se creen más vivos que cualquiera. Ellos “no le siguen el juego a los políticos”, los dejan jugar. Con una inentendible prepotencia, creen que Angelino es senador, que Noemí es candidata a algo, que Gina es ministra aún, que Navarro Wolf es todavía guerrillero, el Código Caracol el programa de análisis más profundo del país, y hablar de la diferencia entre Senado, Cámara, Concejos, Ediles y Asambleas, ¿qué es eso? Los debates electorales les parecen una tontería a lado de Protagonistas de Novela, A otro nivel, Factor X o una serie gringa. Cuando hablan de elecciones, las pocas veces, y logran identificar candidatos, tildan de “cucho” a Roberto Gerlein o de “pichones” a Luna o a Galán. Para ellos las propuestas no valen, y si por algún motivo extraordinario deciden escucharlas, las reales y viables les parecen malísimas, y las que carecen de cualquier viabilidad buenísimas, tanto que a veces logran que se dignen a votar.
Los indiferentes más nobles quieren ignorar los corruptos, prefieren aplaudir candidaturas que se diferencian por los gritos de sus protagonistas, aunque hayan aprobado reformas nefastas como la tributaria, la justicia, y guardan silencio a la hora de rechazar lo que llaman hoy “disidencias”. Sin embargo, ignoran que ellos, por indiferentes y pasivos, resultan ser los mejores aliados de los antagonistas de la cosa pública. Nada diferente prefieren esos personajes, a que las mayorías, los indiferentes, sigan observando con tranquilidad la crisis.
Hoy más que nunca, lo que se nos viene, lo que nos quieren dejar, el país que se cae a pedazos, necesita dejar bailar con la indiferencia, con la apatía, ese baile solo le sigue el ritmo a la orquesta que aquí ha montado una minoría, corrupta, inmoral, que aplaude hayan llegado primero al Congreso los secuestradores y no los secuestrados a sus hogares, ahora pretenden decidir el futuro de la mayoría. Vamos todos en estos meses que restan para ir a las urnas a interesarnos por quienes estén en el tarjetón, si profundizarán el desgobierno, o cambiamos el rumbo, a un país que se amañó en el ridículo político, y con el cual algunos pretenden atornillarlo en este vergonzoso lugar de nuestra historia.
@josiasfiesco