Claro que la lista sigue. Para quienes aún no se han dado cuenta, la serie de nombres utilizada a manera de título, para estas reflexiones públicas, corresponde a quienes recientemente han sido electos como los mandatarios de varios países. Milei, Trump, Uribe, Bolsonaro, Zelensky y Netanyahu son los apellidos de quienes gobernaron y gobiernan: Argentina, EE.UU., Colombia, Brasil, Ucrania e Israel.
Además de compartir la característica de haber sido o ser presidentes de un país, a estos dilectos señores los hermana su inocultable y exacerbada militancia en la extrema derecha. Se parecen, además, en que, bajo sus mandatos, sus respectivas naciones han atestiguado y/o sufrido un impresionante retroceso en materia de derechos sociales y hasta fundamentales.
Tras una aparente prosperidad económica, que no alcanzó y no alcanza para tapar las desigualdades, injusticias y hasta atrocidades que cometieron y cometen en nombre de la democracia y la paz ; estos señores y quienes los siguen, defienden a sangre y fuego el sagrado derecho a ser obscenamente más ricos, que tienen las poderosas minorías que los apoyaron y los apoyan económica y políticamente.
Salvo Zelensky, que si guarda afinidad con otro ex (Reagan), los demás no han sido actores ni parte del negocio del entretenimiento, aunque comparten con los dos primeros, una impresionante capacidad histriónica que los catapultó como políticos, a punto tal, que todos han hecho del servicio público una verdadera tragicomedia en la que solo unos muy pocos se divierten.
Y es precisamente este último aspecto (el de la política-entretenimiento) el que llama la atención de serísimos analistas de la política y de la sociedad en general. Si bien es cierto que el populismo como fórmula proselitista y hasta de gobierno, no es nada nuevo, lo que sí despierta la aterrada curiosidad son los extremos a los que se ha llegado en la política.
Por un lado, se promueve (mercadea) la pose, el ademán y las expresiones de los políticos, para caracterizarlos de lo que más se venda en el momento; mientras que, por el otro, se empobrecen los contenidos programáticos de unos discursos, que más se parecen a libretos de telenovela o película pobre de acción y que, desafortunadamente, para la sociedad; tienen el mismo efecto.
Los personajes de la lista título de esta nota entendieron (o se los libreteó) que en el contexto actual, en el que el éxito del capitalismo que ellos venden (o les ordenan vender) ha arrastrado a la miseria y a la ignorancia (política) a millones de personas; lo más fácil y efectivo para hacerse elegir es apelar a la inmensa desinformación sobre asuntos de estado y de política que tenemos la mayoría de las personas, para proponer ideas simples destinadas a exacerbar las pulsiones básicas de las personas, antes que invitar a la reflexión.
Así las cosas, temas como el nacionalismo, la xenofobia, el racismo, todas las formas de miedo que desencadenen la rabia y hasta el odio, sirven como combustible para incendiar audiencias y seguidores en contra de enemigos fantasma y para hacer promesas sencillas, pero tristemente difíciles de cumplir, en un modelo socioeconómico como el que proponen estos antihéroes vestidos de políticos.
El rockstar, el exitoso hombre de negocios, el humilde campesino, el militar valeroso, el cómico irreverente y el salvador, son las caracterizaciones de los políticos referenciados en estas líneas y que les sirvieron, y les sirven, para mantenerse vigentes y poderosos. Lo realmente preocupante no es que millones y millones de personas los hayan elegido, lo realmente aterrador es que todavía les creen y al parecer, podrían ser más.
Ñapa: En Colombia, un nada apacible viejito guarachero, a través de su cuenta de Tik Tok nos invitó a subirnos a su rodolfoneta y más de 10 millones de colombianos casi terminan estrellados y ahora; una expresentadora de noticias, cantante aficionada de rancheras y movedora de la cosa política, a punta de bochinches aspira a seguir los pasos de los rockstar de la extrema derecha criolla. ¡Que el creador nos coja confesados! Amén.