En Barranquilla, Aída Merlano es lo más parecido a un mito. En los salones se dice que ella estuvo de amores con un policía cuya muerte todavía es un misterio. Afirman que tiene poderes de ‘hechicera’ y que puede hacer lo que quiera con los hombres que desea.
Esta suerte de Mesalina y Circe para los barranquilleros, desde muy joven embrujó a uno de los poderosos del Atlántico, el contratista Julio Gerlein o al propio Alex Char hasta desafiar a sus impolutos matrimonios.
Gerlein, de 83 años, tiene que enfrentar ahora un nuevo y descomunal problema, pues según la Fiscalía estaría metido en la estratagema con la que la seductora excongresista se fugó de la cárcel después de ser condenada por la Corte Suprema de Justicia a 15 de prisión por compra de votos.
Lo cierto es que, a los 15 años de edad, Aída Merlano estaba con un hombre poderoso y cuarenta años mayor que ella. La desesperación por salir de una casa de material del barrio Buenos Aires, la obligó a aceptar el destino que le marcó su padre, Jorge Eliécer Merlano Mogollón, un ambicioso mochilero y pescador de votos a quien no le parecía mal que siendo menor de edad despertara el interés de un hombre con el poder que tenía el contratista Julio Gerlein.
Merlano creció, a los 18 años decidió hacer tolda aparte y se casó con un taxista. El hombre se llama José Antonio Manzareda y es el papá de su primera hija, Karolyne Manzanares Merlano. El nombre no suena mucho, pero es la influenciadora Aída Victoria Merlano. La relación se rompió por culpa de la irresponsabilidad del taxista.
Según Aída Victoria, el hombre las abandonó cuando ella era una bebé y por eso, para ella, en su cuenta de Instagram y en todos lados, siempre ha dicho que su verdadero papá es Julio Gerlein y que siempre quiso llevar su apellido. Sin embargo, en 2022 ella apareció con su papá biológico a quien parece perdonarle todo:
Incluso, muy orgullosa, mostró a su papá en redes e hizo un concurso para conseguirle novia. Lo vendió como un “Bailarín excepcional, con sentido del humor, hogareño, fiel, guapo, sabio, respetuoso y con hija alcahueta”.
Lo cierto es que, en el pasado, cuando Aída Merlano y Aída Victoria fueron abandonadas por Manzareda, siempre estuvieron bajo la tutela agazapada de Gerlein. Allí aparece, en esta relación abierta, un hombre que está en las antípodas de todos los hombres que le conocemos a la exsenadora Merlano.
Se trata del exguerrillero del Ejército Popular de Liberación, Carlos Rojano. Él trabajaba con otro de los poderosos de la Costa Caribe, el cura Bernardo Hoyos, quien fue Alcalde de Barranquilla y fue procesado por malos manejos durante su administración. Aída fue cercana a esa campaña y allí conoció a Rojano, su segundo esposo.
Sin embargo, la ambición de Aída iba más allá y se arriesgó a tener una relación medianamente normal con un hombre casado y conocido como Julio Gerlein con quien inició un romance clandestino que también convirtió en su llave a la fama.
En 2008, subida en los hombros de los Gerlein, Aída Merlano llegó al Concejo de Barranquilla, cuatro años después se convirtió en diputada de la Asamblea con una cifra récord de 42.275 votos y en menos de diez años pasó de ser una desconocida a una baronesa electoral, adinerada, poderosa y distinguida.
Aída Victoria y Esteban, los hijos de la excongresista condenada que se fugó de la cárcel y regresó a pagar su deuda con la justicia, rápidamente se convirtieron en los consentidos de Gerlein, quien fue una figura paterna para ambos y la familia Gerlein conocía la relación, pero la ignoraban. Los hijos de Aída Merlano asistían a las fiestas y reuniones familiares de los nietos de Julio Gerlein y se convirtieron en miembros más del clan.
Aunque Aída Merlano celebró por todo lo alto su llegada al Senado, la felicidad le duró poco. Algunas semanas después fue capturada en la Operación Casa Blanca por fraude electoral y la elección de su consentida le salió más cara a Gerlein porque la detención ocasionó incluso incómodos roces familiares cuando se conoció que Julio Gerlein invirtió cerca de $6.000 millones en la campaña y estuvo detrás de ella todo el tiempo.
El último hombre que se le conoce a Merlano es Yeico Manuel Vargas, quien trabajó en su Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) en el Congreso, la acompañó en Maracaibo después de su fuga y estaba con ella en el momento de su captura. Yeico también fue quien abrió la puerta del apartamento cuando irrumpieron los agentes de la PTJ de Nicolás Maduro. En este momento, se encuentra en Caracas respondiendo por dos delitos, Aída Merlano regresó al país en febrero de este año y actualmente está recluida en el Batallón de Ingenieros Vergara y Velasco en el municipio de Malambo, en Atlántico.
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