Soy un viejo, tengo 43 años. Hace muy poco recuerdo que llegaba con los discos recién salidos de Nirvana y Pearl Jam. Se los mostraba a mi papá. Me trataba como un imbécil, como si no tuviera criterio. La misma cara que hago cuando los jóvenes se acercan a mostrarme lo último de Bad Bunny. A mi me nombran a Bad Bunny y la náusea empieza a subirme por la garganta. Me pasa como mi papá con Metallica, los odio sin necesidad de haberlos visto, de entender el concepto. Es muy cómodo disparar y luego preguntar. Es una costumbre colombiana que ha dejado miles de muertos en las calles e insultos en las discusiones. Por eso, me armé de paciencia y escuché el tema Yo perreo sola.
Aclaro, la única vez que estuve cerca a la influencia de Bad Bunny fue en la nueva temporada de Narcos México en donde hace de matón de poca monta. El tipo actúa y lo hace además en una de las mejores producciones de Netflix. De resto me quedaba con la imagen del meme, de ese meme que denigraba su manera de cantar.
No creo que una estrella de la música debería tener la voz de Pavarotti o las letras de Bob Dylan. La letra muchas veces es el relleno en el que se sumerge una melodía. A mi me gusta la música en idomas que no entiendo por la fuerza de sus instrumentos. Un lenguaje universal es la música. En ese sentido el video de la canción Yo perreo sola es grandioso, es original y es transgresor. Además, no está mal, tiene un mensaje poderoso que desmarca a Bad Bunny de la misoginia propia de la música.
Porque señores roqueros, con todo lo que amamos el rock uno de los discos emblemáticos de los Rolling Stones, Black and blue, hace referencia justamente a las marcas que quedan en a piel de una mujer después de una golpiza. Los Beatles, con todo lo hermosos que son, también son hijos de su tiempo, arrastran con toda esa mierda machista. Por eso que Bad Bunny haga referencia a lemas tan importantes en la lucha feminista como Ni uno menos, a pesar de ser de uno de los lugares más machistas del planeta, el Caribe, es para aplaudir.
Por eso, si no quieres pagar dos millones de pesos para ver a Bad Bunny en el Atanasio Girardot, deja de escupir ignorancia y comprueba que Bad Bunny no es el monstruo machista que muchos creíamos.
Este video disipa cualquier duda:
