Durante años los Hombres Hiena han sido tildados de matones, pandilleros, traficantes de animales, ladrones y hasta de sicarios. Sus amenazantes y portentosas figuras, sumados a lo siniestro que puede ser ver caminar a un hombre llevando de un lazo a una bestia salvaje, ha ayudado a la estigmatización.
Si bien se han presentado casos aislados en donde algún Garawan Kura, nombre con el que también se le conoce a esta subcultura, ha atacado a algún desprevenido caminante, por lo general estos artistas callejeros son hombres comunes y corrientes que se rebuscan la vida con el dudoso arte de simular ser atacados por animales feroces.
En sus shows también usan serpientes pitón, mandriles y hasta monos beduinos quienes una vez termina el espectáculo, pasan con un sombrerito recogiendo el dinero que el público le pueda entregar.
Amaestrar a una hiena es un proceso cruel y dificultoso. Tienen que agarrarlas en sus propias madrigueras antes de que el cachorro cumpla un mes de nacido. Una vez lo tienen en su poder le administran un poderoso sedante sacado de una planta que se da a los alrededores de Lagos. A los dos años y después de una implacable dieta compuesta de hechicerías, palizas, toneladas de carne e insultos, el animal ya reconoce y respeta a su amo.
Si una hiena está bien alimentada es imposible que pueda morder a alguien. Esto lo saben bien los Garawan Kura y aprovechando este conocimiento ponen a sus pequeñas hijas a jugar con las fieras. El público aguanta la respiración cada vez que las pequeñas abren el hocico de la bestia y meten sus cabecitas allí sin que esta logre perturbar su tranquilidad. La gente se acerca al amaestrador y le pregunta en que consiste el truco. Este le muestra un poderoso ungüento que por la módica suma de cinco dólares podrán llevar a su casa. La pomada protegerá al que lo use del ataque de cualquier animal salvaje.
A pesar de que en Nigeria esta práctica lleve décadas y ya los Garawan Kura puedan presumir de una cierta tradición, en occidente se hicieron populares cuando el fotógrafo surafricano Pieter Hugo hizo una exposición en donde ellos eran el tema central.
Fotos: Pieter Hugo