Los hombres sí violamos

Los hombres sí violamos

"La realidad sociocultural no se puede negar y las deficiencias educativas en el terreno de la equidad de género, el respeto a la mujer (...) son palmarias"

Por: Fernando Alvarez
mayo 22, 2018
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Los hombres sí violamos

A la andanada de réplicas, explicable ante una supuesta aclaración que hace un columnista español sobre por qué los hombre violamos, ha surgido una polémica que siembra más confusiones que claridades a un tema que se ha puesto de moda partir del Me too y del cuéntalo español sobre el abuso sexual masculino en las esferas del poder cinematográfico, que desde luego puso de presente que en realidad existe en todas las esferas del poder. El abuso sexual masculino existe básicamente porque culturalmente se ha considerado a la mujer una especie de segunda. Es como si en la época de la esclavitud alguien se preguntara si existía o no un abuso racial. A los negros se les consideraba seres de segunda.

Ahora han salido voces contra el abuso sexual masculino que van desde la franca hipocresía hasta la rampante doble moral y el oportunismo. Los hombres tienen un instinto violador y eso tiene muchas explicaciones, que no son ajenas a las conductas humanas por las que se cometen toda clase de delitos. Por ejemplo se roba por hambre, pero también se roba por codicia, por envidia, por resentimiento, por avaricia, por aventurerismo, por ilusión económica, en fin. Mal podría pensarse que se viola por mera manifestación de la testosterona como si se intentara una visión biologísitica, si no se aclara que se trata solo ese aspecto por necesidad puntual pero que no se abordan otros o se ignoran por estricta concentración temática.

Los hombres sí violamos porque irrespetamos a la mujer, porque la sobornamos, la seducimos con dádivas, le damos puesto, o las mantenemos en el cargo, o las ascendemos o las proponemos para mejores escenarios porque queremos que nos quede debiendo ese favorcito para llegar a lo que ellas saben y evitan al máximo. La cultura en el mundo del poder implica saber que esa es un arma para reducir al débil laboralmente, al aspirante no apalancado, que en su mayoría son mujeres. Los hombres violamos porque creemos tener derechos sobre las mujeres que se encuentran en condiciones de inferioridad y les hacemos creer o les ayudamos para que dependan de nosotros. Esa es la triste realidad cultural.

Los hombres estamos construidos para blandir nuestra espada viril con perpetuidad triunfal. Ahora eso es justamente lo que hay que reconocer para luchar contra esa tendencia casi instintiva que lleva a cosificar a la mujer, a verla como un producto de transacción, a verla como una mercancía que podemos adquirir en la oferta y la demanda. Pero para eso hay que pedirle a las mujeres que ayuden. Porque mientras existan las trepadoras que saben que se asciende por meritocracia sabanera o por virtudes carnales seguirá existiendo el alimento para los abusadores sexuales desde el poder. Mientras la cultura femenina siga replicando la idea de que la belleza se hizo para salir de pobre existirán violadores de oficina.

Esta es una lucha que debemos dar todos. Los hombres sabemos que tenemos debilidades culturales y que eso exige reeducación, pero las mujeres deben saber que existen mamás que forjan en sus hijas la idea de que su belleza vale y que eso le debe permitir colocarse bien por sus atributos pectorales. Existen padres que consideran que la belleza de su hija es algo así como un trofeo para exhibir y conquistar al mejor postor. Y esas distorsiones culturales de hombres y mujeres generan la cultura del dinero fácil en las mujeres, vía virtuosidad corporal. Y ese es el mejor alimento para los violadores, que casi siempre recurren a la violencia cuando no les resulta suficiente el promerserismo o los generosos obsequios insinuantes.

La realidad sociocultural no se puede negar y las deficiencias educativas en el terreno de la equidad de género, el respeto a la mujer y el autorespeto de la mujer son palmarias. Ignorar esas realidades no ayuda. Pero el comando en esta lucha la deben tener las mujeres. No como aquellas que vienen a contar que fueron violadas cuando eso puede dar réditos políticos. Las mujeres deben emprender caminos de reeducación pero no tanto anti machistas en el sentido de ver al hombre como un culpable sino contra la cultura machista que posa con mucho peso también el el sector femenino. Las mujeres que aspiran a que un hombre las mantenga fomentan la cultura patriarcal de la que no quieren ser víctimas. Las mujeres que quieren seducir poderosos para hacer atajos en su propia construcción económica, no ayudan.

Esta es una referencia a un tipo de acoso y violación que se da en torno a las esferas del poder. Eso no quiere decir que el resto de tipos de violaciones no merezcan una atención especial que desde luego siempre irá ligada a las relaciones de dominación así sea en las bajas esferas. Pero por ejemplo ese tipo de violación sexual intrafamiliar en muchas ocasiones tiene como cómplices a las mujeres. Son ellas las que primero saltan a tapar para que la gente no se entere. Son ellas las primeras en poner en duda las acusaciones de una niña cuando denuncia la agresión de uno de sus familiares. Incluso son muchas de ellas las que le dan crédito al padrastro y no a la niña sobre la realidad de los hechos. Los hombres si violamos porque las mujeres también lo permiten.

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