Su primer amor fue a los 14 años. Ella recién venía de representar a Colombia en los Juegos Suramericanos Infantiles en Quito donde formó parte de la selección de voleybol que ganó oro en 1970. Manizales ya le quedaba chiquito así que aceptó la propuesta de su primer amor, el pintor italo-argentino, de 30 años, Germán Tessarolo, con quien se fumó su primer porro. Desde esa época solo les pedía dos cosas a los hombres: que fueran guapos y talentosos.
El argentino fue quien la acompañó a tocar las puertas de Inravisión. A los 18 ya era una diva absoluta. A esa edad justamente se separó de su primer esposo cansada de los golpes y los insultos. Por esa época se fue a vivir con Paula Peña y una amiga suya llamada Mireya Villamizar a un apartamento minúsculo de la carrera tercera con calle 22. La fama ya empezaba a tocar su puerta cuando protagonizó la telenovela Manuela, adaptación del libro costumbrista de Eugenio Diaz Castro. Al gran amor de su vida lo conoció gracias a Mireya Villamizar, su amiga y quien trabajaba como script de cine. Amparo le llevó al set de la película en la que trabajaba las llaves de la casa y allí se encontró de frente con Jorge Rivero, el mítico actor mexicano que en ese momento venía seguido a Colombia a rodar películas. Fue amor a primera vista. Él la invitó a salir y aunque Amparo se vistió de diosa nunca pasó por ella. La dejó metida.
Sin embargo, se volvieron a ver y empezó una relación de cuatro años que solo acabó cuando Amparo se fue a filmar una película a Brasil y Rivero se devolvió a México, donde conoció a la actriz norteamericana Betty Moran. Cuando se volvieron a ver, Rivero ya estaba casado y, según la propia Grisales, la influencia de Moran fue nefasta para que ella pudiera hacer una carrera en Hollywood.
El despecho por Rivero lo pasó con Julio Iglesias, quien en esa época era el divo más divo de la música hispanoamericana. Lo conoció en el viaje que hizo Iglesias para celebrar sus 33 años. Se la pasaba en su Rolls Royce andando por Bogotá y, aunque el cantante se enamoró perdidamente, Amparo estaba superando a Rivero.
Desde ese momento su corazón se secó. Hubo jeques árabes, actores de Hollywood y hasta la gallinaseada de un superdivo como Chayanne, a la que ella no le paró bolas y de la que se arrepiente profundamente.
Casi fue golpeada por el olvidado Danilo Santos mientras filmaba la telenovela En cuerpo ajeno. Amparo lo enfrentó y casi lo emprende a golpes. Es que desde los setenta nadie puede con ella y con el éxito de Yo me llamo confirma que ni el calendario la doblegará.