Mientras en el mundo del fútbol que juegan los hombres se hacen transacciones por valores que podrían pagar la deuda externa de países medianos, se gastan millones en publicidad de todo tipo de productos, muchos jugadores hacen pataletas en sus clubes para que los vendan al mejor postor, sin mencionar la manipulación y corrupción que envuelven los grandes entes que rigen el balompié masculino, existe el lado B de este deporte que a puro corazón, respeto, honor y trabajo se ha venido haciendo lugar en torno a la pelota: el fútbol femenino.
Es una delicia ver fútbol femenino, porque mientras en el fútbol de "elite" masculino los mejores jugadores juegan a arrojarse al piso para simular una falta, las mujeres, y esto bien podría ser una generalidad, a pesar de los golpes de sus rivales se levantan, siguen la jugada y piden siempre la norma de ventaja. Respeto por la pelota.
La brecha salarial entre lo que ganan los hombres y las mujeres en el fútbol es un absurdo, ni siquiera valdría la pena hacer un comparativo, pues los dígitos en los cheques de los hombres podrían fácilmente pagar el salario de toda una liga femenina en cualquier país del mundo; pero aún así, las mujeres juegan, se rompen en la cancha y luchan para que respeten sus ligas, las mantengan y las apoyen. Amor por la pelota.
Hay jugadores de fútbol que tienen o han tenido más poder que cualquier político en su país, pero aún así son incapaces de pronunciarse ante las injusticias que en la tierra de sus hermanos se comete (salvo algunas excepciones) por mantenerse políticamente correctos; pero en cambio, las mujeres con ligas cuya permanencia pende de un hilo y apenas poniendo sus nombres en las letras medianas de los periódicos, sí son capaces de hablar de igualdad, abuso e injusticia, cuando fácilmente podrían perderlo todo. Honor en la pelota.
Esto es un llamado a que en el fútbol, los hombres que juegan, dirigen, negocian, publicitan, entrenan e hinchan miren más fútbol femenino, para que aprendan, o mejor, recuerden que jugar a la pelota es un honor, un privilegio que desde distintos rincones del mundo mujeres de todas las edades y creencias hacen lo imposible por obtener y mantener.
Ojalá que en el fútbol masculino, los hombres tuvieran la mitad de los "huevos" que tienen las mujeres que juegan a la pelota.